El extraño caso de Manoel de Oliveira, deberíamos decir. Un director con 102 primaveras que sigue haciendo una película al año —a veces se permite el lujo de hacer también un corto—. Y no una película cualquiera, sino un filme que suele colocar en los más prestigiosos certámenes (Cannes y Toronto en este caso) donde se lleva, como poco, buenas críticas.
Quizás por lo cercano de un cine que se salta lo peninsular para acercarse más al punto de vista francés. (Rohmer, Rivette, etc., podrían estar ahí, junto a Oliveira que, por otro lado, ya ejercía cuando ellos todavía eran unos niños). Cierto que su filmografía peca de minoritaria, pero mantiene un tono literario y pausado que gusta a sus incondicionales entre los que nos encontramos desde hace bastante tiempo, concretamente desde que nos deslumbró aquel Valle Abraham (Vale Abraao, 1993).
El Extraño caso de Angélica es un cuento, una fábula, un sueño. Según el director portugués, la cinta esta basada en una experiencia propia y en un proyecto que llevaba guardado en el cajón desde los años cincuenta. La trama es muy sencilla: un fotógrafo (Ricardo Trepa) interesado en las antiguas costumbres, en las labores del campo a la manera tradicional, es contratado por una familia de la nobleza para retratar el cadáver de una mujer fallecida poco después de su boda. Esa noche, mientras está efectuando su trabajo, mientras el objetivo de su cámara enfoca el rostro de la joven (Pilar López de Ayala), cree observar como la finada le devuelve la mirada con sonrisa incluida. A partir de aquí, el fotógrafo, como si fuera una más de sus instantáneas, quedará impresionado por la imagen de la joven y obsesionado por ella.
En su penúltima película (¡ya tiene otra en preproducción!) el realizador centenario parece dialogar con la muerte: a su edad, no le incomoda el trato cercano con la parca e incluso se alía con ella en este singular y sosegado largometraje. Y es que Oliveira no se da ninguna prisa en retratar la “enfermedad” del joven y su evolución. Encuadra en planos fijos al fotógrafo, que permanece en una especie de trance a medio camino entre la realidad y el más allá, entre la necrofilia y el amour fou. Sólo mueve la cámara cuando la acción que se muestra pertenece a lo onírico, a la fantasía.
Aunque, en entrevistas recientes, el director niega cualquier referencia al pasado y afirma que ha querido llevar el antiguo guión al momento actual, sin embargo, es innegable que la actitud del protagonista pertenece a otra época. También su indumentaria, casi decimonónica, así como el ambiente y el vestuario de la mansión donde transcurren los sorprendentes hechos. La insistencia en retratar a los campesinos con el azado, sin maquinaria, van en ese mismo sentido. Vemos una correspondencia clara entre el antagonismo presente-pasado, en el comportamiento de los personajes, y el contraste, realidad-ficción, o mejor dicho, vida-muerte, de la trama principal. Y probablemente sea eso lo más atractivo de la buena película de Manoel de Oliveira.
Ver Ficha de El Extraño Caso de Angélica.
Quizás por lo cercano de un cine que se salta lo peninsular para acercarse más al punto de vista francés. (Rohmer, Rivette, etc., podrían estar ahí, junto a Oliveira que, por otro lado, ya ejercía cuando ellos todavía eran unos niños). Cierto que su filmografía peca de minoritaria, pero mantiene un tono literario y pausado que gusta a sus incondicionales entre los que nos encontramos desde hace bastante tiempo, concretamente desde que nos deslumbró aquel Valle Abraham (Vale Abraao, 1993).
El Extraño caso de Angélica es un cuento, una fábula, un sueño. Según el director portugués, la cinta esta basada en una experiencia propia y en un proyecto que llevaba guardado en el cajón desde los años cincuenta. La trama es muy sencilla: un fotógrafo (Ricardo Trepa) interesado en las antiguas costumbres, en las labores del campo a la manera tradicional, es contratado por una familia de la nobleza para retratar el cadáver de una mujer fallecida poco después de su boda. Esa noche, mientras está efectuando su trabajo, mientras el objetivo de su cámara enfoca el rostro de la joven (Pilar López de Ayala), cree observar como la finada le devuelve la mirada con sonrisa incluida. A partir de aquí, el fotógrafo, como si fuera una más de sus instantáneas, quedará impresionado por la imagen de la joven y obsesionado por ella.
