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lunes, 1 de octubre de 2018

2 X 1: "VIVIR EN PAZ" y "NOBLE GESTA" (Luigi Zampa)

Vivir en paz (Vivere in pace, 1947)

Sin olvidar algunos notables antecedentes como Ossessione de Visconti (1942), casi todos los críticos le dan a Roberto Rossellini y al guionista Cesare Zavattini, la autoría, el arranque, del neorrealismo italiano. Fue la llamada trilogía de Rossellini la que marca el inicio del movimiento (Roma, ciudad abierta, Paisà y Alemania, año cero, 1945, 46 y 47, respectivamente).

Pronto, otros directores siguieron el ejemplo de Rossellini y continuaron con tramas realistas que también tuvieran que ver con la guerra recién terminada. Fueron esos argumentos los que priorizaron los primeros años del neorrealismo, aunque, como veremos, no fue, ni mucho menos, la única temática. Uno de los realizadores que probó con la nueva forma de hacer cine fue Luigi Zampa. El cineasta en un solo año (1947) ofreció un díptico que no se distanciaba mucho de la citada trilogía de Rossellini:

La primera película, Vivir en paz, reflejaba como ninguna otra el sentir del pueblo italiano respecto al conflicto que se desarrollaba en su país. Sin el consentimiento de los ciudadanos, muy a pesar suyo, los granjeros, ganaderos, la gente del campo, sufría las idas y venidas de una guerra que no tenía nada que ver con ellos. Zampa lo vio con claridad y eligió vestir a su filme con los ropajes de la comedia para finalizar con un giro de tragedia y mostrar al público la cruda realidad.


La trama se centra en un pueblo que, como dice el título, vive en una paz relativa. Solo un alemán se ocupa de controlar a la aldea gobernada por un alcalde fascista. Todo discurre con tranquilidad, como si la guerra no existiera, hasta la llegada de dos soldados americanos, uno de ellos herido, que piden ayuda a los hijos de un granjero (Aldo Fabrizi). El cabeza de familia en un principio se niega a prestarles ayuda, pero poco a poco toma conciencia de la realidad y opta por arriesgarse, por cuidar a los soldados y ocultar el hecho al cacique fascista y al resto del pueblo; siempre bajo la amenaza del germano, que promete pena de muerte a todo aquel que dé cobijo a los aliados.

La historia de Vivir en paz bien podía haber sido de Zavattini, sin embargo, la firma otra gran valedora del neorrealismo como fue Suso Cecchi D’Amico (Ladrón de bicicletas, Rocco y sus hermanos, Rufufú, etc.). La escritora colaboró con Luchino Visconti en todas sus obras desde que lo conoció en 1951, pero también fue guionista de De Sica, Antonioni, Comencini, Zeffirelli, Monicelli, Blasetti… y Luigi Zampa.


Noble gesta (L’onorevole Angelina, 1947)

El neorrealismo, con la citada trilogía de Rossellini y otras películas como Vivir en paz, al principio se centró en el conflicto mundial y en las consecuencias directas de la inmediata posguerra, pero enseguida se diversificó en lo que se llamó la “Etapa de la crónica”. En ella los cineastas italianos retrataban aspectos de la vida cotidiana donde los personajes se asociaban en torno a un suceso común. Las típicas películas donde se hacia una disección de un barrio, o de una calle, eran obras derivadas de esta importante rama del movimiento. Quizás Crónica de los pobres amantes (Carlo Lizzani, 1954) sea el paradigma de este tipo de cine, pero de nuevo Luigi Zampa fue uno de sus impulsores. El mismo año de Vivir en paz, el director romano dirigió la que puede ser una de las primeras películas de dicha etapa: Noble gesta.

En el filme de Zampa, Anna Magnani se convierte en la heroína de un barrio cuando se enfrenta a los promotores de viviendas con tal de salir de la miseria. Su lucha tiene tanta repercusión que funda un partido y la proponen como candidata al parlamento. Enseguida los caciques intentan sobornarla lo que provoca que el pueblo le dé la espalda. Es entonces cuando se recrudece su lucha. Esta vez ella sola se enfrentará a todos: al poder establecido, a sus vecinos y a los carabineros (su marido es uno de ellos).


