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jueves, 17 de septiembre de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 18 al 24 de septiembre de 2009)

Ya sabemos cual fue la ganadora del León de Oro: Lebanon del israelí Samuel Maoz; también conocemos quién se llevó el premio Volpi al mejor actor: Colin Firth (y nos acordamos de alguna amiga que estará encantada con la noticia). Nosotros seguimos con nuestra particular cita con los canales en abierto y nos alegramos de tener la oportunidad de comentar una de nuestras más queridas películas. Mientras tanto recomendamos la siguiente tabla de pases televisivos:

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

El Cuarto Mandamiento (The Magnificent Ambersons de Orson Welles, 1942). Joseph Cotten, Dolores Costello, Tim Holt, Anne Baxter. (Canal 9, viernes 18 a las 03:15)

Segunda película de Welles y segunda obra maestra; para el que suscribe, ligeramente por encima de Ciudadano Kane a pesar de las importantes modificaciones, del falso final feliz y de más de 40 minutos amputados por la RKO.

Orson Welles se vale de la novela de Booth Tarkington para contar, una vez más, una trama sobre la decadencia en el seno de la alta sociedad, sobre el triunfo del progreso y sobre las oportunidades perdidas en la búsqueda de la felicidad. Y lo hace narrando la historia de una familia aristócrata americana, Los Ambersons, y centrándola en la subtrama principal: la relación fallida entre un plebeyo (Joseph Cotten), futuro emprendedor que simboliza el progreso, y la hija del magnate (Dolores Costello), que sufre la actitud negativa de su familia y, posteriormente, la de su propio hijo (Tim Holt). Este niño mal criado se opone con más fuerza aún a la unión entre los protagonistas. Su intolerancia (como la de Kane y otros personajes de Welles) destrozará su vida y la de todos los que le rodean, incluyendo al amor de su vida (Anne Baxter).

Como se ha citado la película fue cortada por los productores de la RKO mientras Welles estaba en Brasil rodando el documental incompleto It's all true. El montaje final corresponde al futuro director Robert Wise que consigue mantener intactos (o casi) algunos elementos verdaderamente evocadores:

La fotografía expresionista en blanco y negro. Según la secuencia que se trate, puede ser cautivadora, romántica, cómica o agobiante. El decorado acompaña al argumento y casi lo dirige: La Mansión de los Ambersons –y su decadencia- gobierna el transcurrir de la historia. Y no hay más remedio que destacar la famosa escalera. No es la única vez que una escalera toma tanto protagonismo (pensemos en El Ídolo Caído y en tantas otras), pero es que aquí casi toma vida cuando se encuentra presente en los momentos decisivos de la trama.



El barroquismo de Welles sigue predominando en unos encuadres que deforman la imagen, pero más controlado que en su ópera prima. Además una suerte de planificación de la puesta en escena se traduce en planos secuencia inolvidables. Sólo hay que maravillarse, y seguir una y otra vez, por ejemplo, la escena del baile. Es la actitud formalista de Welles. La que propicia que toda su obra, con independencia de la temática abordada, tenga una continuidad tan clara.

Los actores están geniales. Otra vez, como sucede en Kane, son procedentes del Mercury Theatre; excepto Dolores Costello, una actriz del cine mudo que finalizó su carrera prematuramente debido al deterioro de su rostro causado por las severas sesiones de maquillaje. Y de nuevo hay que hacer una mención especial: Agnes Moorehead. Su papel de la instigadora tía Fanny se encuentra totalmente imbuido del espíritu de la mansión, como una especie de portavoz activo de salones, paredes y chimeneas.

Welles, aunque no actúa, se encuentra presente a lo largo de toda la película. Con su voz en off hace de narrador y dialoga con los coros: gentes de la calle, clientes y propietarios de pequeños negocios, que hacen de improvisados cronistas. También sorprende en los ingeniosos créditos finales, leídos por él mismo. Al final, y con un plano detalle de un micrófono, se oye su enorme y profunda voz (es aquí cuando nos imaginamos su presencia) que dice: "La escribí y la dirigí yo... Ah, mi nombre es Orson Welles”.



