martes, 20 de mayo de 2008

ANATOMÍA DE UN ASESINATO (Anatomy of a Murder de Otto Preminger, 1959)

Se cumple hoy el centenario del nacimiento de uno de los grandes actores que ha dado el cine norteamericano. Nadie como James Stewart para representar al cine clásico de calidad. Decenas de películas me vienen a la memoria donde la inconfundible figura alta, delgada, desgarbada, pero elegante del actor acompañaba la trama para dotarla de personalidad. Hoy, con tal motivo, vamos a hablar de dos cintas protagonizadas por la estrella de Hollywood: Anatomía de un Asesinato y El Vuelo del Fénix.



Pocas cintas consiguen atraer la atención del espectador justo antes de que comience la acción. En Anatomía de un Asesinato, su director lo logra plenamente gracias a una excelente música de Duke Ellington – homenajeado en la película con un pequeño papel- y a unos famosos créditos del especialista Saul Bass: unos siniestros recortes de lo que parece ser un muñeco; un cadáver de papel.

Aunque hoy parezca absurdo, el largometraje fue muy polémico en su día. Incluso fue prohibido en alguna ciudad de Estados Unidos. La causa de tanto alboroto surgió por culpa del vocabulario empleado por los personajes.
Palabras tales como "puta", “penetración”, “anticonceptivo” o “pantys” (¿?) provocaron que hasta el propio padre de James Stewart calificara la cinta de “sucia” y encabezara una campaña en contra de ella. Pero el director era Otto Preminger. Hacía ya años que controlaba todos los aspectos de sus producciones y nada de esto le preocupaba en absoluto. Siguió adelante con el proyecto que a la postre resultó ser una de sus grandes obras. Fue nominada para siete oscar y aunque no ganó ninguno por culpa de Ben-Hur -una de las injusticias a las que nos tienen acostumbrados los miembros de la Academia- obtuvo muy buena acogida por parte de crítica y público.


El largometraje está basado en el best seller de Robert Traver y narra el juicio contra el teniente del ejército Manion (Ben Gazzara) acusado de matar al violador de su mujer, Laura. En un principio, Preminger pensó en Lana Turner para dicho papel, pero la caprichosa actriz no quiso ponerse unos pantalones que el propio director había elegido y, además, se empeñaba en que la vistiera el prestigioso Jean Louis. El típico tira y afloja entre director y estrella no llegó a producirse. Preminger no le dio opción: la despidió y contrató a Lee Remick, prácticamente una debutante, a la que parece que le vaya a estallar la blusa en cualquier momento.

Otto Preminger era, ante todo, un gran director de actores. Muy duro según ellos, pero gracias a su dureza obtenía lo mejor de cada uno, aunque fuera ya un profesional consagrado. Es el caso del protagonista: James Stewart. Toda la acción se desarrollaba bajo su punto de vista, el del abogado encargado de la defensa. Con su notable actuación, Stewart “inventó” una personalidad que navegaba entre el rigor del hombre de derecho y la sencillez de un aficionado a la pesca y al jazz que se tomaba la vida con gran sentido del humor. Así, su habilidad ante juez y jurado era del mismo nivel que su capacidad para mantener a Laura –y a su “blusa”- lejos de su espacio vital.

De la parte técnica merece la pena destacar el acertado uso de la profundidad de campo. Gracias a ella podemos observar, en una secuencia legendaria, como George C. Scott (el fiscal) se interpone deliberadamente entre el testigo al que interroga y el abogado, dificultando de esta forma la visión entre ambos y el intercambio de señas. Stanley Kramer repetirá la misma operación en otra famosa película del género: La Herencia del viento (Inherit the Wind, 1960), esta vez con Spencer Tracy como abogado defensor.

Anatomía de un Asesinato es de una ambigüedad extraordinaria –característica esencial en las mejores cintas de Preminger-, el espectador en ningún momento sabe si el acusado es culpable o inocente. Y es que, comenzando por la, digamos "alegre", Lee Remick y continuando por el barman amigo del muerto o el propio teniente Manion, nadie parece decir la verdad en este juicio. El que no miente es el director que se limita a exponer la vista oral con largos y planificados planos secuencia, sin decantarse por uno u otro lado. Cualquier realizador habría caído en la tentación de usar el flash-back para acompañar las declaraciones de los testigos; Preminger no lo hace, de esta forma consigue dar al espectador una libertad absoluta para decidir; una decisión nada fácil. Esto es, precisamente, lo que más me atrae de cualquier película de Otto Preminger, lo que sigue después del final: el debate asegurado entre los espectadores que han tenido la suerte de verla.

Ver Ficha de Anatomía de un Asesinato

2 comentarios:

  1. Obra maestra incontestable. Injusto que aquel año Ben Hur se lo llevara todo, porque además en aquella edición también estaba tío Billy y Con faldas y a lo loco. Y con todos mis respetos donde esté James Stewart o Jack Lemmon que se quite Charlton Heston.

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  2. De acuerdo contigo, como casi siempre (con "Brokeback Mountain" no, jajaja). Una obra maestra donde los secundarios brillan casi a la misma altura que los protagonistas: la secretaria, el ayudante borrachín, el juez (era un abogado de verdad), todos están impresionantes. Ese Preminger era jodidamente bueno; en este blog le adoramos.
    Un abrazo dexter.

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