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lunes, 19 de mayo de 2014

CINE EN DVD: LOS AMANTES DE MONTPARNASSE (Montparnasse 19 de Jacques Becker, 1958)

La distribuidora REGASA CLAU acaba de lanzar en DVD el conocido biopic del pintor italiano de la Escuela de París, Amedeo Modigliani, realizado por Jacques Becker.



La película, inicialmente, fue encargada a Max Ophüls, pero el gran director germano murió en 1957 sin pasar de la fase de preproducción. Jacques Becker la continuó y se puede decir que la cinta es totalmente suya, una cinta que a la postre sería la penúltima realizada por el francés. También fue una de las últimas apariciones del protagonista, Gérard Philipe, que encarna a un Modigliani ya enfermo. Por tanto, y por diversos motivos, de guión y de la vida real, el largometraje resultó ser un filme crepuscular. 

En efecto, el Modigliani que retrata Becker es un pintor ya aquejado de tuberculosis, que vive en el París bohemio de principio del siglo XX, y que se alimenta de alcohol y drogas. Un artista que no consigue -realmente, no quiere- vender su obra y que vaga por Montparnasse. La película refleja los últimos años del pintor y su relación con las mujeres que influyeron en su obra y en su vida. En especial con la filántropa, Beatrice Hastings (Lilli Palmer), que le sirve de sustento y le proporciona drogas y alcohol, y la joven burguesa, Jeanne Hébuterne (Anouk Aimée), que se enfrenta a su familia acomodada para abandonarlo todo e irse con Modigliani.


Precisamente el debate entre una y otra mujer por parte de un desquiciado Modigliani resulta lo más atractivo de la cinta: el interés económico frente al amor, pero con un sinfín de matices consecuencia de la inestabilidad física y emocional del protagonista. Para conseguir el realismo necesario, Becker contó con la experiencia de un actor de la categoría de Gérard Philipe, con un registro que dominaba como nadie; véase, por ejemplo, la excelente Los Orgullosos (Les Orgueilleux de Yves Allegret, 1953), donde daba vida a un médico borracho, perdido en las callejuelas de Vera Cruz. 


El desasosiego de toda la obra, en el que la fotografía expresionista tiene mucho que ver, ofrece un final más sombrío aún cuando un marchante de arte (Lino Ventura) especula con la obra del pintor. Becker ofrece una conclusión pesimista donde opina que la muerte es la única posibilidad que tienen algunos artistas de ver —de no ver— su obra por fin reconocida y valorada.

Ver ficha de Los Amantes de Montparnasse

Aquí, el trailer original:




miércoles, 12 de marzo de 2008

NO TOQUÉIS LA PASTA (Touchez pas au Grisbi de Jacques Becker, 1954)

El género negro ha sido tratado, casi siempre, desde la perspectiva estadounidense de los años cuarenta, a la que inevitablemente se suele asociar. Sin embargo, el término film noir se debe a un crítico francés y su origen se remonta a las cintas galas pertenecientes al Realismo Poético de la década de los treinta. La película que hoy vamos a comentar devuelve el protagonismo del género al país que le vio nacer; y es que No Toquéis la Pasta se convirtió en el largometraje más influyente de la época a partir del momento de su estreno. También supuso la vuelta al estrellato de su protagonista: Jean Gabin. A sus cincuenta años, el mejor actor francés de todos los tiempos –en opinión de muchos-, lograba ser de nuevo el centro de atención de crítica y público.



Grisbi, tal como se la conoce en los países anglosajones, es una adaptación de la novela del propio guionista, Albert Simonin, y trata del último robo de una pareja de veteranos delincuentes, que aspiran a retirarse en cuanto puedan convertir en dinero el botín sustraído. El director, Jacques Becker, que también colabora en el guión, consigue una atmósfera crepuscular y dota a los personajes de una humanidad poco vista hasta entonces e, insisto, muy imitada posteriormente por directores de la talla de Jules Dassin o Jean-Pierre Melville, entre muchos otros. Es cierto que La Jungla de Asfalto (The Asphalt Jungle de John Huston, 1950) ya contenía muchos de los elementos de la cinta de Becker, pero el tratamiento que hace Huston es muy diferente –también genial- y no llega tan lejos en cuanto a las relaciones entre los personajes y a la descripción del entorno donde se mueven.

En No Toquéis la Pasta, la pareja de viejos delincuentes Max (Gabin) y Ritón (Rene Dary) saben que sus días como criminales están contados y que lo único seguro que tienen es su amistad. El director “pierde el tiempo” mostrando al espectador esos momentos íntimos que hacen que sea tan original la cinta y que tanto sorprendieron en su día. Así, Gabin y Dary se miran el uno al otro para criticar los defectos físicos del contrario -“esa papada, esas bolsas en los ojos”- o comparten piso y se disputan el sofá y la cama mientras fuera, en las calles de los bajos fondos, alguien conspira contra ellos.

Max y Ritón hablan de su profesión como si se tratara de un trabajo de oficinista; y los chulos, ladrones, camellos, etc., son retratados por Becker como si fuera el colectivo de albañiles o el de comerciantes, de tal forma que nadie se altera lo más mínimo cuando la mujer de uno de ellos les sorprende en medio de una tortura o manejando sus herramientas de trabajo: unas ametralladoras. El realismo humanista -si se puede llamar así- no distorsiona la trama. Todo lo contrario, a medida que avanza el metraje, la historia se vuelve más interesante y tensa. Se suceden traiciones, violencia e intrigas con un envoltorio musical muy apropiado: unas notas de jazz que, de forma recurrente, Max hace que suenen en un viejo tocadiscos.

La espectacular actuación de Jean Gabin no es lo único que destaca en Grisbi, prácticamente todo el casting funciona a la perfección. Desde una jovencísima Jeanne Moreau hasta el debutante Lino Ventura, todos los personajes están perfectamente retratados; incluidos los figurantes, que disponen de personalidad propia –ese electricista del tugurio pellizcando las nalgas de las coristas- lo que demuestra el detalle con el que Becker estudiaba cada escena.

Con este canto a la amistad y a la lealtad, con esta visión poética de los bajos fondos parisinos logró Jacques Becker una obra maestra; tuvo mucha suerte al poder contar con el mejor: con Jean Gabin.

Ver Ficha de No Toquéis La Pasta

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