Es de Griffith, y de una de sus mejores películas, de lo que vamos a hablar en nuestro espacio particular de cine fórum. La importancia histórica de su obra ha sido tratada en múltiples ensayos, y la influencia de su cine es comparable a la dependencia de las elementales normas gramaticales para quien se dedica a escribir. La comparación no es gratuita si coincidimos con la mayoría en asegurar que fue Griffith quien sentó las bases del lenguaje cinematográfico.
Esa forma moderna de narrar una historia dramática para la gran pantalla se estaba inventando –experimentando- en cintas como Las Dos Huérfanas. La grandeza del cine de Griffith es que uno se puede asomar a él desde dos perspectivas diferentes (lo vamos a hacer) y admirarlo por igual: desde el punto de vista del espectador que va a disfrutar de las imágenes, con independencia de la transcendencia de lo que está viendo –este espectador se sorprenderá de la belleza de algunos planos, los que consiguen superar la distancia entre el cine sin sonido, y con técnica rudimentaria, y el cine actual (estamos hablando de casi un siglo)-; y desde el punto de vista del cinéfilo que se coloca en el lugar del que está presenciando los albores de un nuevo arte, el nacimiento de sus reglas básicas y, por tanto, comprendiendo porqué el cine es como es.
En Orphans of the Storm, Griffith construye la historia de dos hermanas (no de sangre) unidas por el destino a pesar de la diferencia de clase social. Henriette (Lillian Gish) es la de origen humilde, la que cuida de Louise (Dorothy Gish) que es ciega y fue abandonada por una familia de la aristocracia francesa en el periodo anterior a la Revolución. En plena contienda civil y durante el reinado del terror, las dos jóvenes se separan involuntariamente. Mientras Louise es obligada a mendigar por las calles de París, Henriette se enamora de Chevalier de Vaudrey, un joven acaudalado que intenta evitar la guillotina. Henriette no cesa en la búsqueda de su hermana invidente y varias veces está a punto de reunirse con ella (se ha hablado mucho de la secuencia en la que Henriette oye la voz de Louise desde su ventana: tiene tanta emoción que el espectador parece que también la está escuchando, a pesar de ser una película muda). Henriette finalmente cae en desgracia cuando el joven De Vaudrey es apresado y condenado a muerte. Ella correrá la misma suerte cuando es acusada, por los secuaces de Robiesperre, de traidora por encubrir a un aristócrata.
Para llevar a la gran pantalla la dramática historia de las huérfanas, Griffith utiliza la nueva sintaxis narrativa. Escenas y secuencias se unen para hacer fluida la trama. Insertos en flash-back ayudan a comprender el comportamiento de los personajes y a subrayar lo que es importante recordar. El uso del montaje paralelo cobra una gran importancia cuando se trata de simultanear las desventuras de una y otra protagonista, o para dar la tensión necesaria. Es curioso como un filme de clara propaganda antianarquista y antibolchevique (aunque la trama ataca las actitudes feudales de la aristocracia en los primeros minutos de la cinta, la historia denuncia sobre todo el anarquismo de la revuelta en clara referencia a lo sucedido en Rusia unos pocos años antes del estreno; por si hubiera alguna duda, Griffith explica su posición en el primer intertítulo de la cinta) influyera tanto en el cine soviético: el montaje que ya utilizaba Griffith es amplificado por Eisenstein y Pudovkin en sus magníficas propuestas.
Con la inestimable ayuda de su operador, Billy Bitzer (el primer gran director de fotografía), Griffith experimenta con el objetivo, el movimiento de cámara y la luz para sus propósitos expresivos. Es un pionero del travelling (inventado por nuestro compatriota Segundo de Chomón, según varios autores); mueve la cámara hacia los personajes, o los personajes hacia la cámara para dar sensación de profundidad; utiliza el primer plano y los insertos de planos detalle, para que el punto de vista del espectador no sólo se fije en el encuadre tradicional, sino que supere la frontalidad teatral y se acerque mucho más a la historia.
