Ya hemos dicho al comienzo del capítulo lo estrechamente relacionadas que se encuentran las películas de Frank Capra. Si nos atenemos a secuencias concretas, podemos acudir posiblemente a la mejor escena de Estrictamente Confidencial: muy bien fotografiada por Joseph Walker y hábilmente montada por Gene Havlick, se trata de una serie de planos de angulaciones extremas donde personajes de todo tipo de condición, sexo y raza hablan por teléfono para extender un rumor (figuras 3.25 a 3.28). Es la misma escena que Capra rodó en La Locura del Dólar, sólo que allí lo que filtraba la chismosa operadora era una información acerca del poco dinero en efectivo que disponía el banco, mientras aquí de lo que se trata es de apostar por Broadway Bill.[1]
Si lo que queremos
analizar es la temática del filme o el mensaje social, la semejanza no es con
una cinta en particular, sino con todas en general: Dan es el típico héroe que
solemos asociar con los largometrajes del director, el hombre idealista, algo
revolucionario, que ataca al que acumula el dinero, al que intenta eliminar a
los competidores, al sistema capitalista que condujo a la crisis, y que vive, o
quiere vivir, según sus principios. El discurso rooseveltiano del arranque, por el que Dan le echa en cara a
Higgins su comportamiento con los pequeños empresarios, es toda una declaración
de intenciones de la pareja Capra-Riskin; muy similar, y volvemos de nuevo a La Locura del Dólar, al que Walter
Huston utiliza contra el consejo de administración del banco.[2] La solidaridad del ideario
democrático para salir de la crisis también preside la película (el muchas veces
citado mensaje de la unión hace la fuerza), y hasta un ser irracional como
Broadway Bill se convierte en todo un símbolo del New Deal cuando representa en la carrera a los pequeños
ahorradores, a la gente corriente que han apostado únicamente un par de dólares
por el caballo, frente a los grandes especuladores y a los corruptos que se
juegan grandes fortunas. “El caballo de los desesperados”, llegan a llamarlo en
algún momento de la carrera, el héroe que ha muerto por ellos, una metáfora del
cristianismo que tampoco es nueva en el cine de Capra (véanse los filmes que
tratan el tema del mesianismo como The
Miracle Woman, El Secreto de Vivir
o Juan Nadie).
Por último, igual que en Dama por un día, Capra también roza el tema del acercamiento entre clases. Dan trata a Whitey,[3] el criado de color, con la familiaridad de un amigo, más que de un amo —tampoco vemos el racismo al que alude McBride en su ensayo— y le golpea cariñosamente de la misma forma que lo hace con el mayordomo (3.29). Y es que Dan se siente más a gusto con la clase trabajadora que con la opresora a la que pertenece accidentalmente gracias a su matrimonio con Margaret.
Estrictamente Confidencial se estrenó en
Diciembre de 1934, a las puertas de los premios de la Academia. Un poco oscurecida
por el éxito de Sucedió una Noche,
recibió buenas críticas y obtuvo ganancias. La cinta, vista hoy, resulta una
agradable comedia sobre el mundo de la hípica con escenas tan graciosas como la
de la disciplinada cena en casa de los Higgins, donde todos los comensales
manejan la cuchara a la vez (3.30), o la estratagema de Dan y el Coronel para
irse sin pagar de un restaurante; y excelentes tomas, casi documentales, de las
carreras de caballos, de los establos y el hipódromo. Capra habló de ella como
de una película divertida, pero le quedó el mal recuerdo del actor
protagonista, de lo poco predispuesto que estaba a ser filmado junto al
caballo. También declaró por entonces su deseo de cambiar de género: “No tengo
la intención de estar indefinidamente haciendo esta mezcla de drama y comedia.
Estoy ansioso de probar con un musical” (Scheuer 1934, p.13). Para ver
cumplidos ambos deseos, el de dirigir a un actor amante de la hípica y que
además cantase bien,[4] Frank Capra tendría que
esperar hasta 1950.
Continuará...
[1] Por
cierto, la operadora rubia platino de Estrictamente
Confidencial es una casi desconocida Lucille Ball (3.25).
[2] Y a
los argumentos que esgrimía James Stewart o Gary Cooper en El Secreto de Vivir, Vive como
quieras, Caballero sin espada, Juan Nadie o ¡Qué bello es vivir!
[3]
Interpretado por Clarence Muse, un actor negro que apreciaba a Capra —y
viceversa—, que participó en varias películas del director, entre ellas el remake de Estrictamente Confidencial.
[4] Warner Baxter canturrea en la película en un par de secuencias junto a Myrna Loy, pero lo hace tan mal que la propia Myrna exclama “¡Qué descanso!” cuando Baxter le asegura que no volverá a cantar más.