Es una película coral del, primero guionista Paul Haggis, pero a diferencia de las cintas de Robert Altman (verdadero especialista en este tipo de historias) o de su discípulo aventajado Alan Rudolph, Haggis propone una especie de fábula donde la casualidad y la falta de realismo es lo de menos, lo principal es el tono moralizante del largometraje y su conclusión, que podría ser la siguiente: "Todos los hombres tiene un lado bueno y uno malo, cada uno de ellos sale a relucir dependiendo del entorno en que se mueven y de las reacciones de los demás". Así un policía racista trata de mala manera a una pareja de color cuando ha visto que a su padre no le pueden curar médicos negros; mientras, otro agente, esta vez afroamericano, tiene que declarar en contra de un compañero blanco para así salvar a su hermano delincuente.
Los acontecimientos harán que cambien de actitud y el espectador asiste a esa evolución, a veces sorprendido, como en la historia de la "capa invisible", y otras indignado como cuando el fiscal del distrito quiere disimular un reciente asalto por motivos electorales. Todas las historias se cruzan como en las mejores cintas corales y todas concluyen de una forma opuesta a como empezaron para reforzar la tesis de Haggis que consigue, de esta forma, una película redonda.
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