Además se implicaba con los actores. Griffith era un director que utilizaba siempre a su grupo de profesionales (como harían Ford y otros) y conocía muy bien sus posibilidades. Un ejemplo lo tenemos con las hermanas Gish: Lillian la más conocida de las dos (en parte porque casi todas las películas de Dorothy han desaparecido) era mejor como actriz dramática, mientras Dorothy, mucho más alegre, era muy buena en las comedias. La posibilidad de que Dorothy interpretara el papel de Henriette, mientras que el de la ciega y sufridora Louise lo hiciera Lillian fue sugerido por esta última. Griffith lo tenía claro: la que se iba a enfrentar a la guillotina sería Lillian.
Esa forma moderna de narrar una historia dramática para la gran pantalla se estaba inventando –experimentando- en cintas como Las Dos Huérfanas. La grandeza del cine de Griffith es que uno se puede asomar a él desde dos perspectivas diferentes (lo vamos a hacer) y admirarlo por igual: desde el punto de vista del espectador que va a disfrutar de las imágenes, con independencia de la transcendencia de lo que está viendo –este espectador se sorprenderá de la belleza de algunos planos, los que consiguen superar la distancia entre el cine sin sonido, y con técnica rudimentaria, y el cine actual (estamos hablando de casi un siglo)-; y desde el punto de vista del cinéfilo que se coloca en el lugar del que está presenciando los albores de un nuevo arte, el nacimiento de sus reglas básicas y, por tanto, comprendiendo porqué el cine es como es.
En Orphans of the Storm, Griffith construye la historia de dos hermanas (no de sangre) unidas por el destino a pesar de la diferencia de clase social. Henriette (Lillian Gish) es la de origen humilde, la que cuida de Louise (Dorothy Gish) que es ciega y fue abandonada por una familia de la aristocracia francesa en el periodo anterior a la Revolución. En plena contienda civil y durante el reinado del terror, las dos jóvenes se separan involuntariamente. Mientras Louise es obligada a mendigar por las calles de París, Henriette se enamora de Chevalier de Vaudrey, un joven acaudalado que intenta evitar la guillotina. Henriette no cesa en la búsqueda de su hermana invidente y varias veces está a punto de reunirse con ella (se ha hablado mucho de la secuencia en la que Henriette oye la voz de Louise desde su ventana: tiene tanta emoción que el espectador parece que también la está escuchando, a pesar de ser una película muda). Henriette finalmente cae en desgracia cuando el joven De Vaudrey es apresado y condenado a muerte. Ella correrá la misma suerte cuando es acusada, por los secuaces de Robiesperre, de traidora por encubrir a un aristócrata.
Para llevar a la gran pantalla la dramática historia de las huérfanas, Griffith utiliza la nueva sintaxis narrativa. Escenas y secuencias se unen para hacer fluida la trama. Insertos en flash-back ayudan a comprender el comportamiento de los personajes y a subrayar lo que es importante recordar. El uso del montaje paralelo cobra una gran importancia cuando se trata de simultanear las desventuras de una y otra protagonista, o para dar la tensión necesaria. Es curioso como un filme de clara propaganda antianarquista y antibolchevique (aunque la trama ataca las actitudes feudales de la aristocracia en los primeros minutos de la cinta, la historia denuncia sobre todo el anarquismo de la revuelta en clara referencia a lo sucedido en Rusia unos pocos años antes del estreno; por si hubiera alguna duda, Griffith explica su posición en el primer intertítulo de la cinta) influyera tanto en el cine soviético: el montaje que ya utilizaba Griffith es amplificado por Eisenstein y Pudovkin en sus magníficas propuestas.
Con la inestimable ayuda de su operador, Billy Bitzer (el primer gran director de fotografía), Griffith experimenta con el objetivo, el movimiento de cámara y la luz para sus propósitos expresivos. Es un pionero del travelling (inventado por nuestro compatriota Segundo de Chomón, según varios autores); mueve la cámara hacia los personajes, o los personajes hacia la cámara para dar sensación de profundidad; utiliza el primer plano y los insertos de planos detalle, para que el punto de vista del espectador no sólo se fije en el encuadre tradicional, sino que supere la frontalidad teatral y se acerque mucho más a la historia.
