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lunes, 11 de abril de 2011

TODO VA BIEN (Tout va bien de Jean-Luc Godard y Jean-Pierre Gorin, 1972)

Es curioso como el paso de los años hace mella en las películas. Mientras unas envejecen mal —cuántas veces habremos dicho esa frase— otras, por el contrario, sobreviven casi intactas e incluso mejoran con el tiempo; o bien porque su intención permanece vigente, o por la calidad de las cintas, o por ambas cosas. Pero aún hay un tercer grupo: las que se transforman; las que sufren una metamorfosis (seguramente porque son variantes del primer caso). Todo va bien puede valer como ejemplo de esta última categoría.



La cinta de Jean-Luc Godard aprovecha el tirón de la revuelta de Mayo del 68 para presentar uno más de sus ensayos —tan antiguos como gran parte de su cine— sobre las ideas marxistas y revolucionarias. El discurso de Tout va bien podría ser válido en 1972, donde aún se creía en la utopía, pero hoy en día se ha convertido en una caricatura, casi en una ironía permanente. Los diálogos con intención proselitista parece que se hubieran modificado para ofrecer un resultado contrario al inicial. El drama se convierte en comedia y las sentencias se tornan en sarcasmos; tal es la erosión que ha provocado el tiempo en el largometraje.

No obstante, el filme guarda ciertos aspectos interesantes que, confesamos, son los que queríamos comentar. En primer lugar, parece apartarse de sus ideas revolucionarias para con el cine mismo y decide (descubre la pólvora) que las películas tienen que hacerse con dinero y con actores que atraigan al público. Ese es el motivo por el que las estrellas ya consagradas, Yves Montand y Jane Fonda, encabecen el reparto. Godard los utiliza en muchas escenas —y ellos se dejan— como simples figuras decorativas. Miran a la pantalla, pasan por allí, o posan distraídamente mientras el discurso de Godard se oye fuera de campo. Es decir, Godard se ríe del cine comercial; se aprovecha de él. Lo confirma cuando organiza la estructura de la cinta apoyándose en la técnica documental —tan conocida por el cineasta y por Jean-Pierre Gorin, codirector con Godard en esta película, y documentalista de profesión—, para desarrollar la trama:

La acción se desarrolla en una fábrica de alimentación donde acaba de estallar una huelga violenta, que termina con el secuestro del empresario —y con el de Fonda y Montand, a los que Godard sitúa en la acción descaradamente para los propósitos ya indicados—. Las ideas del Sindicato, la de los obreros y la del empresario es lo que a Godard le interesa; pero también, en la segunda parte de la cinta, el desencanto de cierta burguesía que antaño fueron activistas. Son los encarnados por la estrella norteamericana y el actor francés. Ellos ya se han rendido. Godard mezcla ficción con realidad: los actores ya no son unos desconocidos forman parte del star system, del cine convencional, el que da dinero.

La idea de estructurar y separar las clases sociales hace que el decorado sea también original: los distintos pisos y habitaciones pueden verse simultáneamente —y la interacción entre los personajes que habitan en ellas—. Todo al estilo de la vivienda de Monsieur Hulot en Mi Tío (Mon Oncle de Jacques Tati, 1958) o la casita de muñecas de Jerry Lewis en El terror de las chicas (The Ladies Man, 1961).

Además, para centrar el tema en la Francia de principios de los setenta, decora toda, absolutamente toda la puesta en escena, con los tres colores de la bandera francesa. Y lo hace de una forma muy original. Por ejemplo, en un despacho donde los huelguistas hacen guardia para que no escape el empresario, el color azul de los monos de trabajo de algunos obreros contrasta con el blanco de las batas de los carniceros que, a su vez, se encuentran manchadas por la sangre de los animales sacrificados en la fábrica. Otro: el blanco de la pared de la casa de los protagonistas, más el azul del sofá y el rojo llamativo de una tetera, en el centro del encuadre, son tonalidades claramente intencionadas.

Es verdad que el discurso de Todo va bien ha envejecido mal. Eso es una realidad. Pero lo que también es cierto es que se trata de una cinta con tantos elementos cinematográficos atractivos que, si nos abstraemos del mensaje, consiguen que el filme de Godard, finalmente, supere la dura prueba de los años.


