Según Errol Flynn, su participación en Objetivo: Birmania no se limitó a la interpretación, también propuso ideas
tan interesantes como imponer el silencio en algunas escenas para conseguir mantener
la tensión. Con una banda sonora integrada en la trama por el prestigioso Franz
Waxman, los periodos sin música resultan aún más expresivos, algo que sería
imitado más adelante en películas como La
colina de los diablos de acero (Men
in War de Anthony Mann, 1957). Una técnica que es particularmente adecuada
en la secuencia del asalto a la aldea donde sólo se oyen los ruidos de la
selva, mientras los soldados se comunican con gestos para acabar con unos
japoneses que limpian pescado (5.25).
Si Flynn habla con orgullo de su colaboración en la película, no así de la acogida del largometraje en el Reino Unido. La polémica desatada por la usurpación del mérito en la campaña birmana por los estadounidenses, en perjuicio de los británicos y de las muchas vidas que perdieron allí los soldados de su majestad, se centró en ataques al propio Errol Flynn. Alguno tan duro como el de la viñeta del Daily Mirror en la que se veía al actor pisando la tumba de un militar inglés. La cinta fue prohibida en las islas y sólo se pudo ver a partir de 1952 tras incorporar un mensaje final a modo de disculpa (5.26).
Con Errol
Flynn como protagonista absoluto, y sin mujeres en el reparto, el resto de
caracteres son adjudicados a secundarios tan conocidos como James Brown, George
Tobias, Mark Stevens o William Prince. Este último se quejaba de Flynn, decía
que “le robaba las líneas de diálogo siempre que podía”, y recordaba las
consignas de Walsh en el rodaje para conseguir el realismo: “All right, boys.
No Hamlets in the jungle” (Moss 2011, p. 2448). Para presentar a los actores,
Walsh aprovecha la secuencia en la que el sargento (Brown) va pasando la orden
de reunión de uno en uno. De nuevo el director hace uso de la premonición
cuando inserta una escena de unos soldados lanzando un cuchillo, ensayando algo
que luego harán contra el enemigo (5.27 y 5.28).
Mención especial merece la presencia de Henry Hull (que ya participó en High Sierra y Colorado Territory). El versátil actor era capaz de ser igual de efectivo como experimentado general de aviación, en Fighter Squadron, que como patoso periodista en Objetivo: Birmania. Su personaje, el corresponsal Williams, es uno de los más interesantes del filme por distintas circunstancias. En primer lugar, porque es un amago de narrador: Walsh emplea su voice over en el arranque de la cinta, cuando el pelotón aguarda en el avión el momento de lanzarse sobre la zona de operaciones. Un recurso audiovisual que no volverá a repetir, quizás para no darle mayor protagonismo al personaje e integrarlo en el pelotón, o también para no caer en la trampa de falsear la trama ya que el supuesto narrador muere en el último tercio de la película.
En segundo lugar, el director utiliza al periodista para infiltrar en la película el punto de vista de un civil; en realidad el punto de vista del propio espectador. El público, a través de los ojos de Williams, sufre las penurias de la misión, se agota, siente miedo y es testigo de los horrores del conflicto (5.29). Por último, el reportero espera que su artículo (5.30) contribuya de alguna manera a ayudar a ganar la guerra, a que el pueblo sepa cómo se comportan los soldados en la batalla, algo que también espera el propio Walsh —y Errol Flynn— con su trabajo en la película. En ese sentido, el punto de vista del personaje también es el del propio realizador.
A ese
indudable tono propagandístico que reina en la película se le une el característico
sello trágico de Walsh: El director deja que el drama se apodere de la cinta
progresivamente, a través de la evolución de los personajes, pero también de
las imágenes. El optimismo del inicio, con la inclusión de las pocas
concesiones al humor que Walsh permite en el largometraje, continúa con la
rápida y limpia operación de la estación de radar, sin ninguna victima
norteamericana, y con el uso de la banda sonora y encuadres convencionales. A
partir de ahí, con el desengaño producido por la fallida evacuación, arranca el
deambular del pelotón por la selva birmana. Los encuadres comienzan a ser más
barrocos, la iluminación rebaja su tono y los personajes se desesperan. Walsh
utiliza de nuevo el paisaje como elemento dramático para reflejar la angustia
de la guerra y lo desplazado del americano de su entorno natural. El vadear de
los ríos ya no es tan fácil como al principio y el agua cada vez les llega más
al cuello (5.31 en el primer tercio, en comparación con 5.32 casi al final)
Leer el capítulo desde el inicio.
Franz Waxman es todo mito; un genio. Soy de la opinión de que el cine debería narrar a través de las imágenes y de los silencios más que a través de los diálogos sin menoscabar lógicamente a estos. Vamos que estoy con Errol Flynn je, je. Lo de que no salgan mujeres me echa un poco para atrás jajajajaj. Me gusta también lo que dices sobre la utilización del paisaje como elemento dramático.
ResponderEliminarUn gran saludo.
Waxman es uno de los grandes músicos, sin lugar a dudas, y sí, estoy contigo, el cine puro, el que se dedica a narrar con las imágenes, o lo que más se acerca a eso, es lo que yo admiro por encima de todo.
EliminarAbrazos.
El pique con los norteamericanos dio mucho de si en II Guerra Mundial. Pero por más que se quejen los británicos, no quiero pensar qué hubiera ocurrido si los yankees no entran en la guerra.