Además se implicaba con los actores. Griffith era un director que utilizaba siempre a su grupo de profesionales (como harían Ford y otros) y conocía muy bien sus posibilidades. Un ejemplo lo tenemos con las hermanas Gish: Lillian la más conocida de las dos (en parte porque casi todas las películas de Dorothy han desaparecido) era mejor como actriz dramática, mientras Dorothy, mucho más alegre, era muy buena en las comedias. La posibilidad de que Dorothy interpretara el papel de Henriette, mientras que el de la ciega y sufridora Louise lo hiciera Lillian fue sugerido por esta última. Griffith lo tenía claro: la que se iba a enfrentar a la guillotina sería Lillian.
La secuencia elegida para nuestro cine fórum es una de las últimas de la película. Quizás la más importante, la que viene a continuación del juicio donde Henriette es acusada de traidora y condenada a muerte. Lo que vamos a ver y comentar son, en realidad, dos puntos de vista diferentes de la misma secuencia. En primer lugar, la secuencia sin montaje paralelo, es decir una versión editada que he encontrado en la red para disfrutar de las imágenes (y de la música que acompaña). La segunda, es la versión original, donde vamos a poder observar la habilidad narrativa de Griffith. (No hay acompañamiento musical debido a que youtube me ha censurado el sonido por motivos de copyright que no logro entender).
Lo que acabamos de ver se trata de una edición moderna que centra la acción en Henriette, es decir suprime todo lo que sucede entorno a Dantón, que luego veremos en la versión original. Gracias a este montaje podemos admirar la plasticidad de Griffith y la soberbia actuación de las hermanas Gish, sorprendentemente contenidas para la época.
La secuencia se divide en dos partes: la del traslado de Henriette a la guillotina y la que transcurre en el cadalso. Las referencias a lo largo de la secuencia al Nuevo Testamento son claras. La “pasión” de Henriette incluye desde la corona de espinas (en este caso es una rosca de pan con palos de madera), las burlas de los ciudadanos, el buen soldado, hasta la Verónica, que en este caso es su propia hermana. Es precisamente esa escena la que transmite más emoción, cuando Louise se acerca a Henriette, la abraza, la besa y le seca el rostro. Griffith mantiene el plano mientras Dorothy se aferra a Lillian. El genial director sabe que está rodando algo grande.
En la segunda parte, en la plaza, Griffith juega con la multitud y con los primeros planos. Hay pequeños detalles que hacen del conjunto una obra maestra: Bitzer utiliza el efecto de las bandas opacas para resaltar los tambores que anuncian la ejecución (un antecedente al formato panorámico); mientras Lillian Gish sigue con su sufrimiento, a su hermana ciega le giran la cabeza en dirección al patíbulo. Son momentos de angustia entre los que destaca la mirada de súplica al verdugo (insisto en la contención de la interpretación de Miss Gish) y el final: siempre me ha impresionado el balanceo de Henriette sujeta a la tabla de madera para colocarla boca abajo, en posición mortal. Me recuerda a esa otra imagen, casi de película de terror, cuando ejecutan a una bruja en otra obra maestra: Dies Irae (Carl Theodor Dreyer, 1943).
Esta es la versión original, donde Griffith se luce con el innovador montaje paralelo. Une las dos acciones (la de Henriette y la de Dantón), alternando las escenas. Al principio de una duración mayor, pero a medida que se acerca el final, el tiempo entre secuencias va disminuyendo. Este efecto consigue aumentar la tensión. Es su famoso Last-Minute Rescue que tanto se utilizara en los seriales donde las heroínas eran rescatadas en el último segundo. Griffith se permite una licencia histórica –y se pasa con ella- cuando incluye a Robespierre como “malo” de la película y a Dantón prácticamente como el héroe salvador.
