En los albores
del cine negro, rozando el cine de gangsters,
la Warner Brothers se tomó un respiro para producir un policíaco, digamos
convencional, con un guión más suave que sus precedentes en el género. Un filme con alguna sorpresa, ideal para rascar en él con el
objetivo de descubrir algunos elementos atractivos, teñidos de oscuro, tan del
gusto del cinéfilo amante del noir.
G-Men
fue la primera película dedicada al FBI (G-Men= Hombres del Gobierno), contó con la bendición del propio Edgar Hoover, fue realizada por el director especializado en aventuras, William Keighley, y
protagonizada por James Cagney que, fuera de todo pronostico, se encuentra en esta
ocasión en el lado correcto de la ley. Ambos, director y actor, bajo nómina de
Jack Warner, colaboraron en multitud de largometrajes, muchos de ellos dentro
de la serie de películas que hicieron juntos Cagney y, el casi siempre
empalagoso, Pat O’Brien.
La cinta es una
especie de reconstrucción histórica de los primeros años de los agentes
especiales federales, cuando aún no les permitían llevar armas y cuando los
delincuentes podían escapar con tan sólo cambiar de estado. Ambas
limitaciones cambiaron con los años, pero en aquel momento les daba un aire
romántico a los G-Men. Una circunstancia que supieron aprovechar Keighley, el guionista Seton I. Miller, responsable también del argumento, y los autores del prólogo que años después se añadió al filme con motivos puramente propagandisticos, con el objetivo de reclutar a nuevos agentes. La
historia, nominada al Óscar, estaba en realidad basada en la novela “Public Enemy Nº 1” de, nada
menos que, Darryl F. Zanuck (su nombre sería asociado a la Fox durante décadas como
el brillante productor que fue, aunque hasta 1933 había trabajado en la Warner
como guionista) y contenía algunas secuencias extraidas de casos reales.
Pero vayamos al cambio
de rol de James Cagney, que seguramente sea lo más interesante de la película.
Un cambio que no llega a ser total si tenemos en cuenta que su personaje, el
agente especial “Brick” Davis, procede de los bajos fondos y ha
sido criado entre gánsteres. Davis llega a confesar que se dedica a servir a la
ley porque estaba harto de llevar esa vida entre delincuentes. Frase que se nos
antoja un guiño al encasillamiento que el actor sufría en la realidad cuando la
mayoría de los papeles que le ofrecían entonces eran de criminal. La ambigüedad
en ciertas secuencias, cuando Davis se debate entre ayudar a sus antiguos
compañeros o luchar contra ellos, es un loable intento —lástima, se queda sólo
en eso— de inaugurar antes de tiempo el
ciclo negro.
En G-Men
—inevitable—, Cagney se enfrenta a sus antiguos compañeros y se debate entre los
favores de una cabaretera (Ann Dvorak), más propia del entorno de su infancia,
prima segunda de las femme fatales
que inundarán la pantalla en la década siguiente, y el amor de la hermana de su
jefe en el FBI (Margaret Lindsay). La película resulta claramente moralizante: no
sólo gana el FBI, sino que también la mujer "buena" se impone a la
"mala". Tal estructura maniquea aleja el filme del noir y también de un mayor interés.
A pesar de todo,
la dirección e interpretación de los actores es correcta. De los segundos
destaca un joven Lloyd Nolan, notable secundario que debuta gestionando con efectividad su
registro habitual de policía; si bien se encuentra, como el resto del elenco,
ensombrecido por la figura de James Cagney. Y es que el no demasiado alto actor
(1,65 de estatura), paradójicamente, inunda la pantalla, sobre todo cuando
recurre a su característica crispación: atentos a esos gestos donde Cagney se
resiente algo del papel de bueno cuando ofrece una sonrisa tan heladora que encajaría
mejor con algún personaje del otro bando. No, no es cine negro, pero por
momentos se le parece.
Ver ficha de G-Men.
Hola Ethan. Me alegra encontrar aquí esta película de la que disfruté no hace mucho. Sí, Cagney estaba algo encasillado pero merece la pena ver el papel que desarrolla aquí, en su pleno apogeo. Me gustó. Saludos.
ResponderEliminarEs curioso verle de este lado de la ley, pero a pesar de ser el "bueno" no creas que Cagney abandona esas poses de bad boy que provocan tanta inquietud.
EliminarUn abrazo!
Hola Ethan!! Me encanta Gagney en sus papeles de malo, al igual que G. Robinson, al que siempre imagino en papeles de gansters
ResponderEliminarEsta película que mencionas, la vi hace muchísimo tiempo, y gracias a ti me han entrado ganas de verla otra vez
Un abrazo Ethan!
Oye, y ¿nunca coincidieron en alguna película? Buena pregunta para los lectores, a ver si alguien puede contestarla.
EliminarUn abrazo!
Lo que daría de sí el tema más adelante.
ResponderEliminarVer a Cagney siempre es un gusto.