Ver Ficha de Todo va bien.







jueves, 4 de junio de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 5 al 11 de junio de 2009)

En estos días de (hostil) campaña electoral, y de advenimientos planetarios, lo mejor es refugiarse en el cine y esperar a que pase la marea de (hostil) propaganda política. Para ello podemos acudir a la programación de las cadenas en abierto, que esta semana nos ofrecen una variada lista de películas. Entre ellas, algunas históricas como Tabú, El Hombre que mató a Liberty Valance, Gilda, Días sin huella, Lawrence de Arabia o El Cazador. Acompañadas de cintas interesantes, de nombres tan ilustres como Otto Preminger, Fritz Lang y King Vidor; o directores que aún trabajan a buen ritmo como Quentin Tarantino, James Ivory, Jim Jarmusch o Roman Polanski. Tampoco faltan autores españoles de la talla de Vicente Aranda o Mario Camus. Que las disfruten, ya verán como esto de las elecciones pasa pronto.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Celos (Vicente Aranda, 1999). Aitana Sánchez-Gijón, Luís Tosar. (Canal Extremadura TV, sábado 6 a las 00:20)

Aitana Sanchez-Gijón es una novia que espera casarse pronto, pero que vive amenazada por su propia vida anterior. Una fotografía será la culpable de que el turbio pasado intente colarse en el presente. Tampoco ayudarán el carácter patológico de su novio y los intereses de su amiga intima. Vicente Aranda vuelve al género que le dio sus mayores y mejores éxitos, el del crimen, el thriller o el suspense. Y lo hace con una cinta que arranca como una película sobre el maltrato de género, pero que a medida que avanza se torna en drama psicológico. El director sorprende con un final personal, muy del estilo a Amantes (1991), posiblemente su mejor largometraje.



El Regreso (Coming Home de Hal Ashby, 1978). Jane Fonda, John Voight, Bruce Dern. (TvCanaria, sábado 6 a las 23:15)

Drama antibelicista de Hal Ashby que se une -con calidad- a los filmes que trataron el tema de la guerra del Vietnam desde el punto de vista de la sociedad (Nacido el 4 de julio, El cazador, etc.). Ashby retrata con eficacia los dos traumas posbélicos: las infidelidades de las esposas de los soldados que combaten; y las enfermedades físicas y, sobre todo, las psíquicas, de los que participaron en el conflicto. Las actuaciones de los protagonistas están a la altura: Jane Fonda, más contenida que otras veces, se encuentra muy bien secundada por John Voight; pero el que destaca gratamente es Bruce Dern. El actor se saca de la manga una interpretación con cambio de registro incluido: desde el papel de un convencido patriota, antes de incorporarse al ejército, hasta el de enfermo mental -y cornudo marido- después de su “feliz” vuelta a casa.



Lugares Comunes (Adolfo Aristaraín, 2002). Federico Luppi, Mercedes Sampietro. (Canal Extremadura TV, domingo 7 a las 22:15)

Cuando tu propio país se descompone social y económicamente, y te da la espalda, sólo te queda volver a empezar una nueva vida en algún "lugar". Buen momento para aprovechar y efectuar un acercamiento progresivo hacia tus seres queridos y un repaso a toda tu vida… leer más



Asalto a la comisaría del distrito 13 (Assault on Precint 13 de John Carpenter, 1976). Austin Stoker, Darwin Joston, Laurie Zimmer. (Castilla-La Mancha TV 2 y Aragón Televisión, lunes 8 a las 00:30 y miércoles 10 a las 21:45, respectivamente)

Segunda película de John Carpenter que realiza en 20 días, con poquísimo dinero, emulando a Roger Corman en temática y economía de medios. Con 28 años, el joven cineasta se encarga de casi todo: del guión, de la música, del montaje y hasta se apodera de un breve papel (prácticamente un cameo).

Assault on Precint 13 es un filme de acción tramposo. Realmente es un thriller disfrazado de película de terror. Como si fuera un director maduro, en vez de un joven inexperto, Carpenter maneja el ritmo con maestría. Dosifica la violencia para provocar un aumento de la tensión que la hace insoportable para los personajes, y para el espectador. Mucha parte de la culpa del resultado final tan agobiante la tiene la música (muy utilizada posteriormente por grupos de rock y cantantes de hip hop) y la oscura fotografía. La ausencia de luz es tal que hay algunas secuencias que piden la implicación activa del público -para que intente adivinar qué diablos está sucediendo-.

