Contemporáneo de otras nueva olas que surgieron a finales de la década de los cincuenta, el Free Cinema nació como parte de un todo artístico que quería plasmar la realidad social a través de sus distintas formas de expresión. Junto a Karel Reisz -uno de los directores comprometidos con dicha corriente-, Tony Richardson, Jack Clayton, John Schlesinger y Lindsay Anderson -entre otros- consiguieron darle la vuelta a todo el sistema de producción del Reino Unido con sus películas independientes; ellos apostaron por un cine joven y fresco mientras el resto del panorama cinematográfico anglosajón se hundía en una crisis sin precedentes.
Lo realmente novedoso de filmes como Saturday Night and Sunday Morning, es la cercanía de los personajes. Los “héroes” dejan de ser distantes para el público; el espectador se identifica con ellos y la sensación de que cualquiera podría ser el protagonista de la historia se convierte en el mayor atractivo de la cinta. En el arranque de Sábado Noche…, Karel Reisz presenta a Arthur, un vulgar obrero de una de las muchas fábricas que pueblan las ciudades industriales británicas. Sus pensamientos resuenan en los créditos, y no pueden ser más directos: alejados de toda intelectualidad, y sumergidos en la dura realidad, expresan los deseos de aguantar la semana como se pueda, trabajando lo mínimo admisible, para luego gastarse la paga el sábado, cogerse la borrachera de turno y acostarse con chicas ocasionales que no supongan ninguna responsabilidad añadida.
Sólo las ideas aparentan progresismo cuando Arthur critica la explotación de la clase obrera, o la urbanización arrolladora, alienante y especulativa. Pero es una ideología falsa. Son creencias que finalmente no cuajan debido a la propia crispación del personaje que no piensa mover un dedo para luchar por ellas. Prefiere vivir lo mejor posible y aprovecharse de la situación al menor descuido de la sociedad en la que le ha tocado vivir.
Los decorados realistas por donde transitan los personajes son siempre los mismos: los suburbios de la ciudad y sus alrededores; las ruidosas tabernas donde el sudor se mezcla con la cerveza negra y la risa se convierte en amargura; y las diminutas habitaciones de unos adosados que, a modo de nichos, circunvalan a las humeantes chimeneas de las fábricas, primas hermanas de las que emergen de los crematorios.
La cámara que acompaña a la trama, se vuelve inquieta de forma progresiva y se rebela como hacen los personajes. Los encuadres fijos dan paso a angulaciones extrañas y a seguimientos de la acción con "cámara al hombro". La crispación transforma el objetivo; y la fotografía se torna en obscura a medida que lo hace la narrativa a la que adorna.
Para asociar el protagonista desencantado con un rostro de joven duro e inconformista nada mejor que acudir a Albert Finney. Eso debió pensar Karel Reisz con muy buen criterio. El impagable actor ya pertenece a la talentosa serie de profesionales que interpretaron a los personajes del Free Cinema; junto a él, Tom Courtenay, Alan Bates, Laurence Harvey o Richard Burton, este último protagonista de Mirando hacia atrás con ira (Look Back in Anger, Tony Richardson, 1958), la cinta de la que se ha extraído el calificativo de “jóvenes airados” para nombrar a los personajes e intérpretes de dicho movimiento.
Una tendencia cinematográfica tan importante que ha evolucionado hacia el cine de directores como, por ejemplo, Ken Loach o Michael Winterbotton; y que ha provocado la aparición del típico realizador británico “dual”: aquél que hace películas de índole comercial en Estados Unidos y personales, de temática social, en su país (Neil Jordan, Stephen Frears, el propio Schlesinger, etc.).
La influencia del Free Cinema es tan extensa, en el tiempo y en las distintas formas de expresión, que grupos de rock actuales como Los Artic Monkeys deben el título de su primer álbum, “Whatever People Say I Am, That's What I'm Not”, a una de las frases del guión de una célebre película: Sábado Noche, Domingo Mañana.
