lunes, 8 de abril de 2019

EL TEMIBLE BURLÓN (The Crimson Pirate de Robert Siodmak, 1952)

A finales del siglo XVIII, el capitán Vallo (Burt Lancaster) ejerce la piratería navegando por el Caribe junto a su tripulación y a su fiel Ojo (Nick Cravat), el segundo de abordo. La última presa del pirata es un barco de su majestad cargado de munición y armas. Vallo se decide a negociar con el prisionero, el barón Gruda. Este le ofrece una fortuna por la captura del líder revolucionario “El Libre”, un guerrillero que lucha por la independencia de la isla Cobra. En un principio, el pirata acepta, pero en cuanto conoce a Consuelo, la Hija de "El Libre", todo cambia...

Con El temible burlón daba la impresión de que el director Robert Siodmak se tomaba unas vacaciones después de la magnífica serie de películas oscuras, entre el cine de suspense y el cine negro, que había rodado para la Universal. La nueva cinta abordaba una historia colorista, alegre y apta para todos los públicos, casi con estructura de musical donde los números eran sustituidos por las secuencias acrobáticas de Burt Lancaster y Nick Cravat, los antiguos responsables de un número circense que recorrió todo Estados Unidos en la década de los treinta.

Si bien, todo es ficción —la isla Cobra es imaginaria y ningún personaje es real—, sí es cierto que las revueltas en la región comenzaron a finales del siglo XVIII como se dice en el largometraje. Concretamente fue en Haití donde se inició la llama de la revolución en 1789, al estilo de la francesa, para lograr en 1804 ser la primera república independiente negra del Caribe.

Otro asunto que aborda el filme es el de la Ilustración, en pleno auge durante esa época, pero lo hace dentro del tono de comedia que preside toda la cinta: gracias al personaje del profesor Prudence, y a la lógica científica, Vallo y Ojo consiguen escapar de una situación comprometida cuando vuelcan el bote para andar por el fondo mientras respiran dentro de la cámara de aire que se ha formado en el interior. En el delirio de un guión tan entretenido como poco creíble, el profesor inventa la ametralladora, el tanque y el submarino. Además, con ayuda de la nitroglicerina fabricada por el científico, Vallo y Ojo descubren el bombardeo aéreo desde… ¡un globo!


Todo valía en El temible burlón con tal de entretener al público en una época tan difícil donde se competía con la recién llegada televisión. Hasta los actores fomentan la complicidad con el público cuando Burt Lancaster se dirige a ellos en el arranque, justo antes de los créditos, y les advierte que se crean “sólo la mitad de lo que ven…; o ni eso”. Nick Cravat hace lo propio al final, pero apoyado en la mímica ya que Ojo es mudo. Al parecer su fuerte acento de Brooklyn provocó la creación de este personaje que se parecía por momentos al enloquecido Harpo de los hermanos Marx, y que tuvo su primera aparición en El halcón y la flecha.

La verdad es que la acción no para en El temible burlón, pero tampoco el humor constante que, en su insistencia, roza la parodia, algo que bajo nuestro punto de vista se vuelve en contra del género. La pata de palo que se enreda en el enjaretado, las lágrimas de un rudo filibustero con garfio y otros detalles de ese estilo van en el sentido de desmitificar la figura del terrorífico pirata. De hecho, a partir de El temible burlón las aventuras en el mar con los piratas de protagonistas ya no volvieron a ser lo mismo y el género fue languideciendo hasta casi desaparecer.



Ver ficha de El temible burlón.


El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a El temible burlón en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas



14 comentarios:

  1. Sí, la verdad es que, en algunos momentos, parece que se pasa de vueltas.

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    1. Por lo visto el guión en un principio era mucho más serio (de Waldo Salt, perseguido por los "Macartistas"), pero Siodmak lo convirtió en practicamente una comedia.

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  2. Cómo olvidar aquellas peleas fogosas, tipos duros y el romanticismo de los piratas filmado en magnífico tecnicolor. El temible burlón cumple con todos los compromisos de una película de piratas lo que hace especial en su carga de humor y las espectaculares acrobacias de la pareja de héroes: el intrépido y temerario Vallo, que se enfrenta a todos los peligros con una amplia sonrisa, y su fiel Ojo, un hombre menudo y mudo, aunque no menos intrépido. Lancaster y Cravat (mi pareja favorita de siempre), interpretaron este dúo como una pareja de artistas que confiaban ciegamente el uno en el otro, y no por casualidad, tanto en El halcón y la flecha como en El temible burlón.
    Antes de iniciar sus carreras en el cine, habían actuado algunos años juntos en el circo y El temible burlón demostró ser el escenario ideal para sus acrobacias y sus habilidades de comediantes. Cuando Vallo y Ojo, sincronizados, saltan por encima de los muros o dan su salto mortal de espaldas, trepar por las paredes con palos de sacudir alfombras, utilizar los baldaquines de trampolín o capturan soldados con redes de pescar, la película parece un grandioso número de circo, y a mí todo esto me encantaba. Esas escenas deliciosamente trepidantes hacen olvidar con facilidad que El temible burlón no debe interpretarse simplemente como cine de diversión ingenuo.