Pues sí, pero más adelante a este personaje le asaltarían las dudas, probablemente se implicaría en algún delito y se enamoraría perdidamente de la mujer fatal, y todo lo veríamos mucho más oscuro. Qué delicia el cine negro ¿no?
EliminarCagney es de los mejores del género!! No recuerdo haber visto esta película pero sí otras de esa época y género, que siempre me gustan.
ResponderEliminarSaludos.
Un mito, ¿no? Un ejemplo para los que vinieron después, nadie como él para hacer de la crispación todo un arte jajaja.
EliminarSaludos.
No me suena, tengo que buscarla.
ResponderEliminarVengo y suelo llevarme cine del que me gusta, de ese que ya tiene unos años.
Gracias
Cine clásico, que sería de nosotros sin él.
EliminarGracias a ti por venir por aquí.
Un abrazo.
Pues sí, al gran James Cagney no le hacían falta centímetros para dar fe de su "estatura" cinematográfica.
ResponderEliminarSaludos.
No le importaba nada tener que vérselas con gente que le doblaba la estatura, menudos directos al estómago se gastaba, o eso o unos cuantos balazos, la talla es lo de menos jajaja. Grande Cagney!
EliminarLa Warner, que por entonces producía a un ritmo endiablado, tras algunas magníficas y "negras" películas en las que el héroe central era un gangster ("HAMPA DORADA", "THE PUBLIC ENEMY", etc), debemos suponer que quiso (o tal vez la "obligaron" a) dar un giro al enfoque y contar una historia parecida, pero desde el punto de vista de los defensores de la ley. El resultado, en cualquier caso, fue una dinámica cinta de perfecta construcción narrativa moviéndose, eso sí, sobre parámetros consabidos, con personajes tal vez algo tópicos, pero expertamente dibujados para que el público de la época entrara en la película con facilidad. Vista hoy (bueno, hace dos años cuando la vi por última vez) chirrían algunos de los mecanismos que la sostienen.
ResponderEliminarUn saludo.
Eso creo yo, demasiado honor para los gánsteres en la gran pantalla, representados por estrellas como Cagney, así que a dar un cambio, a ser más "buenos", y ojo, ya con el código Hays en marcha, obligatorio desde 1934. Gracias por el acertado comentario y un saludo.
EliminarEthan, Un film más que interesante del no menos atractivo director W. Keighley, que volvió a trabajar con la bestia Cagney. En algún film más. Evidentemente, fue todo un recital de publicidad en periodo muy conflictivo en USA. El FBI, buscaba apoyo entre sus ciudadanos. Estaba hecho un andamio y con una reputación de echar a correr. Su mejor asesor de marketing fue, el mismo director de la empresa; E. Hoover. Disfrutaba con estos films y se movía como pez en el agua moldeándo lo que fue su verdadero amor; el FBI. Utilizó los mismos resortes que hacían felices a los espectadores pero dando la vuelta de tuerca con el gangster por excelencia. Cagney lo borda porque es un ser especial. No volveremos a ver otro Cagney como su proyección kármica de los 90, Gandolfini. Roosevelt heredaba el Codigo Hays, y las herencias de los dos Hoover. A veces, la carga el diablo. Insisto un director, con una filmografía a descubrir. Y una duda, Ethan ¿Mervin LeRoy rodó el remake de esta peli con Jack Stewart en los 50? Abrazos y bienvenido a la nueva temporada
ResponderEliminarJCA
Cierto, "The FBI Story", con Stewart al mando, la vi hace una eternidad y diría que es inferior a la de Keighley, digamos con más cantidad de propaganda por fotograma. Keighley era un todoterreno de la Warner, con pelis muy, muy atractivas, con Cagney hizo más de una, sobre todo aquellas de aventuras dentro de la serie con Pat O'Brien: "The Fighting 69" y "Torrid Zone", dos pelis algo desiguales, pero que se ven muy bien gracias a Cagney (O'Brien como siempre muy soso). Pues nada amigo, aquí estamos una temporada más. Un abrazo.
EliminarParece que Cagney y Robinson coincidieron en una película bordeando casi el cine mudo, en 1931, titulada "Smart Money", que no he visto. Cagney es un actor increíble. Ni haciendo de poli puede evitar ese puño amenazante. Sus películas, sobre todo éstas tan antiguas, hay que verlas en original. Un abrazo.
ResponderEliminarNo la he visto, supongo que también de la Warner. Gracias por el dato, Juan, y un abrazo!
EliminarEl enemigo público numero uno reconvertido en el agente federal número uno. El asunto tiene guasa. Cagney, inmenso; como siempre.
ResponderEliminarSaludos, Anna
Es la principal curiosidad de la cinta: ver a Cagney a este lado de la ley. Decir que no hay mucha diferencia en su actitud, si tenemos en cuenta cómo se las gasta el amigo. Que tengan cuidado "los malos". Saludos!
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