lunes, 6 de julio de 2009

COLABORACIÓN: Los niños del Brasil (The boys from Brazil, Franklin J. Schaffner;1978)



Cuando en 1.978 el director Franklin J. Schaffner presentó en los cines de todo el mundo su adaptación cinematográfica de la novela de Ira Levin Los niños del Brasil, el debate ético y moral en torno a cuestiones como la clonación humana se encontraba aún en fase embrionaria; la sociedad de la época no estaba preparada ni tenía los elementos necesarios para enfrentarse a un debate de tal calibre, y el camino que quedaba por recorrer todavía era largo. En este contexto, los productores del film de Schaffner prefirieron arrastrar espectadores a las salas con un slogan que rezaba "Se acerca el IV Reich" poniendo más el acento en el hipotético resurgimiento del régimen nazi que recreaba la película que en la verdadera revolución genética que lo provocaba. Plantear un presunto retorno de la hegemonia nazi forjado desde un laboratorio era en plenos 70 y para los profanos en la materia poco menos que un ejercicio de política ficción. Lo de la clonación y la ingeniería genética seguía siendo cosa de las películas – la serie B había dado buena cuenta del tema en las dos décadas anteriores- al menos para el ciudadano medio que prácticamente no nos desayunamos del asunto hasta que años después no vimos aparecer a la oveja Dolly en las primeras páginas de los periódicos. Encontramos aquí el argumento más común que esgrimen aquellos para quienes el film ha quedado obsoleto, aunque sobre este particular habría también mucho que discutir. Y eso que a buen seguro que e haber sido rodada en nuestros días Los niños del Brasil se hubiese planteado desde una perspectiva distinta y hubiese generado un debate también muy diferente.
Tanto la película de Schaffner como la novela de Levin presentan una base más o menos real. Levin y Schaffner eran sabedores por supuesto de toda la serie de aberraciones cometidas por Menguele durante su etapa de Austwitz que le valieron el sobrenombre de "el Angel de la Muerte" y que tenían por objeto reafirmar la supremacía de la raza aria sobre el resto y de paso la vigencia del ideario nacionalsocialista. Los últimos años en la vida de Joseph Mengele todavia arrojan bastantes interrogantes pero ya en el año en el que se rodó el film se sabía que tras la caída del III Reich se había exiliado a Sudamérica y que había vivido allí hasta su muerte. Lo que no está tan claro es que Mengele continuase allí sus execrables experimentos como postula la película; más bien parece que pasó sus últimos días huyendo de sus perseguidores, acosado por el Mossad, y ocultando su verdadero nombre bajo una serie de identidades falsas. Y aquí es donde entramos en el terreno de la pura ficción.
Años antes de la publicación de Los niños del Brasil, Ira Levin había cosechado otro espectacular éxito internacional gracias a La semilla del diablo, otro impactante best seller llevado también al cine con resultados más que satisfactorios . La adaptación a la pantalla de la obra por parte de Roman Polanski abrió todo un subgénero dentro del género, una vertiente podríamos llamar satánica dentro del cine de terror. Las salas se llenaron de exorcismos, ritos esotéricos y posesiones demoniacas, un filón que explotaron films como El exorcista o La profecia. Y la que nos ocupa, aunque con un leve matiz. Si la primogenita de Rosemarie, Demian o la archifamosa "niña del exorcista", protagonistas de las películas citadas eran engendros directos de Satán o lo tenían metido en sus pequeños cuerpecitos, el origen de estos niños del Brasil estaba en unas células de esa especie de personificación del Diablo en la tierra llamado Adolf Hitler. Claro que que esos niños en principio tan diábolicos y tan endemoniados en realidad no lo eran tanto a causa de la educación que habían recibido por parte de las familias a las que habían sido confiadas. Esto nos adentra en una de las tesis fundamentales del fin y que a la vez que nos proporciona algo de consuelo: nuestro comportamiento y nuestra predisposición hacia el bien o el mal depende de factores culturales y no hereditarios.

En el capítulo artístico, la película nos brinda la oportunidad de ver frente a frente a dos grandes clásicos de la Historia del Cine. Quince años después de haber interpretado en la pantalla al intachable Atticus Finch, el gran Gregory Peck da vida a un personaje en las antípodas de éste. Para Peck debió resultar todo un reto encarnar a ese auténtico icono del Mal que era Menguele, después de que su protagonista en la maravillosa obra maestra de Mulligan le hubiese consagrado para siempre como el paradigma del ciudadano ejemplar y el padre modelo. En el otro lado del ring, encontramos a Sir Lawrence Olivier en el papel del anciano cazanazis que debe cargar a su pesar con la responsabilidad de poner freno a los diábolicos planes de su contricante. Es su personaje si se me permite la expresión un "abuelo cebolleta" que se resiste a serlo, que renuncia a la venganza negándose a recrearse en el pasado y optando por afrontar con dignidad y con calma sus últimos días. El histrionismo y la afectación con la que Olivier compone su personaje se entienden como una concesión de la película, una manera de descargar la tensión y el dramatismo de la historia y hacerla virar claramente hacia el humor. Otra paradoja que nos brinda el espectacular reparto de la película es ver como el doctor encargado de explicar al personaje de Olivier las maldades del proyecto nazi al austríaco Bruno Ganz que años más tarde habría de meterse en la piel del mismísimo Adolf Hitler en la película El hundimiento.
Los niños del Brasil arranca como una filmde acción más; al más puro estilo James Bond la trama nos lleva a viajar a distintos puntos del planeta: Praga, Brasil, Paraguay, Suecia... Pero además de acción, aquí también hay hueco para el thriller político, el cine fantástico, la intriga y el suspense. Y el terror, claro, con una tensión que va in crescendo y culmina en una memorable escena que tiene por protagonistas a una hambrienta jauría de dobermans y a un niño con una mirada tan demoníaca como angelical. Atractiva amalgama de géneros muy característica de este tipo de producciones. Se nota la mano de Franklin J. Schafner, todo un experto en la adaptación a la pantalla de best sellers. Si acaso se deba poner algún pero, habremos de hablar de la factura por momentos un tanto televisiva que el director imprime a su film. Poco importa. El tema es tan atractivo y el tratamiento resulta tan apasionante que el hecho de que a veces las formas no estén a la altura sólo ha de entenderse como un error menor.