El realizador realmente quería hacer un western. Es muy conocida la anécdota del homenaje a Río Bravo (Howard Hawks, 1959), cuando el propio Carpenter utiliza en los créditos, como editor de la película, el pseudónimo de T.Chance (el personaje de John Wayne en la cinta de Hawks). De todas formas, la trama que se narra en Asalto a la comisaría… ya es suficiente para aproximarse a Río Bravo. Y a otros clásicos. Pensemos en La Patrulla Perdida (The Lost Patrol de John Ford, 1934) y tendremos un claro precedente de la idea de casi no ver los rostros del enemigo que acecha y ataca desde el exterior.

A los guiños anteriores hay que sumar parte de los diálogos, algunos extraídos literalmente de chascarrillos cinéfilos (como los que Hitchcock le comentó a Truffaut en su célebre libro de entrevistas) o de frases de películas de Sergio Leone.

Mucho se ha hablado de John Carpenter como autor de culto (con todo lo malo que eso tiene de cara al gran público y a la crítica) y es notorio el camino desigual por el que transcurre su carrera, sin embargo Assault on Precint 13 es de las películas que más nos atraen. Y es que nos gusta especialmente su mensaje apocalíptico y la forma en como lo transmite. Afuera nos aguarda el peligro; y lo que es peor: ni siquiera la policía está a salvo.

jueves, 21 de mayo de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 22 al 28 de mayo de 2009)

Seguimos con nuestra particular aproximación a la obra de John Ford, aprovechando la emisión de una de sus mejores cintas. Pero como hay vida aparte de Ford aquí va la tabla de recomendaciones para la semana entrante. Muchas y variadas películas (a cada cual mejor), y atrayentes retrospectivas las que proponen las diferentes cadenas autonómicas: entre otras, una completísima recopilación de la obra de Pedro Almodóvar, por parte del Canal Castilla-La Mancha TV, de la que venimos informando últimamente; un atractivo ciclo en el Canal 33 dedicado a Jim Jarmusch; y una no menos interesante revisión del western en las tardes de Televisión Canaria.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)


Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Fort Apache (John Ford, 1948). Henry Fonda, John Wayne. (Telemadrid y La Otra; sábado 23 a las 01:00 y martes 26 a las 22:40, respectivamente)

Tan bella como compleja resulta esta primera entrega dedicada a la caballería de los Estados Unidos por parte del maestro John Ford. Es la película que sirve de punto de unión para que junto a la Legión Invencible y Río Grande formen un todo compacto; a pesar de que la intención inicial no fuera la de realizar una trilogía.

La plasticidad de Ford convierte en épico un western modélico gracias a su entorno favorito: Monument Valley. El enorme decorado natural se convierte en testigo intemporal de la historia; una tragedia donde todo un regimiento sucumbe para mayor gloria del ejército. Es una trama que recuerda (no explícitamente) la batalla de Little Big Horn, donde el general Custer murió combatiendo contra los indios.

Ford no se limita a exponer los hechos para que sólo transcienda la leyenda, sino que denuncia la incompetencia del jefe de la unidad, el Coronel Owen Thursday (trasunto del General Custer e interpretado eficazmente por Henry Fonda), a diferencia de lo que hizo –brillantemente- Raoul Walsh en Murieron con las botas puestas (They Die with their boots on, 1941); y en la línea de la más irónica Pequeño gran hombre (Little Big Man, 1970) de Arthur Penn. Más tarde, en La Legión Invencible, John Ford se valdrá de la citada matanza para dar pie a una emotiva historia crepuscular.


Para llegar al climax final de Fort Apache, el realizador propone un largo camino donde se cruzan las diferentes clases dentro del ejército: suboficiales y oficiales; donde el soldado tolerante y moderno (John Wayne) llega a cuestionar –que no desobedecer- las órdenes del jefe rígido y ordenancista; y donde una historia de amor trata de reconciliar todo lo anterior. Para que las diferentes tramas fluyan con naturalidad, Ford se centra en la vida castrense con el cariño del militar que siempre quiso ser -y fue-. Las distintas escenas del baile no pueden ser más representativas del espíritu que John Ford quería subrayar. La inclusión de los sargentos borrachines, como toque cómico necesario; el estirado coronel que finalmente cede a bailar con la mujer del sargento mayor; y la espontaneidad y alegría del oficial que procede de otra generación, son algunos de los impulsos narrativos que configuran esta maravilla de secuencia.

