De Polonia, pasando por Berlín donde consiguió el Oso de
Plata, llega esta cinta del director Tomasz Wasilewski, con serias aspiraciones
a llevarse algunos de los premios del presente certamen del Cine Europeo, aquí
en la capital andaluza.
De nuevo la mujer es el centro sobre el que pivota esta
película episódica. Un largometraje que en realidad son cuatro cortos relacionados
entre sí, que abordan otras tantas historias de mujeres centradas en temas casi
siempre relacionados con las insatisfacciones amoroso-sexuales.
Mientras Agata tan sólo siente asco por su marido y le
atrae el cura de la parroquia, Iza (Magdalena Cielecka) es la directora de un instituto y la amante
del padre de una de las alumnas. La hermana de Iza, Marzena, quiere ser modelo
a toda costa, y su vecina, Renata aspira a conseguir ser su pareja.
Cuatro historias sórdidas, de amores soterrados, de
sexualidad malsana y de cuerpos desnudos, como crudo es el guión. Libreto que
encaja perfectamente en un entorno como el de Polonia justo después de la caída
del Muro de Berlín. La represión sexual, la falta de libertad, el frío interno
y externo, mas los viejos traumas se apelotonan en la salida hacia la libertad,
pero no todo parece tan fácil.
Las cintas de vídeo, el aeróbic, la música occidental, son
algunas señales de la apertura que viene del Oeste, aunque en la cinta de
Wasilewski parezcan tan rancias como la fotografía de baja saturación. No es
casual que el tono cromático se sitúe entre el color y el blanco y negro. Un
color que no termina por definirse del todo, igual que las vidas de las
protagonistas, intentos fallidos de cambio, como si se hubieran quedado
encerradas tras el Telón de Acero para siempre.
El festival de Sevilla, de cuyas películas nos vas dando puntual información, es una magnífica oportunidad para acercarnos a un cine que debiera ser más nuestro, en sus ritmos, en sus historias, en la relación que establecen entre sí los personajes. Nos criamos a los pechos del cine americano, y cuesta aceptar otro sabor distinto en los nutrientes cinematográficos. Me atrae mucho esta polaca y la de Xabier Dolan, Juste la fin du monde, que además tiene la presencia siempre estimulante de Cotillard. Ni que decir tiene que las posibilidades de ver todas o la mayoría de ellas en una ciudad de provincias es prácticamente nula… Lástima. Un abrazo.
ResponderEliminarLa verdad es que para mí es la mejor época del año. Me encanta el otoño y me gusta el cine. El festival es un baño de películas nuevas, por estrenar, es como el que tiene la oportunidad de ser el primero en abrir el envoltorio y ver lo que hay dentro, antes que nadie (lo cual no es cierto, no veas la de gente que llena las salas, que están a reventar). Es un adelanto de lo que se va a ver en Europa durante todo un año. La verdad es que es una suerte. Un abrazo.
EliminarDesconocia la cinta y el autor. Un cine triste, seguramente más cercano a la realidad de lo que nos gustaría, al menos a mí en estos momentos no me apetece, necesito sonrisas. Quizás cuando deje de hacer frio..
ResponderEliminarUn abrazo, Ethan
Un poco desagradable, y pesimista, pero no deja de ser una película bien realizada y mejor interpretada. Eso sí, hay que estar de buen ánimo para verla.
EliminarAbrazos.