En su penúltima película (¡ya tiene otra en preproducción!) el realizador centenario parece dialogar con la muerte: a su edad, no le incomoda el trato cercano con la parca e incluso se alía con ella en este singular y sosegado largometraje. Y es que Oliveira no se da ninguna prisa en retratar la “enfermedad” del joven y su evolución. Encuadra en planos fijos al fotógrafo, que permanece en una especie de trance a medio camino entre la realidad y el más allá, entre la necrofilia y el amour fou. Sólo mueve la cámara cuando la acción que se muestra pertenece a lo onírico, a la fantasía.
Aunque, en entrevistas recientes, el director niega cualquier referencia al pasado y afirma que ha querido llevar el antiguo guión al momento actual, sin embargo, es innegable que la actitud del protagonista pertenece a otra época. También su indumentaria, casi decimonónica, así como el ambiente y el vestuario de la mansión donde transcurren los sorprendentes hechos. La insistencia en retratar a los campesinos con el azado, sin maquinaria, van en ese mismo sentido. Vemos una correspondencia clara entre el antagonismo presente-pasado, en el comportamiento de los personajes, y el contraste, realidad-ficción, o mejor dicho, vida-muerte, de la trama principal. Y probablemente sea eso lo más atractivo de la buena película de Manoel de Oliveira.
Ver Ficha de El Extraño Caso de Angélica.
Hola,
ResponderEliminarCon todos los respetos. Vi el tráiler. No es lo mío.
Del caso, lo que me alucina es este señor Director. ¿Cómo se puede tener tanta energía a esa edad? Es un portento.
Saludos.
Hay cierto cine que cuesta que se vea en Latinoamérica, este es uno. Se pueden atrapar películas en centros culturales, alguna que otra sala de cine alternativo de las capitales o bien en estos festivales especiales de las embajadas.
ResponderEliminarA veces es impensable aunque esté un país a la par del otro conocer sus películas. Ejemplo Centroamérica no sabrá del cine Boliviano y ni qué decir del Ecuatoriano y suerte de vida si hay algo Venezolano que no sea una telenovela, que sea recordada por la gente. ¿Por qué digo todo esto?, porque me encantaría poder acceder a algunas cintas y directores como este, pero solo es por la red.
En fin, algún día será.
un abrazo
Imprecionante Oliveira. Aunque no es un director que me fascine, encuentro que tiene momentos interesantes en sus filmes. Pero lo que sorprende es su vitalidad, como la del arquitecto brasileño Niemeyer. Bravo por ellos.
ResponderEliminarUn besito
Isabelnotebook
Tengo deseos de ver cine de Portugal, por eso la reseña me ha gustado mucho, me parece estupendo que éste director tenga más de 100 años y continue trabajando, es una muestra de la intesidad que uno le pone a la vida más que a razón de una edad biológica de la misma. La historia central me parece interesante y me crea curiosidad saber como la ha desarollado. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
Esta se me escapó de la cartelera, en mic ciudad solo estuvo una semana y fue imposible verla en esas fechas. Oliveira, denostado y alabado, la verdad es que con 102 años y un carrerón a sus espaldas, continua haciendo el cine que le da la gana. Tiene su mérito el asunto, si además te gusta, como es mi caso, pues más aún. ¿Has visto Singularidades de una chica rubia? Otra que duró dias escasos en cartel.
ResponderEliminarUn saludo ;)
No me llama mucho la atención su cine...pero pensé que había muerto ya. Que monstruo :)
ResponderEliminarEthan: de Angelopoulos nos llevas ahora a Manoel de Oliveira. Un paso que significa para el aficionado al cine una auténtica prueba de resistencia (test stress), hoy tan de moda en bancos y cajas a punto de quebrar.
ResponderEliminarLa última película que visioné de Oliveira creo que fue "El convento". Y, amigo mío, me dejó tan KO que todavía no he recobrado el conocimiento del todo. Como puedes comprobar...