Vayamos ya a la secuencia a analizar. Se trata de una escena de la segunda mitad de la película: Arthur (Albert Finney) tiene una cita con Brenda (Rachel Roberts). Los dos amantes se reúnen para tratar del embarazo no deseado de ella, fruto de la relación adúltera que ambos profesan (Brenda está casada con otro obrero al que Arthur detesta).
La secuencia arranca con la llegada de Brenda a lo que parece un mirador. En el plano justo anterior al comienzo de la escena (fotogramas que no he podido incluir) se ve como Brenda sube una empinada cuesta para llegar al lugar de la cita. Reisz anuncia, con esa toma, la pesada carga que lleva la mujer, y lo difícil que le va a resultar solventar la situación, sobre todo teniendo en cuenta el carácter egocéntrico de su amante.
A partir de aquí, la secuencia se estructura en dos partes muy diferenciadas: en la primera, la pareja dialoga apoyada en la barandilla de la terraza. Destaca el "paisaje" (aludido de forma irónica por Arthur) que se divisa desde el mirador: una panorámica de la ciudad cubierta de una pesada niebla, presidida por las chimeneas de una fábrica pestilente, que sustituye a lo que debería ser un monumento, una iglesia o una catedral. Es el “decorado” antes mencionado. Un telón de fondo muy adecuado para la desagradable conversación que mantiene la pareja: el último intento –fallido- de aborto.
La escena pasa a la segunda fase cuando Brenda, bruscamente, cambia de tema para preguntarle si le está engañando con otra mujer. Es cuando los amantes atraviesan un arco y se refugian en una especie de callejón oscuro; el escondite que les proporciona el director para que sus miserias no salgan a la luz del día.
Por último, añadir un detalle: justo antes de llegar al pasadizo, Brenda se cruza con una pareja de ancianos que pasean felices del brazo. Es el futuro que hubiera soñado para ella, pero que, inevitablemente, se aleja para siempre…
Necesario reconocimiento de esta estupenda película basada en la obra de Alan Sillitoe uno de los escritores más interesantes de los años sesenta.También es deudor de su otra novela no menos genial La soledad del corredor de fondo,dirigida por tony Richardson.
ResponderEliminarUn saludo.
Muy buena escena y me han dado ganas de ver la peli entera...no la he visto. En cuanto al juego de luces y sombras, es que pienso que esto no se puede hacer con el cine en color, es que el cine en blanco y negro contenía toda esa magia que se perdió con el color. En fin, seguiremos viendo blanco y negro.
ResponderEliminarFrancisco:Además el propio Alan Sillitoe fue el encargado de la adaptación de su novela al cine. Allan Sillitoe, junto a John Osborne (dramaturgo) pertenecieron al movimiento desde el principio. De hecho, Osborne, como productor asociado con Tony Richardson, fue el responsable de la mayoría de los títulos ya legendarios de dicha corriente (su productora fue la independiente Woodfall Film Productions), entre ellas la que nombras y la que estamos comentando. Gracias por la aportación y un saludo!
ResponderEliminarDana Andrews:
ResponderEliminarLos que se dedican a la fotografia siempre recomiendan el blanco y negro por sus propiedades expresivas. Desde luego te recomiendo que veas la peli entera cuando puedas. Un saludo!
Muy interesante análisis de la escena y de la película, que por cierto no la conocía y que me la apunto. Evidentemente el B/N da unas opciones que no ofrece el color, por eso se vuelve de vez en cuano a esta opción como en el film británico "Control",una estupenda peli.
ResponderEliminarSaludos
Sí atikus: Además Karel Reisz utiliza las escenas nocturnas para la parte más dramática. Hay una secuencia que es clave, en un parque de atracciones, y que se traslada a callejones oscuros... y hasta aquí puedo contar.
ResponderEliminarSaludos!