El gran tema del largometraje, el cambio entre un mundo a punto de desaparecer, personificado por Fonda, y otro más joven y tolerante (Wayne justificando a los indios), coincide con el relevo de los actores predilectos de Ford. Aunque Wayne ya había trabajado con él, Fonda era el que llevaba el peso de la obra importante del cineasta. A partir de Fort Apache es John Wayne el que personifica al ideal de John Ford para protagonizar sus historias, mientras que Fonda se limita a aparecer sólo en alguna contada ocasión.

La complejidad del filme no sólo tiene que ver con la exposición tan variada ya comentada, sino también con el mensaje final. Un Ford en plenas facultades creativas no quiere finalizar la cinta con el mal sabor de boca que produce el personaje de Fonda. Gestos, miradas, confesiones y órdenes finales redimen la figura del coronel que cede el testigo en mejores condiciones al capitán Kirby (John Wayne). Este punto de giro transforma radicalmente la actitud de Kirby, que falsea la historia para que, finalmente, se salga con la suya la leyenda (¿un anticipo de El Hombre que mató a Liberty Valance?), todo para que el honor de la caballería quede intacto y para que los futuros soldados actúen más convencidos de la grandeza de su regimiento, y por extensión del de la Nación. El cambio de Kirby es tal que Ford nos lo presenta unos años después (ya como coronel), en la excelente Río Grande, comportándose tan rígido como su antecesor, al menos de cara al exterior.

De Fort Apache se podría hablar largo y tendido. Se podría discutir la intención de Ford de cara a los indios. Se podrían interpretar sus múltiples facetas, como la lucha de clases. Se podría mencionar el inicio de la colaboración con el guionista Frank S. Nugent. Se podría escribir un libro. Todo esto se podría hacer y sería muy interesante. Pero hay algo que sería más estimulante: verla, una vez más.



King Kong (Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper, 1933). Fay Wray, Bruce Cabot, Robert Armstrong. (Popular TV, sábado 23 a las 22:00)

Sigue siendo la película mítica por antonomasia, aquella que ha pasado de generación en generación causando admiración. La idea original no proviene de la literatura como Drácula, Frankestein y otros mitos, sino de la propia industria del cine… leer más



La Noche deseada (Hurry Sundown de Otto Preminger, 1967). Jane Fonda, Michael Caine. (Radiotelevisión del Principado de Asturias, sábado 23 a las 23:30)

Con Hurry Sundown, Otto Preminger realiza una de sus últimas buenas películas. Siempre polémico, independiente hasta sus últimas consecuencias, Preminger ataca directamente al racismo y a la intolerancia de las ciudades del sur de Los Estados Unidos.

Un arribista, Henry Warren (Michael Caine), intenta comprar los terrenos de sus vecinos (uno de ellos de color) para hacer el negocio de su vida. Pero ni el granjero negro, ni otro blanco, que acaba de llegar del frente, quieren vender. Esto ocasiona un enfrentamiento, que Warren lleva al terreno racial para conseguir lo que se propone. Para ello se apoya en el juez conservador (Burgess Meredith), en algunas trampas y en otros tantos chantajes.


Preminger consigue realizar un drama cargado de personajes complejos, interpretados por actores que se mueven a sus anchas gracias al uso de largos planos; y al dominio del scope. Pocos directores han sacado tanto provecho al formato panorámico como Preminger. Así en el arranque, el enorme coche de Warren circula por las calles de la ciudad sureña, llenando la pantalla a su paso, símbolo del dominio que ostenta. Una escena quizás influenciada por el cine de Jacques Demy, concretamente por el comienzo de Lola (1961).

El director austriaco lejos de evitar la polémica profundiza en los personajes principales hasta sacar sus más íntimos secretos. La pareja Fonda-Caine sobreviven por el sexo; y Preminger nos muestra, sin recato, aquellos momentos ocultos y personales, donde Warren se apoya en el deseo que siente su mujer por él para conseguir sus propósitos financieros.

A pesar de que Preminger continuó su carrera una década más, no consiguió redondear otra película (quizás El Factor Humano) como sí hizo con anteriores cintas suyas; entre ellas esta Noche Deseada.