Salucines
Igor: Es algo fuera de lo normal. Y si alguien tiene duda de si realmente existe o es como el Cid, cuando le llevaron atado a su caballo, doy fe que este señor es real. Hace un par de años estuvo aquí dando una conferencia y sometiéndose a las preguntas de los ciudadanos y presentando una peli suya al festival de cine.
ResponderEliminarh.j.: Al menos queda este recurso, claro que no es lo mismo. De todas formas te diré que esta película la he visto en la gran pantalla, pero en una sala de esas alternativas que dices tú, en versión original y subtitulada (lo cual es bueno).
Isabel: chapó por ellos.
Mario: la ha desarrollado fiel a su estilo, con lentitud premeditada, reflexionando en cada encuadre.
babel: aquí aún está en cartel, en sala de V.O.S. "Singularidades de una chica rubia" creo que ni se estrenó por estos lares.
Explorador: vivito y coleando, preparando ya su próxima película.
Fernando: tenía que haber puesto un western entre las dos (jajajaja). Bueno son dos estilos diferentes, pero pausados ambos, eso sí.
"El Covento" la vi, pero no me llegó tanto como otras de Oliveira: "La Carta", "El Valle Abraham" o "Viaje al principio del mundo", por ejemplo; y eso que contaba con un reparto de excepción (Malkovich, Deneuve).
Saludos!
Particularmente, creo que está bien hilada la obsesión del fotógrafo, pero no la considero de sus mejores películas, las que más me gustan de él ya quedan muy lejos. Hablo de Benilde ou a Virgem Mãe, Amor de perdición, Zapato de raso y el valle de Abraham. Tampoco las he visto todas. Un saludo.
ResponderEliminarDe acuerdo contigo, no es de sus mejores películas, y tampoco las he visto todas, pero se deja ver con mucho agrado.
ResponderEliminarSaludos!
Por lo que cuentas, no digo que no sea interesante, pero no me tienta mucho.
ResponderEliminarUn abrazo
Lo entiendo, Elvira. El cine de Oliveira es muy minoritario, por lo menos aquí, en España; tienes que haber visto varias pelis suyas para que te atraiga, independientemente del tema.
ResponderEliminarSaludos!
El cine prolonga la vida, no sólo en sentido metafórico. Y sin merma de calidad, por supuesto.
ResponderEliminarSaludos.
Y supongo que también la prolonga el dedicarte a lo que te gusta y no perderle nunca la afición.
ResponderEliminarSaludos!
Muy buena entrada!
ResponderEliminarMe gusta tu blog , espero te pases por el mio tambien y puedas ver mis estradas y seguirme
Cuidte! Un abrazo
TE SIGO!
Bienvenido Jimy!!
ResponderEliminarA vezzes, ocurren cosas muy extrañas. Hay tormentas de cangrejos, de sapos que lo inundan todo. Hay países lejanos en donde crezzen caléndulas en las tuberías y acontezzen los suzzesos en los patios de las casas.
ResponderEliminarEn un sitio que no es oriente (creo que no está orientado al oriente) dan de beber ron a los muertos, en los zzementerios zzelebran banquetes y se rezza para azzertar en el tiro
Una vezz una muerta vestida de novia, le sonrío a un fotógrafo.
Son cosas que me contaba Aurelio
Caperuzzita
UNA POSSDATA QUE NO TIENE NADA QUE VER, PERO QUE ME DA LA GANA
Possdata: Me tragué hora y media de metraje sobrante
Pero, allí estaban
Los ojos de Jack Sparrow
No aguanto a los piratas esos, tanta tontería junta...
ResponderEliminarSí me gustan los comentarios de Caperuza.
PD: te veo algo "desorientada"
wow quiero verla.
ResponderEliminarSeguro que no te deja indiferente, David!
ResponderEliminarYa la vi, quiero ver más cine de De Oliveira. Por ahí he leído de uno que él hizo dirigiendo a Catherine Deneuve y Jhon Malcovich.
ResponderEliminarTe refieres al "Convento", recomendable para el que le guste este cine literario, pausado y fascinante; como todas las de Oliveira. Si no has visto su cine, mejor que el "Convento" échale un vistazo a "El Valle Abraham", a "La Carta", "La Caja", "Inquietud", "Viaje al principio del Mundo", son algunas de las que he visto y a mí me gustaron, en especial las dos primeras. Saludos!
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