Como citábamos en la reseña, en las escenas donde Dantón pide clemencia hacia su protegida, Griffith utiliza muy bien a los extras y rueda planos generales donde predomina lo horizontal para dar sensación de multitud, con planos donde los actores se acercan a la cámara para resaltar la profundidad. También se puede apreciar el uso del travelling en las tomas de la tropa que acude al rescate; y el montaje: pasando del plano general al primer plano de Dantón o a las patas de los caballos; e incluso las osadas angulaciones para acentuar el estrés, como el violento contrapicado cuando los jinetes atraviesan un arco. Estamos seguros de que Eisenstein tomaría buena nota de todo ello para su teoría del montaje de atracciones y su Acorazado Potemkin.
¿Llegará a tiempo Dantón para detener la ejecución y salvar a Henriette?
Lo que acabamos de ver se trata de una edición moderna que centra la acción en Henriette, es decir suprime todo lo que sucede entorno a Dantón, que luego veremos en la versión original. Gracias a este montaje podemos admirar la plasticidad de Griffith y la soberbia actuación de las hermanas Gish, sorprendentemente contenidas para la época.
La secuencia se divide en dos partes: la del traslado de Henriette a la guillotina y la que transcurre en el cadalso. Las referencias a lo largo de la secuencia al Nuevo Testamento son claras. La “pasión” de Henriette incluye desde la corona de espinas (en este caso es una rosca de pan con palos de madera), las burlas de los ciudadanos, el buen soldado, hasta la Verónica, que en este caso es su propia hermana. Es precisamente esa escena la que transmite más emoción, cuando Louise se acerca a Henriette, la abraza, la besa y le seca el rostro. Griffith mantiene el plano mientras Dorothy se aferra a Lillian. El genial director sabe que está rodando algo grande.
En la segunda parte, en la plaza, Griffith juega con la multitud y con los primeros planos. Hay pequeños detalles que hacen del conjunto una obra maestra: Bitzer utiliza el efecto de las bandas opacas para resaltar los tambores que anuncian la ejecución (un antecedente al formato panorámico); mientras Lillian Gish sigue con su sufrimiento, a su hermana ciega le giran la cabeza en dirección al patíbulo. Son momentos de angustia entre los que destaca la mirada de súplica al verdugo (insisto en la contención de la interpretación de Miss Gish) y el final: siempre me ha impresionado el balanceo de Henriette sujeta a la tabla de madera para colocarla boca abajo, en posición mortal. Me recuerda a esa otra imagen, casi de película de terror, cuando ejecutan a una bruja en otra obra maestra: Dies Irae (Carl Theodor Dreyer, 1943).
Esta es la versión original, donde Griffith se luce con el innovador montaje paralelo. Une las dos acciones (la de Henriette y la de Dantón), alternando las escenas. Al principio de una duración mayor, pero a medida que se acerca el final, el tiempo entre secuencias va disminuyendo. Este efecto consigue aumentar la tensión. Es su famoso Last-Minute Rescue que tanto se utilizara en los seriales donde las heroínas eran rescatadas en el último segundo. Griffith se permite una licencia histórica –y se pasa con ella- cuando incluye a Robespierre como “malo” de la película y a Dantón prácticamente como el héroe salvador.
Como citábamos en la reseña, en las escenas donde Dantón pide clemencia hacia su protegida, Griffith utiliza muy bien a los extras y rueda planos generales donde predomina lo horizontal para dar sensación de multitud, con planos donde los actores se acercan a la cámara para resaltar la profundidad. También se puede apreciar el uso del travelling en las tomas de la tropa que acude al rescate; y el montaje: pasando del plano general al primer plano de Dantón o a las patas de los caballos; e incluso las osadas angulaciones para acentuar el estrés, como el violento contrapicado cuando los jinetes atraviesan un arco. Estamos seguros de que Eisenstein tomaría buena nota de todo ello para su teoría del montaje de atracciones y su Acorazado Potemkin.