2001: Una Odisea del Espacio (2001: A space Odyssey de Stanley Kubrick, 1968). Keir Dullea, Gary Lookwood. (Televisión del Principado de Asturias, domingo 20 a las 00:00)

Cuando el mundo se vio sacudido por un inicio de revolución estudiantil, por unas ideas utópicas que fomentaban el amor libre y el final de todas las guerras, cuando todo esto sucedía un genio llamado Stanley Kubrick estrenaba su obra más importante… leer más



Comenzó en el Trópico (Swing High, Swing Low de Mitchell Leisen, 1937). Carole Lombard, Fred MacMurray, Dorothy Lamour. (Popular TV, domingo 20 a las 00:30)

Adaptación de la obra de teatro “Burlesque”, de George Manker Watters y Arthur Hopkins, a cargo de la “fábrica” de comedias de la Paramount regentada por el todopoderoso Adolph Zukor. La cinta, en efecto, arranca como una comedia romántica con una secuencia muy bien rodada a base de picados y contrapicados donde los protagonistas se encuentran en el Canal de Panamá: Maggie (la gran Carole Lombard) viaja en un crucero como peluquera ocasional y cuando su barco atraviesa una de las esclusas del Canal conoce a Skid (Fred MacMurray), un soldado americano próximo a licenciarse. Skid, en tierra, ve a Maggie asomada por un portillo y comienza a hablar con ella mientras el buque baja de nivel como consecuencia de la salida de aguas de la esclusa. Maggie “desciende” hasta el nivel del soldado, y más abajo, en una escena singular que promete futuras situaciones cómicas.

Sin embargo el filme cambia de género para pasarse al musical en el momento en que descubrimos que Skid es un virtuoso de la trompeta. Pero la mutación es transitoria: la película se transforma definitivamente en melodrama cuando interviene un tercer personaje (Dorothy Lamour) que vuelve inestable la relación entre Maggie y Skid.


El largometraje no llega a funcionar del todo en el aspecto musical debido a que el director, Mitchell Leisen, interrumpe los números con insertos aburridos de personajes secundarios. Además no le perdonamos que la chica “mala” de la película sea nuestra querida Dottie Lamour. Un encanto, como siempre, en sus actuaciones, con una especie de trikini que no deja ver bien el director y sus excesos con el atrezzo. Y es que Leisen abarrota los espacios hasta volverlos angustiosos cuando la trama no persigue esa intención. En algo tenía que notarse su paso previo por las labores de decoración, pero no queda bien esa especie de ambiente exótico forzado a lo Von Sternberg cuando se suceden las mejores secuencias musicales. Pero no sólo falla el director, también lo hace Fred MacMurray, sobre todo cuando simula tocar la trompeta. Da la impresión de que no sabe que hay que soplar para que suene el instrumento. Y lo malo es que la trama exige que toque casi todo el tiempo.

De Swing High, Swing Low nos quedamos con la primera parte, con el encuentro en el Canal y la pelea del bar (atención a un jovencísimo Anthony Quinn), con la encantadora Carole Lombard y la delicia de un par de números a cargo de Dorothy Lamour. Y con una escena muy bien planificada, fotografiada y rodada por Leisen. Un encuadre prácticamente fijo que se repetirá hasta tres veces -el plano lo merece- para marcar la estructura narrativa de la cinta: Fred MacMurray abraza a Carole Lombard mientras interpretan el tema estrella de la cinta.

jueves, 18 de junio de 2009

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 19 al 25 de junio de 2009

Con el verano llamando a las puertas de la calurosa primavera de estos últimos días presentamos la siguiente tabla de recomendaciones. En ella destacan, entre otras, el drama de Ettore Scola; el excelente biopic de Maurice Pialat; la adaptación teatral de Laurence Olivier; el surrealismo de Buñuel; los western de Anthony Mann, John Sturges, Delmer Daves y Henry King; las películas negras de Fritz Lang, Rene Clement, John Huston y Jacques Tourneur; y las obras maestras del cine mudo, de Pabst y Robert Wiene.

Pinchar en la tabla para verla mejor (las películas en rojo no son necesariamente las mejores, son las que se comentan más abajo)

Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:

Ser o No Ser (To Be or Not to Be de Ernst Lubitsch, 1942). Carole Lombard, Jack Benny. (Veo TV, sábado 20 a las 22:00)

Esta comedia sólo puede definirse como obra maestra. Una gran película con Ernst Lubitsch en plena forma; el director se atreve a meterse con los nazis en la época de su mayor dominio (Chaplin también lo hizo dos años antes con El Gran Dictador).