De nuevo con la colaboración de Suso Cecchi D’Amico en el libreto, y con otra intérprete destacada del movimiento, Anna Magnani (recordemos que tanto ella como Aldo Fabrizi, el protagonista de Vivir en paz, fueron los actores principales de Roma, ciudad abierta), son con las que Zampa aborda esta excelente película, que se llevó el premio a la mejor actriz (Magnani) en el festival de Venecia.

Igual que en Vivir en paz, el director usa en Noble gesta la comedia como reclamo popular para, a continuación, enlazarla con el drama. De esta forma, Zampa lograba denunciar algunos de los problemas sociales y políticos del momento como eran la carencia de viviendas dignas y la corrupción. En tan solo un año, Luigi Zampa había ofrecido dos obras que, prácticamente, podían resumir el inicio del neorrealismo italiano.





martes, 22 de enero de 2008

ROCCO Y SUS HERMANOS (Rocco e i suoi Fratelli de Luchino Visconti, 1960)

Con Rocco y sus Hermanos Luchino Visconti volvía a las raíces del movimiento cinematográfico que prácticamente inventó con Ossessione (1942) -una, muy lograda, versión de “El cartero siempre llama dos veces”-. Era inevitable que el Neorrealismo y uno de sus valedores principales abordaran el tema del éxodo rural hacia las grandes capitales. En los años cincuenta, la industrialización de las ciudades del norte (en este caso Milán) fue captando a familias enteras de pueblos del sur de Italia. Visconti consigue narrar las dificultades de una de esas familias para adaptarse a la nueva vida y buscar una prosperidad que nunca llega. Casi diez años antes, José Antonio Nieves Conde, ofrecía su personal visión del tema con la excelente Surcos (1951). El director español tuvo que sortear la censura franquista que intentaba suavizar su dura mirada sobre la posguerra. A Visconti le sucedió algo parecido. Desde el estreno de Rocco..., en la Mostra de Venecia, la cinta sufrió todo tipo de prohibiciones y cortes. En este caso la polémica tenía su origen, más que en la trama en sí, en la crudeza de algunas secuencias. Y es que la película italiana era mucho más compleja que la española. Veamos por qué:



La cinta se estructura en cinco capítulos (cada uno con el nombre de los cinco hermanos Parondi), sin embargo el eje central es un triángulo amoroso entre Rocco (Alain Delon), que se enamora de Nadia (Annie Girardot), una prostituta que había sido rechazada anteriormente por Simone (Renato Salvatori). Los celos de Simone son la causa de una tragedia que se ve venir.

Rocco y sus hermanos es una obra profundamente literaria. Visconti y sus guionistas se inspiran en obras como “El Idiota” o “José y sus hermanos” para darle mayor entidad a la película. El tratamiento de los personajes principales es perfecto. Luchino Visconti consigue que el espectador rechace a Simone por su intolerancia, pero también se aparte de su hermano Rocco debido a una bondad tan extrema como peligrosa. La forma en que Visconti resuelve el drama da una vuelta de tuerca al Neorrealismo: un montaje paralelo en el que nos presenta, por un lado, a Rocco boxeando y, por otro, a Simone enfrentado a Nadia. La secuencia recuerda mucho al cine que vendrá de la mano de Pasolini. Y es que Visconti se distancia del realismo para adentrarse en el simbolismo religioso. Esto le da al filme una categoría de obra maestra.


En resumen, la cinta de Visconti es un largometraje con muchos matices, pero con el trasfondo de la emigración que propicia toda la trama. Tanto Simone como Rocco son engullidos por la gran ciudad. Visconti resume la historia con una reflexión final cuando el director habla por boca de Ciro, otro de los hermanos: éste le dice al pequeño de la saga que el sueño del que emigra no es triunfar, es poder volver algún día, él o sus descendientes, a su lugar de origen.


Ver Ficha de Rocco y sus Hermanos.

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