Orgullo y Prejuicio (Pride & Prejudice de Joe Wright, 2005). Keira Knightley, Matthew Macfadyen. (Aragón Televisión, miércoles 27 a las 21:45)

Nueva y brillante versión del clásico melodrama de época "Orgullo y Prejuicio", basado en la novela de Jane Austen. La película de Joe Wright descansa sobre los frágiles hombros de la joven actriz Keira Knightley, que destaca por su interpretación sobria y contenida; superando ampliamente a su oponente -por mucho que el papel pida esa actuación-, el excesivamente soso Mathew Macfadyen. También sobresalen unos secundarios de lujo, encabezados por Donald Sutherland, el hombre de los mil registros, y una “temible” Judy Dench. Con Orgullo y Prejuicio, Joe Wright inicia una serie de largometrajes en el más puro estilo James Ivory, pero mucho menos fríos -y también más comerciales-. A este buen filme le sigue Expiación, más allá de la pasión, donde repite protagonista. En ambos, se luce el realizador con varios planos secuencia muy bien rodados. Aquí destaca el del baile, que es excepcional, con la cámara buscando los personajes de la historia, pero con la dificultad añadida del cambio de luz (finaliza prácticamente a oscuras).

jueves, 29 de mayo de 2008

DANZAD, DANZAD, MALDITOS (They Shoot Horses, Don't They? de Sydney Pollack, 1969)

Esta semana hemos perdido a varios profesionales de la Industria del Cine en un solo día, a un productor, a un director y a un actor. Y es que todos eran la misma persona: Sydney Pollack. De su dilatada carrera es difícil elegir una película para rendirle un merecido homenaje. Creo que su primer éxito como director puede servirnos muy bien para tal propósito.




Danzad, Danzad, Malditos es una adaptación de la novela “They Shoot Horses, Don’t They?”, de Horace McCoy. Una gran metáfora, extraída de la vida misma, al basarse en los maratones de baile de la década de los treinta en Estados Unidos, durante la época de la Gran Depresión. En aquellos eventos, los desesperados concursantes participaban en una angustiosa prueba de resistencia, para ganar unos pocos dólares o para que se fijaran en ellos los cazatalentos de Hollywood.

Sydney Pollack consigue reflejar a la perfección aquella terrible situación en, prácticamente, un solo escenario. La crisis que atenaza al País se concentra en el salón de baile, donde las personas en paro luchan por sobrevivir. El maestro de ceremonias (Gig Young) representa al gobierno. Él dirige la vida de las parejas que danzan sin cesar al son de las canciones que tocan los músicos (los políticos). La simbología, tan evidente, es relatada por los propios actores para que no haya ninguna duda. Así, Jane Fonda, una de las concursantes, compara a sus compañeros con el ganado: “... la única ventaja que tenemos sobre ellos (los animales) es que nosotros sabemos que vamos al matadero”.

Pero casi peor que los mandatarios es el público que asiste al espectáculo. Son aquellas personas que han provocado la crisis o que viven ajenas a ella o que simplemente “pagan por ver las desgracias de los demás, para sentirse mejor”. El aforo permanece medio vacío en los bailes iniciales, y sólo comienza a llenarse cuando la situación se vuelve dramática. Asisten entusiasmados a las pruebas de carreras entre los participantes al borde del agotamiento o al final del maratón, cuando mujeres embarazadas están a punto de perder el hijo que llevan dentro o cuando los concursantes se juegan literalmente la vida.

El mérito de Pollack es conseguir que el espectador sienta un profundo desasosiego cuando la realidad, así reflejada, se aleja del drama social y se adentra en la tragedia psicológica. Y es que la cinta parece, por momentos, una película de catástrofes. La situación de los personajes no puede ser peor: viven hacinados y duermen en camastros que parecen improvisados para atender a los supervivientes de un terremoto. Médicos y enfermeras pululan entre ellos para asistirles en sus últimos instantes de vida. La enfermedad, la locura y el odio hacen mella entre los concursantes que ven como su cuerpo -y su mente- se van degradando paulatinamente. No hay consuelo; hasta el sexo se vuelve sucio y desesperado. Es como si una epidemia, producida por la insalubridad del lugar, se extendiera entre ellos.

Igual que la contemporánea Easy Rider (Dennis Hopper, 1969), la estructura de Danzad, Danzad, Malditos incluye insertos que adelantan el final (flash-forward). Desde el arranque, y coincidiendo con los créditos, el realizador juega con el tiempo presentando tres escenas a la vez: un flash-back de la infancia de Michael Sarrazin (otro de los concursantes), donde se ve un caballo cayendo de rodillas y su sacrificio posterior; una secuencia, en tiempo presente, del protagonista paseando por la playa; y una voz en off, que representa el futuro, relatando las reglas del concurso. Sydney Pollack, hábilmente, hace coincidir la norma del maratón “el que toque el suelo con las rodillas queda eliminado” con la citada escena del caballo. Todo un resumen de lo que veremos a continuación.