Es curioso como una secuencia puede decir tanto de unos personajes construidos a lo largo de toda una película, la cara de desprecio con que ella mira al hombre que en algún momento debió mirar de manera muy distinta, al descubrir que para él, ahora, sólo es un problema a solucionar que le costará 40 libras.
ResponderEliminarInteresante secuencia, que, unido a tu artículo sobre la película y a los comentarios despertó mi interés, intentaré conseguirla, aunque no sé cuando podré verla, llevo intentando hacer hueco para ver la de la niña vampiro desde que se estrenó.
:)
Esa es la diferencia entre un director bueno y uno vulgar o artesano sin más, Vivian. En esta secuencia los rostros dicen casi más que las palabras, pero todo acompaña: el entorno, la luz, los figurantes. Todo perfectamente estudiado para expresar lo que el director pretende.
ResponderEliminarEs curioso pero hace poco pensé en 'la soledad del corredor de fondo' y pensé en recuperarla y comentarla. me parece una peli genial, o así la recuerdo ( hace tiempo que la ví). Y hoy, antes de leer los comentarios pensé en ella. Ahora comprendo por qué. No sabía que eran obras del mismo escritor y esta no la he visto. Pero prometo que la veré. Tu analisis es muy interesante y nos hace muy apatecible de ver. Por cierto, la secuencia es intemporal. Podría estar dandose ahora mismo en cualquier barrio de cualquier ciudad. Un saludo
ResponderEliminarUna pena no poder colgarte y leerte con tranquilidad...
ResponderEliminarYa vuelvo con tiempo.
Excelente post y comentarios que te mandas por ahî.
Creo que ese es el mensaje de estos escritores, dramaturgos y cineastas: los grandes temas para un libro, una obra de teatro o una película, son los pequeños problemas cotidianos que conviven con cada uno de nosotros. Y, como bien dices, algunos carecen de temporalidad lo que hace que las obras de este movimiento sean tan cercanas.
ResponderEliminarSaudos!
Muchas gracias y Bienvenida, Eva!
ResponderEliminarEl blanco y negro tiene magia, no concia la pelicula, pero como sabes adoro todo este tipo de cine y creo que en este sitio, se habla de él, pues me encanta... te seguiré
ResponderEliminarBienvenido Calamarín!
ResponderEliminarAquí hablamos de cine y nos encanta el juego de las luces y las sombras (más sombras que luces como se ha comentado ya en algún post)
Un abrazo.
No guardo datos serios de la película, pues ya no recuerdo cuánto hace que la ví; lo cual va a provocar falta de criterio en mi comentario. Lo siento.
ResponderEliminarLa escena es de lo más impactante, desde su sencillez. Tal y como dice Vivian, tan perspicaz y sutil siempre, la fuerza de las miradas, contienen la esencia del mensaje.
En cuanto a tu reseña, y porque no, a tu entrada en conjunto, no puedo hacer otra cosa que felicitarte (una vez más) por la dedicación y el gusto hasta el detalle, que nos ofreces, Ethan.
Pd.- Siento no profundizar más, y no tratar de estar a la altura de la currada que te has pegado, pero llevo una semana de una falta de tiempo, realmente preocupante.
¿Cuándo juega el tiempo a nuestro favor? Lo pregunto porque ahora mismo no se me ocurre cuando...
ResponderEliminarYo procuro ordenar mi tiempo dándole prioridad a lo que me gusta o me entretiene, después organizo el resto. Es cierto que no siempre consigo amarrar una hora o más para mí, pero lo intento, te juro que lo intento jajaja.
Siempre un placer contar con tus comentarios.
Un abrazo
he visto la película ayer día 11/5/13 en el Bellas Artes de Madrid, hay un ciclo y podeis verla, la pasan mas días, os la recomiendo para quien no la haya visto, o para quien la quiera recordar, me ha parecido muy buena y además toca temas que vuelven a ser desgraciadamente muy actuales, en lo socal.
ResponderEliminarun saludo
Gracias por la información, Anónimo. Un saludo
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