¿Llegará a tiempo Dantón para detener la ejecución y salvar a Henriette?
Pues otra que no he visto pero es que tengo pendiente empaparme de todo el cine de Lillian Gish porque me lo han aconsejado ya varias veces. La veré.
ResponderEliminarPues te animo a verla, Marcos. Y desde luego Lillian Gish está magnífica. Toda una profesional, con una larga carrera; y no sólo en el cine mudo (recordemos "La Noche del Cazador" o "Duelo al Sol"). De todas formas creo que en ésta peli y en "El Viento" es donde más me ha gustado.
ResponderEliminarSaludos!
Uff!Ethan,
ResponderEliminarespero que llegue a tiempo el tal Danton para salvar a esa pobre mujer del semejante ejecución!da gusto leerte,porque además de toda la información para valorar la obra,se nota que disfrutas con el cine,y eso,me parece a mí,es lo más importante.
saludos cordiales!
Pues para saber si llega a tiempo te recomiendo que veas esta maravilla de película, troyana. Sí que disfruto del cine, igual que tú. Es que joyas como esta te hacen amarlo además de comprender cómo nació.
ResponderEliminarUn beso.
Ya volveré para hablar de la peli. De momento, manifestarte mi entusiasmo por la nueva pinta que tiene tu blog, Ethan.
ResponderEliminarLa verdad es que la plantilla anterior era bastante sosa, gracias Raúl.
ResponderEliminarHola amigo ethan ,veo que has modificado el blog ,yo ayer estuve también por ahi cambiando cosas que siempre va bien para mejorar el look del blog ,te quedó muy bien,saludos!
ResponderEliminar¡¡Griffith!!
ResponderEliminarHay que ser muy grande para llevar a unos estudios a la bancarrota.
Y mucho más para inventar los montajes en paralelo, que siguen en uso.
Gracias por recordárnoslo, y por citar esta película que no he visto.
Recuerdo haber leído, que con el tiempo, en las fiestas de Hollywood a él lo dejaban en un rincón, él que inventó el cine moderno.
Estrenas nueva imagen con un post por todo lo alto, magnífica entrada. Y, efectivamente, tomó buena nota del curso de montaje que ofreció El Acorazado, que barbaridad! Por cierto, acabo de leer tu post sobre esta película, que no lo conocía. Totalmente de acuerdo, saludos!
ResponderEliminarGracias, Angel. Hay que cambiar el look de vez en cuando, sobre todo si no termina de gustarte el que tiene el blog.
ResponderEliminarEs verdad, Igor, el Hollywood que tanto le debía lo dejó apartado. Decían que ni siquiera le atendian al teléfono.
Babel: Griffith, Eisenstein, cada obra suya era una revolución cinematográfica, era un paso de gigante cuando el cine apenas sabía caminar.
Saludos!
No la he visto, pero vaya que sí entran ganas de hacerlo después de leerte... Intentaré poner remedio. Por cierto, vistosa plantilla.
ResponderEliminarUn abrazo.
Creo que de Griffith al menos hay que ver "El Nacimiento de una nación", "Intolerancia", "Lirios Rotos" y estas "Dos Huérfanas". Claro que hay muchas más ("Las dos tormentas" podríamos incluir también), pero esto nos dará una idea de lo que hizo este señor. Un abrazo, Kinezoe.
ResponderEliminarObviando la propaganda pro-occidental al inicio de la película, lo demás de la película es interesante, lamentablemente fue la última vez que trabajaron las hermanas Gish con Griffith y fue un fracaso en su época. No está a la altura de los Lirios Rotos, Intolerancia o la abiertamente racista El Nacimiento de una nación. Yo la tengo guardada ésta de las huérfanas entre mi carpeta de cine silente en mi ordenador. Junto con Los Lirios Rotos.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo en ordenar esta película después de esas obras maestras que fueron "El nacimiento de una nación", "Intolerancia" y "Lirios rotos". Aunque yo no me alejaría mucho de ellas.
EliminarSaludos y bienvenido al blog!!