domingo, 5 de octubre de 2025

EL AUTOREMAKE EN EL CINE. CAPÍTULO III (XI)

Ya hemos dicho al comienzo del capítulo lo estrechamente relacionadas que se encuentran las películas de Frank Capra. Si nos atenemos a secuencias concretas, podemos acudir posiblemente a la mejor escena de Estrictamente Confidencial: muy bien fotografiada por Joseph Walker y hábilmente montada por Gene Havlick, se trata de una serie de planos de angulaciones extremas donde personajes de todo tipo de condición, sexo y raza hablan por teléfono para extender un rumor (figuras 3.25 a 3.28). Es la misma escena que Capra rodó en La Locura del Dólar, sólo que allí lo que filtraba la chismosa operadora era una información acerca del poco dinero en efectivo que disponía el banco, mientras aquí de lo que se trata es de apostar por Broadway Bill.[1] 


Si lo que queremos analizar es la temática del filme o el mensaje social, la semejanza no es con una cinta en particular, sino con todas en general: Dan es el típico héroe que solemos asociar con los largometrajes del director, el hombre idealista, algo revolucionario, que ataca al que acumula el dinero, al que intenta eliminar a los competidores, al sistema capitalista que condujo a la crisis, y que vive, o quiere vivir, según sus principios. El discurso rooseveltiano del arranque, por el que Dan le echa en cara a Higgins su comportamiento con los pequeños empresarios, es toda una declaración de intenciones de la pareja Capra-Riskin; muy similar, y volvemos de nuevo a La Locura del Dólar, al que Walter Huston utiliza contra el consejo de administración del banco.[2] La solidaridad del ideario democrático para salir de la crisis también preside la película (el muchas veces citado mensaje de la unión hace la fuerza), y hasta un ser irracional como Broadway Bill se convierte en todo un símbolo del New Deal cuando representa en la carrera a los pequeños ahorradores, a la gente corriente que han apostado únicamente un par de dólares por el caballo, frente a los grandes especuladores y a los corruptos que se juegan grandes fortunas. “El caballo de los desesperados”, llegan a llamarlo en algún momento de la carrera, el héroe que ha muerto por ellos, una metáfora del cristianismo que tampoco es nueva en el cine de Capra (véanse los filmes que tratan el tema del mesianismo como The Miracle Woman, El Secreto de Vivir o Juan Nadie).

Por último, igual que en Dama por un día, Capra también roza el tema del acercamiento entre clases. Dan trata a Whitey,[3] el criado de color, con la familiaridad de un amigo, más que de un amo —tampoco vemos el racismo al que alude McBride en su ensayo— y le golpea cariñosamente de la misma forma que lo hace con el mayordomo (3.29). Y es que Dan se siente más a gusto con la clase trabajadora que con la opresora a la que pertenece accidentalmente gracias a su matrimonio con Margaret.  

Estrictamente Confidencial se estrenó en Diciembre de 1934, a las puertas de los premios de la Academia. Un poco oscurecida por el éxito de Sucedió una Noche, recibió buenas críticas y obtuvo ganancias. La cinta, vista hoy, resulta una agradable comedia sobre el mundo de la hípica con escenas tan graciosas como la de la disciplinada cena en casa de los Higgins, donde todos los comensales manejan la cuchara a la vez (3.30), o la estratagema de Dan y el Coronel para irse sin pagar de un restaurante; y excelentes tomas, casi documentales, de las carreras de caballos, de los establos y el hipódromo. Capra habló de ella como de una película divertida, pero le quedó el mal recuerdo del actor protagonista, de lo poco predispuesto que estaba a ser filmado junto al caballo. También declaró por entonces su deseo de cambiar de género: “No tengo la intención de estar indefinidamente haciendo esta mezcla de drama y comedia. Estoy ansioso de probar con un musical” (Scheuer 1934, p.13). Para ver cumplidos ambos deseos, el de dirigir a un actor amante de la hípica y que además cantase bien,[4] Frank Capra tendría que esperar hasta 1950.



[1] Por cierto, la operadora rubia platino de Estrictamente Confidencial es una casi desconocida Lucille Ball (3.25).

[2] Y a los argumentos que esgrimía James Stewart o Gary Cooper en El Secreto de Vivir, Vive como quieras, Caballero sin espada, Juan Nadie o ¡Qué bello es vivir!

[3] Interpretado por Clarence Muse, un actor negro que apreciaba a Capra —y viceversa—, que participó en varias películas del director, entre ellas el remake de Estrictamente Confidencial.

[4] Warner Baxter canturrea en la película en un par de secuencias junto a Myrna Loy, pero lo hace tan mal que la propia Myrna exclama “¡Qué descanso!” cuando Baxter le asegura que no volverá a cantar más.



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