    Aunque el guion original de Waldo Salt se reescribió a instancias de los jefes del estudio porque el autor estaba en el punto de mira de McCarthy como presunto comunista, la película conservó ciertos guiños subversivos. La representación del alzamiento popular, sobre todo en una película de época, no podía ser demasiado atrevida en los años de la caza de brujas contra los comunistas. No obstante, teniendo en cuenta el terror a la bomba atómica soviética que se estaba propagando en aquellos años, armar a los revolucionarios con una nueva arma prodigiosa, la nitroglicerina, ya era en sí explosivo.

    Con todo, calificar El temible burlón de película de izquierdas de Hollywood puede resultar exagerado. En todo caso, el filme permite atestiguar unas ganas irrefrenables de destruir cualquier orden establecido, lo que también se manifiesta en el hecho de que las líneas de la acción se rompan de forma abrupta, las escenas de lucha y las persecuciones se entrecrucen y la emoción se alterne con la comicidad cuando menos se espera. En este sentido, la escena donde unos soldados que patrullan en formación ordenada caen como piezas de dominó se revela francamente simbólica y, por supuesto, también hace patente que el caos de la película está coreografiado y puesto en escena con sumo cuidado.
    El hecho de que El temible burlón se considere un broche de oro indiscutible del cine de piratas se debe sobre todo a ese carácter anárquico, en el que se aprecia la utopía de la libertad en torno a la que gira el género. Asimismo, en cierto modo también marca el cierre fulminante del vistoso género de espadachines, puesto que, al agotarse el sistema de estudio clásico, se hizo prácticamente imposible pagar producciones con barcos en mar abierto. Las películas de piratas europeas de los años sesenta, rodadas generalmente en tierra, nunca pudieron alcanzar la magnificencia de las aventuras que habían llenado las pantallas en los años de esplendor de Hollywood, y en las sesiones matinales de domingo en donde aprendí de memoria estas palabras de El temible burlón:

    "Recuerda, en un barco pirata en aguas piratas en un mundo pirata no hagas preguntas. Cree solo lo que veas. No, cree la mitad de lo que veas."

    Perdón por la extensión, mi querido Ethan, por este comentario; es que me gustan tanto este tipo de películas que me dejé llevar por pasiones infantiles.

    Un fuerte abrazo

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    1. Nada de perdón, un lujo tus comentarios, como siempre. Menuda pareja Lancaster y Cravat, creo que el número circense que pasearon por toda America se llamaba "Lang & Cravat". Eran como hermanos y la perfecta sincronización de sus números era espectacular tal como se ve en la película.
      Es verdad que la película tiene guiños izquierdosos, una especie de venganza por la persecución a que fue sometido el guionista y a las sospechas que el HUAC tenía sobre Siodmak. De hecho, el título (The Crimson Pirate) es un claro desafio a McCarthy: el pirata "Carmesí", vamos, el pirata "Rojo", un filibustero que termina siendo el libertador de la isla. Siodmak se encontró tan a gusto en Europa (Inglaterra, Italia, la isla de Ischia) filmando su película, lejos de la represión anticomunista, que decidió no volver a rodar en USA.
      Abrazos.

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  3. Que tal Ethan!
    Estupenda y muy interesante tu entrada, siempre aprendo algo con tus textos. Por aportar apenas un detalle personal, a mi todo este tipo de peliculas me recuerdan a cuando bajabas al barrio a jugar con tus amigos y tratabas de emular aquellas cabriolas, en ocasiones el resultado eran golpes, caidas y algun que otro arañazo...jeje
    Por cierto, me estaba acordando de "The Princess and the Pirate (La princesa y el pirata 1944) con la pareja Bob Hope&Virginia Mayo, recuerdo esta pelicula por un detalle, si la memoria no me falla fue emitida la noche del 23 de febrero de 1981, creo que esa madrugada nunca la olvidaremos...
    Saludos!

