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martes, 23 de agosto de 2011

APPALOOSA (Ed Harris, 2008)

¿Es posible recurrir a los tópicos de un género y hacer algo original? Así presentado parece una paradoja, sin embargo Ed Harris ha conseguido responder afirmativamente a la pregunta con un estupendo western, de los de antes, pero realizado en la era pos-Sin Perdón (Unforgiven de Clint Eastwood, 1992) con seriedad y brillantez a partes iguales.


Y es que la cinta del actor -y ahora director- contiene todos los clichés del género, pero curiosamente esto es lo que le hace tan atractivo, pues cualquiera de ellos encaja muy bien en la trama:

Dos pistoleros (Ed Harris y Viggo Montersen) son contratados por las fuerzas vivas de un pueblo (Appaloosa) para acabar con el reinado del cacique Bragg (Jeremy Irons que últimamente parece encasillado en el papel de malvado). Nada nuevo a ese lado del Mississippi; en un principio, ya que pronto vemos que la cosa no es tan simple. Primero, porque aparece una mujer ligera de cascos (Renee Zellweger, sonrosada como una Peggy cualquiera y tan atrapa-hombres como la cerdita de Barrio Sesamo) que se interpondrá entre los dos amigos; segundo, por la intromisión de otra pareja de pistoleros; y tercero, por el carácter violento del propio Harris.


Todos estos personajes aparecen muy bien definidos, sobre todo los centrales. La pareja de pistoleros-agentes de la ley se presenta con un atractivo contrapunto: Harris se comporta de forma imprevisible, violento, pero con ganas de dejar su oscuro pasado y afrontar un presente no carente de incertidumbre; Mortensen es más tranquilo, juicioso, el que le guarda las espaldas a su amigo, pero también el solitario, quizás el eje de la cinta, aunque en principio no lo parezca (lo más original del redondo guión: ver como Mortensen se hace con las riendas de la película poco a poco).

Ambos pistoleros tienen en común el carácter crepuscular con el que son presentados en pantalla. Acierta el director en subrayarlo para hacer subir la calidad de la historia; ya se sabe: lo épico reina en el western y no hay nada mejor que recurrir a un par de amigos con tantas millas recorridas a caballo como aventuras y muescas en sus revólveres. Recordamos esa otra pareja de viejos vaqueros (Joel McCrea y Randolph Scott) que casi inauguraron el western crepuscular en aquel Duelo en la Alta Sierra (Ride The High Country de Sam Pekinpah, 1962) o los más comerciales —pero igual de atractivos— Newman y Redford en Dos Hombres y un destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid de George Roy Hill, 1969), también pasados, ya de vuelta de todo.


La amistad, la venganza, los indios, el asalto al tren, los duelos, el saloon y la cabaretera aparecen sucesivamente por el buen guión (donde también colabora Harris) e, insistimos, lo hacen en su justa medida, con el ritmo adecuado, para encajar en la trama como un guante de pistolero o una espuela de vaquero.

Lo dicho, Appaloosa es un western de los de antes con el acento realista de ahora, donde el uso del paradigma no entorpece la épica del relato ni resta interés a los elementos que caracterizaron el género. Seguro que el lector aficionado a las películas del Oeste, que aún no la haya visto, se preguntará si la película tendrá ese final: el del pistolero cabalgando hacia un ardiente horizonte donde el sol se encuentra agonizando. ¿Lo tendrá? Véala.


Ver Ficha de Appaloosa.


viernes, 4 de enero de 2008

GRUPO SALVAJE (The Wild Bunch de Sam Peckinpah, 1969)

Grupo Salvaje es una película que no ha hecho sino crecer con el paso de los años y hoy en día podemos decir, sin riesgo a equivocarnos, que es la obra maestra de Sam Peckinpah y la más representativa del llamado western crepuscular; quizás porque el cine del polémico realizador encajaba perfectamente con los elementos que definían dicho género. Algunos de ellos son los siguientes:

-Los personajes, eternos aventureros, pertenecen al salvaje oeste y se encuentran fuera de sitio con la llegada de la civilización. No les queda otro camino que luchar hasta morir, más que nada porque no saben hacer otra cosa. Así películas como Dos Hombres y un destino (Butch Cassidy and The Sundance Kid de George Roy Hill, 1969) son calcadas en su resolución a Grupo Salvaje.



-Los actores son viejas glorias del cine (Holden, Ryan, Borgnine, O’Brien, “El indio” Fernández, etc). Es lo que pide una cinta crepuscular. Peckinpah ya hizo algo parecido en Duelo en la Alta Sierra, para algunos el primer largometraje de este subgénero.

-El “tono” de la película es nostálgico, pesimista y, sobre todo, violento. Los buenos tiempos han pasado ya; el “romanticismo” del western, los duelos y la violencia justificada por la ausencia de ley ya no existen. Ahora prima la violencia por la propia violencia. En Grupo Salvaje los “buenos” son peores que los “malos”, son como aves de rapiña.

Para resaltar la crudeza de algunas secuencias Peckinpah utilizaba la cámara lenta, y no creo que lo hiciera por estética. Me parece ingenua la afirmación de algunos críticos cuando se refieren a las escenas de los tiroteos como si se trataran de un “baile”; lo que el director pretendía era conseguir que las imágenes de la barbarie permanecieran en nuestras retinas -y en nuestra memoria- el máximo tiempo posible. Era una nueva forma de denuncia y no cabe duda de la estrecha relación que existe entre lo que se cuenta en el filme y lo que se estaba viviendo en Vietnam a finales de la década de los sesenta.

El espectador que aún no haya visto Grupo Salvaje que se prepare para una nueva experiencia. Peckinpah les dará una pista de lo que se avecina, sólo hay que fijarse con qué juegan unos niños en el arranque de la película...


Ver Ficha de Grupo Salvaje.
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