Con Danzad, Danzad, Malditos, Pollack consiguió un importante éxito (la película fue nominada para nueve estatuillas, de las cuales sólo consiguió la del oscar al mejor actor secundario para Gig Young) que le sirvió para lanzar su carrera como realizador. Tal como éramos, Tootsie o Memorias de África son algunas de sus mejores obras. Su colaboración con Robert Redford es legendaria; pero también su excelencia a la hora de actuar es digna de mencionar. Su trabajo en la reciente Michael Clayton (Tony Gilroy, 2007), donde también era productor, parece dar la razón a aquellos que afirman que era mejor actor que director. Descanse en paz Sydney Pollack.

Ver Ficha de Danzad, Danzad, Malditos.

jueves, 24 de enero de 2008

BROKEBACK MOUNTAIN (Ang Lee, 2005)

Que las películas tienen vida propia es algo que no deja de sorprenderme. Una cinta, una vez estrenada, no para de evolucionar -y no me refiero a los sucesivos director's cut que tanto hartan-. Se encuentran sujetas al tiempo (algunas envejecen mal, otras ganan con el transcurrir de los años); vuelven a la actualidad si acaece algun hecho notable relacionado con alguien del equipo. Por ese motivo hasta se vuelven legendarias y suben inesperadamente su caché.

Puede que algo de esto le suceda a Brokeback Mountain gracias al fallecimiento, a una edad temprana -a esa que convierten en mitos a los actores- de uno de sus protagonistas, Heath Ledger. Mientras se produce la metamorfosis yo sigo opinando lo mismo que hace dos años:



"El film de Ang Lee, autor de obras como Sentido y Sensibilidad,Tigre y Dragón o la excelente La tormenta de hielo, partía como favorito en todas las quinielas para los oscar del 2005. Sinceramente, aún no me explico como tenía tantas nominaciones. Y es que la película de Ang Lee no merecía más que un leve aplauso. ¿Por qué? Pues entre otras razones por el oportunismo comercial de director y productores que veían un filón en el tema que trata (tema que por otro lado ha sido reflejado en multitud de cintas europeas y americanas independientes sin tanto bombo).

Si nos abstraemos de la temática homosexual y nos centramos en la historia de amor entre dos personas, que creo que es lo que deberíamos hacer, entonces nos daremos cuenta de que se trata de una historia simplona, con un par de escenas especialmente emotivas, distribuidas estratégicamente a lo largo de una trama que podría haberse contado en media hora. No en vano se trata de la adaptación de un relato corto -menos mal que el original no era "Guerra y Paz" porque entonces estaríamos hablando del record Guiness al film de mayor duración-. En vez de acomodar el metraje a la película, lo que Lee ha hecho es justo lo contrario, introducir de forma más que forzada escenas repetitivas y subtramas absurdas, para poder contar la historia en dos horas largas, larguísimas. Así podemos ver los encuentros entre los dos protagonistas, una y otra vez, sin añadir nada a lo ya contado; o nos presentan secuencias, sin ninguna continuación posterior, entre padres e hijos o entre maridos y mujeres. Ese es el motivo por el que los personajes secundarios se encuentran desdibujados, como si pertenecieran a otra película, en una sinrazón cinematográfica.



Por si eso no fuera poco, nuestro oscarizado director nos inunda de planos idénticos, como aquellos en los que los amantes agachan la cabeza, escondiendo su rostro con sus sombreros tejanos, o los paisajes bucólicos, que aunque funcionan bien los primeros veinte minutos, se vuelven "cansinos" el resto del tiempo y no añaden nada nuevo al drama al que asistimos. Todo lo contrario que sucede en una película del mismo género, que he revisado hace muy poco, y que se ha convertido en una de mis favoritas. Me refiero a Llega un jinete libre y salvaje (Comes a Horseman de Alan J. Pakula, 1978). Allí los paisajes y las escenas de los vaqueros junto al ganado complementan muy adecuadamente a la acción. Los cowboys persiguiendo a las reses entre los árboles de un intrincado bosque es de lo más hermoso que he visto en un western. Y es que la relación de amor entre los protagonistas (Jane Fonda, James Caan) era así de complicada. Mas le valdría a Lee haber visto ese largometraje y haber hecho algo parecido. Desgraciadamente no ha sido así."


Ver Ficha de Brokeback Mountain.
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