ResponderEliminarSeguramente las cosas habrían cambiado radicalmente. Pero en esta ocasión, los británicos tenían cierta razón en quejarse. De todas formas, no es la primera vez que en el cine los americanos se apropian del mérito ajeno.
EliminarHola.
ResponderEliminarSe me cortó el comentario. Decía que me gusta que narre con imágenes, pero me despista que no salgan mucjeres en el reparto, no sé, la verdad, imagino que la trama lo requiere.
Muchas gracias por la reseña y feliz día.
Sí, la trama requiere que no haya mujeres porque se trata de una compañía de soldados en la Segunda Guerra Mundial en una misión en Birmania.
EliminarGracias a ti, por comentar y feliz día también.
Me gusta Henry Hull. Seguro que su papel de corresponsal estaba basado en Ernie Pyle que también murió en el Pacífico. Hace poco lo vi muy anciano (creo que fue su última película) en "The Chase" con Marlon Brando.
ResponderEliminarErrol Flynn visitó durante la guerra civil el local de jazz donde mi padre -con 17 años- tocaba la trompeta. Te paso el enlace, la historia es divertida:
http://miquel-zueras.blogspot.com/2010/03/el-pianista-con-once-dedos.html
Saludos!
Borgo.
Henry Hull era un actor polivalente que valía tanto para un roto como para un descosido.
Eliminar¿Que Errol Flynn estuvo allí?, ¡no me digas! Gracias por el enlace lo miro ahora mismo.
Saludos!
El adjetivo "propagandístico" suele llevar asociadas una serie de connotaciones más bien negativas. Y, sin embargo, precisamente por haber sido concebidas con la intención de persuadir al espectador, este tipo de películas representan hoy día una fuente inagotable de análisis, tan minuciosa fue su elaboración.
ResponderEliminarSaludos.
Es que esta película fue mucho más allá que la simple cinta de propaganda. A Walsh le salió un largometraje redondo con crítica final incluida como veremos en el próximo post.
EliminarSaludos.
Es curioso, porque llevo algunas semanas pensando en volver a ver Objetivo Birmania, una película que me parece notable. Y ahora también tengo que ver La colina de los diablos de acero, porque a mí no me gustó tanto, y sin embargo sois muchos los que la ponéis bien.
ResponderEliminarPor otro lado, los estadounidenses son conocidos por apropiarse de las gestas de otros. Lo hacen sin ningún empacho, quizás porque envidien la historia de otros continentes.
PD ayer vi Los condenados no lloran y me gustó mucho. Buena recomendación.
Me alegro de que te gustara la película de Sherman con una deslumbrante Joan Crawford.
EliminarLa colina de los diablos de acero es una de mis favoritas del género bélico.
Los estadounidenses son así, no les importa demasiado apuntarse el tanto con tal de vender más películas. Ahora recuerdo "Argo", donde parece que todo el mérito de aquella operación de rescate en Irán fue de los americanos, mientras ingleses y demás países miraban para otro lado, cuando la realidad es que la misión y prácticamente toda la operación fue orquestada por el embajador canadiense.
Hola Ethan!
ResponderEliminarMe encanta Flynn y me fascina esta película. Poco o nada que añadir a lo dicho. Una de esas joyas que ves una y otra vez.
Saludos!
Cierto, no me canso de verla y siempre descubro alguna cosa interesante. Características propias de una obra maestra.
EliminarSaludos!
Hola, Ethan
ResponderEliminarMe parece estupendo que la gente acepte trabajar en equipo; las ideas, en este caso, de los intérpretes, puede mejorar la calidad del film; sí lo hemos visto con mi esposo.
La polémica de la cual hablas, no sería la única en la vida; allí se han apropiado de algunas cosas, que algunos mejor han callado.
Debo regresar cualquier día, para leer más tranquilamente.
Un abrazo.
Hola, Rud
EliminarPuedes regresar cuando quieras, serás muy bien recibida.
Abrazos.
Hablas en tu artículo de algunas claves muy interesantes para analizar la película de Walsh (solo la he visto una vez hace muchísimo y me encantaría volver a verla después de leerte): por ejemplo, la importancia del paisaje a la hora de contar sus historias. Aquí hablas de un río que cruzan, y quién olvida en El último refugio las montañas.
ResponderEliminarTambién la importancia de un personaje para dictar la manera de contar una historia (el reportero).
Cómo los actores aportan a la creación, al final el cine es un trabajo en equipo. Tal y como se ve hizo Errol Flynn en esta película.
El uso de la premonición como técnica narrativa.
Las posibilidades de análisis de la película al examinar las distintas miradas de los personajes, los puntos de vista, la propaganda... en el cine bélico durante la segunda guerra mundial.
Qué maravilla, tantas claves para "ver" una película en un mismo texto.
Beso
Hildy
"Objetivo: Birmania" es una película con muchas aristas, bastante más de las que se le supone a una mera película de propaganda, lo que demuestra que Raoul Walsh no era solamente un buen artesano, sino un autor con letras mayúsculas. Capaz de crear un entorno, dirigir a unos actores, crear unos personajes y contar una historia para llevarla a donde a él le interesaba.
EliminarEn la siguiente entrega veremos lo lejos que podía llegar este magnífico director.
Gracias por tus comentarios, Hildy.
Abrazos.