9 comentarios:

  1. Los años (1978, por ejemplo) no llevan un punto como las cifras. No son cantidades. Era un apunte. En lo demás, totalmente de acuerdo. El personaje de Olivier está en las antípodas del que interpretase en "Marathon Man", otra de sus grandes obras, junto con "La Huella".

    ResponderEliminar
  2. Pues esta peli no la tengo vista, sé que es un peliculon, una obra de arte, y el caso es que la terminaré viendo, yo creo que me da pereza ver a Gregoy Peck de malo jeje!!
    Pero en cualquier caso no verle es un "pecado" para mi jeje )

    saludos

    ResponderEliminar
  3. Yo tampoco la he visto, aunque había oído hablar de ella hace tiempo, ahora con tu excelente artículo conseguiste aumentar mi curiosidad e interés por verla Dexter.

    Sólo añadir un comentario respecto a esta afirmación “nuestro comportamiento y nuestra predisposición hacia el bien y el mal depende de factores culturales y no hereditarios”, los psicópatas nacen, no se hacen, pura genética, sólo que los actos que desarrollen a lo largo de su vida serán tan atroces como sus vivencias le lleven a serlo, con un conocimiento y discernimiento perfectamente claro del bien y el mal que se pasan por el forro, sencillamente porque esas no son sus reglas, sólo atienden a las reglas del yo, mi, me, conmigo.

    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Esquizofrénico. Pido disculpas por ese lapsus imperdonable. Gracias y bienvenido al blog que creo que es la primera vez que te veo por aquí.

    Attikus. Bueno Peck era tan bueno que hasta de malo está bien. De todas formas recuerda que también en Duelo al sol podías verlo haciendo de "malo"

    Vivian: Interesante reflexión la que traes como todas las tuyas. Quizá habría que haber matizado lo de predisposición, y es que yo creo que en estos caso el aspecto educacional es muy importante como se demuestra en la película.

    ResponderEliminar
  5. A mí también me has despertado la curiosidad y no quería comentar hasta ver la película, cosa que hice ayer. Y la disfruté muchísimo.

    Yo no la veo envejecida, es una película de su época y la clave la das al afirmar que hoy se haría de otra forma. ¿Peor? Vistas algunas películas basadas en la cuestión genética, me inclino a pensar que sí, porque seguramente obviarían las cuestiones políticas que hacen de Los niños del Brasil una obra atípica y, en ese sentido, única.

    Tú lo has dicho, qué grande era Gregory Peck, me ha impresionado muchísimo su interpretación de Mengele... Y un apunte más sobre el reparto: ¿¿¿Steve Guttemberg??? Cielo santo, cuánto daño ha hecho Loca Academia de Policía...

    ResponderEliminar
  6. Gracias doblemente Juan R por tus palabras. Primero, por haberte animado a participar en nuestro blog, espero que te dejes caer de vez en cuando por aquí. Segundo, por que verás. Hace poco leí no se dónde a no sé quién que esto que hacemos aquí no sirve para nada. Que las reseñasque aquí colgamos, más como terapia que otra cosa como dice el jefe, son sólo un conjunto de tópicos y de lugares comunes sobre películas que nada aportan a la historia de la crítica cinematográfica. Nunca fue nuestra intención, creo que hablo por Vivian y por tío Ethan, pasar a la historia de nada. Además tú vienes con tus palabras que esto no es así. Si con este humilde post, he conseguido que te entre el gusanillo por ver la película y además por aportar tu opinión personal me doy por más que satisfecho. Lo dicho, por todo ello, doblemente gracias.

    ResponderEliminar
  7. Y sí es Steve Guttemberg que en los créditos aparece como SteveN, qué cosas¡

    ResponderEliminar
  8. Claro que sirve, decir lo contrario es absurdo. Yo recelo de quien escribe con el objetivo de "hacer historia" en la crítica cinematográfica. A mí me encanta que me recomienden películas, con hechos, datos y sensaciones propias. Es lo mismo que pretendo hacer yo, contarle a la gente lo que puede ver desde mi humilde punto de vista.

    Y por supuesto que me seguiré pasando por aquí, no siempre comento porque no siempre hay cosas que decir y cuando no he visto la película en cuestión no me siento capacitado para decir algo útil. Pero siempre lo leo con mucho interés, no lo dudes.

    ResponderEliminar
  9. Otra muy conocida que no he visto: este blog tiene la mala costumbre de poner al descubierto carencias graves.
    Saludos.

    ResponderEliminar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...