Vinieron de dentro de… (Shivers, 1975)
Después de varios cortos y un par de películas artesanales donde el director canadiense David Cronenberg escribe, produce, fotografía, monta y dirige sus filmes, por fin se da a conocer en su país, y luego en la comunidad internacional cinematográfica, con dos películas casi iguales: Vinieron de dentro de… y Rabia.
En la primera, el médico de una urbanización de lujo experimenta con unos parásitos que inserta en el cuerpo de un paciente con el objetivo de curar sus órganos enfermos. Algo falla cuando está curando a una joven y provoca una epidemia donde las víctimas se van pasando unas a otras los parásitos mediante encuentros sexuales violentos.
Interesado
por la ciencia, y obsesionado por las mutaciones, las epidemias, los virus y,
en general, los males que acechan a la humanidad ⸺nos imaginamos muy en su
salsa en la actualidad con la pandemia del Coronavirus⸺, Cronenberg rueda Vinieron
de dentro de… con fluidez, directo al grano, de forma explícita, con un
exceso de gore y pobre de efectos. Una historia de terror al estilo de las películas
clásicas de los años cincuenta, en especial La invasión de los ladrones
de cuerpos (Invasión of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956). De
hecho, el primer título que Cronenberg barajó fue el de Invasion of the
Blood Parasites.
La cinta está producida por su colega Ivan Reitman (Los cazafantasmas) e interpretada por actores desconocidos, con la excepción de la actriz de culto Barbara Steele, que tiene un pequeño, pero contundente papel, conocida entre los aficionados al género por su participación en algunas de las mejores películas giallo de los sesenta y setenta.
A pesar de que en la actualidad el
largometraje ha perdido parte de su encanto, que son evidentes los fallos de
estructura y que ha envejecido notoriamente, Cronenberg siempre ha sostenido
que Vinieron de dentro de… tuvo una influencia decisiva en otros
autores, en particular adelantó muchas de las secuencias, y casi la trama
entera, de la saga Alien.
La siguiente película de Cronenberg discurre por los mismos derroteros que la anterior: esta vez es un implante de piel el que provoca una reacción contraria en una paciente que acaba de sufrir un accidente de motocicleta. Sedienta de sangre, poco a poco va contagiando a otras personas por una especie de parásito que tiene en el cuerpo. Esto provoca una epidemia donde los enfermos se convierten en zombis. Los síntomas y las mordeduras de las victimas hace que se piense en un brote de rabia.
Entre la clásica película de vampiros y, prácticamente, el remake de Vinieron de dentro de… navega esta cinta del director canadiense, donde ahora rueda con mayor presupuesto, con el mismo productor, Ivan Reitman, y con una protagonista que es una conocida actriz porno: Marilyn Chambers.
Cronenberg rueda de nuevo sin ambages, aún con ciertos fallos de estructura, pero con mejores medios, un guion también escrito por él. Una historia de terror, una de las de mayor éxito en taquilla de Canadá, quizás más clásica que la anterior (las víctimas no desean sexo, se conforman con la sangre), donde la tensión va progresivamente en aumento hasta un final tan abierto como el de la primera.
En Rabia nada cambia en las pretensiones del realizador: sigue su interés por la ciencia y por denunciar los peligros de los experimentos con el cuerpo humano ⸺a este tipo de películas, que Cronenberg pone de moda, se le ha llamado “body horror”⸺, ya sean implantes “neutros”, que deberían sanar la piel con cirugía plástica, o parásitos “domesticados”, que supuestamente curan los órganos desde dentro; en ambos casos, elementos externos que transforman el cuerpo de los pacientes y originan una epidemia sin control y sin aparente solución ¿les suena?