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    1. Muy buena esa película con Bob Hope y Virginia Mayo, parecía una continuación de la serie "Road To..." que hizo el humorista con Dorothy Lamour y Bing Crosby, de hecho, fue un descanso entre esas películas y sus colaboraciones con el ejercito para animar a las tropas. En más de una ocasión Hope hace referecia a la serie cuando dice que se apellida Crosby que "no lo pude evitar, me lo pusieron de pequeño", o cuando reconoce que acaba de "realizar una película en Marruecos ("Road to Morocco", claro) con un galán de ojos azules". El colmo es cuando al final de la cinta aparece el propio Crosby en un gracioso cameo, llevándose a la chica, como siempre.
      Saludos!

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  4. ¡ Ah esas pelis de aventuras marineras con un espléndido Burt Lancaster tan en forma que te dejaba con la boca abierta! Creo que no he vuelto a ver y disfrutar algo como aquello. Precisamente porque no se tomaban demasiado en serio y el héroe no dejaba de ser un artista circense.
    Y qué interesante lo que cuentas sobre el rodaje... a veces lo que hay detrás resulta mas interesante que la propia historia.
    Siempre aprendiendo contigo, amigo Fernando.

    Un abrazo.

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    1. Ya no se hacen películas así. La culpa la tiene un poco "El temible burlón", por lo cercano a la parodia que se ecnuentra la trama. En los siguientes años las películas de piratas fueron sinónimos de fracaso, como si fuera una maldición para los productores, hasta la llegada de la exitosa saga de "Piratas del Caribe", otra parodia más, por cierto bastante inferior a cualquiera de las cintas rodadas en los 30 y 40.
      Abrazos.

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  5. Vaya, así que Cravat no era mudo, no lo sabía. No me gusta el título español aunque reconozco que "El pirata carmesí" tampoco era apropiado.
    Es una película entretenida pero creo que no ha envejecido bien. Su humor es demasiado infantil. Quisiera destacar el breve papel de Christopher Lee como villano. Lee fue profesor de esgrima e intentó adiestrar a Lancaster en el manejo del sable pero el americano -que según Siodmack era muy divo- no le sentó bien esa intromisión de un figurante y tuvieron una tensa relación durante el rodaje.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. No conocía esa anécdota con Christopher Lee. Burt Lancaster no solo era un divo, era uno de los productores de la compañía Hetch-Lancaster. Gracias al contrato con la Warner, la nueva prodcutora propiedad del actor y de su agente Harold Hetch pudo realizar tres películas seguidas. En la última, "Su majestad de los mares del sur", el actor quiso apropiarse de todos los roles, incluido el de la dirección, tanto que al final la cinta se resintió de ello. Las otras dos tuvieron mejor factura (el actor se (entro)metió menos) y son las que hemos nombrado en el post y en los comentarios: "El temible burlón" y "El halcón y la flecha".
      Saludos.

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  6. Por cierto que -como marino que eres- hay un desatino que no te pudo pasar por alto: el anacronismo de un pirata estudiando un manual de señales marinas.
    Saludos!
    Borgo.

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    1. No te creas que es tanto desatino. El código de señales internacional te lo aprendes al principio, pero luego solo te sabes de memoria las más usadas (práctico a bordo, comandante en tierra, hombre al agua, aprovisionamiento de combustible, etc.), el resto no, así que sí, hay que consultar el manual. Eso con respecto a los oficiales o suboficiales que no son especialistas en comunicaciones; los señaleros es otra cosa, esos sí que deben dominar todo tipo de comunicaciones visuales.
      Lo que sí es un fallo descarado de la película (aparte de todos los "inventos" ya mencionados) es cómo se desarrolan los dos combates navales que se pueden ver en el filme, uno en el arranque y otro en la conclusión. En ambas batallas se enfrentan el navío de Gruda contra el bergantín de Vallo. En realidad el barco de Gruda es una fragata ya que se dice en la cinta que dispone de treinta cañones. Los navíos y las fragatas del siglo XVIII eran de línea y arboladura similares, sólo se diferenciaban en la cantidad de piezas de artillería que montaban a bordo (se decían navíos a partir de sesenta cañones). En cualquier caso, un navío o una fragata eran mucho más poderosos que un bergantín. No obstante, en la película, el pirata vence siempre gracias a estratagemas igual de increíbles que el resto de la historia.
      Saludos y gracias por el apunte.

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  7. Otra que te debo y en la que me quedo fuera, Ethan.
    De todas maneras, buena reseña. Dan ganas de verla

    Abrazo!

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    1. Si te gustan las aventuras, las películas clásicas, las de piratas, esta, sin duda, es la tuya.
      Abrazos.

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