Una compañía de teatro polaca, que representa a Skakespeare, se ve envuelta en la guerra cuando intenta ayudar a la resistencia con un peculiar montaje “teatral”. El dueño (Joseph Tura) y su mujer (María Tura) dirigen la troupe y también la conspiración. Lubitsch, que no se conforma con la trama bélica, insiste en su toque personal e incluye en la historia los flirteos de María con un joven militar aliado. Esto añade tensión –y carcajadas- a la acción cuando Joseph Tura se preocupa más de los posibles cuernos que de la ocupación alemana.

El filme se divide en secuencias muy bien delimitadas, como actos de una obra de teatro. Sobresalen aquellas en las que Joseph Tura (Jack Benny) se hace pasar por espía alemán; y la larga escena final, con un clímax muy recordado, donde hasta el propio Hitler tiene su papel.


El reparto acompaña a Lubitsch en su parodia: con Robert Stack casi debutando, y Jack Benny especialmente motivado, es Carole Lombard la que destaca por encima de todos. La Reina de la comedia, a la sazón mujer del otro “Rey”, Clark Gable, está sencillamente magnífica. La excelente actriz nunca pudo ver la película en pantalla, murió en un accidente de aviación antes del estreno; se puede decir que en acto de servicio, ya que volvía de un tour para vender bonos de guerra.

Pero si los actores están a la altura, el apartado técnico es casi mejor: Miklos Rozsa en la partitura, Rudolph Maté con la fotografía y Vincent Korda en los decorados y, quien lo duda -aunque Lubitsch también aparecía en los créditos como productor-, Alexander Korda llevando las riendas del proyecto.

Mel Brooks hizo un remake en 1983, muy, muy lejos del original.



Sinfonía de la Vida (Our Town de Sam Wood, 1940). William Holden, Martha Scott. (Canal 300, domingo 21 a las 04:10 y lunes 22 a las 05:30)

Drama que narra la vida en una pequeña ciudad de New Hampshire a comienzos del siglo XX. La cinta de Sam Wood es una notable adaptación de la célebre obra de teatro de Thornton Wilder, ganadora del premio Pulitzer. El propio escritor sufrió lo suyo para llevar su creación a la gran pantalla. Sólo tras varios meses de trabajo con el productor Sol Lesser, y con algunas variaciones –todas consentidas por Wilder-, el proyecto pudo llevarse a cabo. Con Wood al mando, ocupándose de los actores, y William Cameron Menzies llevando la parte visual, la película estuvo a punto de hacerse con seis oscar.

El metraje se reparte en tres actos, todos narrados por el farmacéutico de Grover’s Corner, el pueblo donde casi no sucede nada especial, pero que quiere representar los valores tradicionales americanos. El arranque, y la descripción de la villa por parte del presentador, propician la inclusión de la película en el subgénero del melodrama coral donde un pueblo o una calle son el personaje principal. Es el microcosmos donde se desarrolla una historia que bien podría haber pasado en cualquier lugar. Precisamente en el cine español abundan ejemplos de esta circunstancia cinematográfica lo que provoca que la visión de Our Town, hoy en día, resulte tan familiar. En este caso dos clanes (los Webb y los Gibbs), que pronto formarán uno solo cuando dos de sus hijos se casen, son los que llevan el peso de la historia.


Nadie mejor que Sam Wood para dirigir este drama tan conservador. El realizador –tachado con frecuencia de reaccionario- era un buen artesano que supo dar lo mejor de sí mismo en este tipo de productos. Los primeros minutos son espectaculares: el plano secuencia en el plató, que acompaña a los créditos, es seguido de la presentación de la ciudad que se transforma hasta el tiempo en el que se inicia la historia; y después viene lo mejor, con la introducción de las dos familias a base de transiciones tan sutiles como las de un gato que persigue al lechero, o los pasos de una de las hijas que se mezclan con los de las gallinas y polluelos en la granja. Todo esto se adorna con algunos contrapicados y con la excelente utilización del objetivo en tres niveles (en primer término un objeto difuminado, en el segundo nivel el personaje que el director destaca, y en el tercero el motivo que da continuidad a la acción, el lechero por ejemplo, o uno de los niños que acude a desayunar). Hay que pensar que esta manera de rodar tan estilizada tuvo lugar antes de esa revolución que fue Ciudadano Kane.

Sin quitarle mérito a su trabajo es cierto que Wood tuvo una serie de ventajas para que el largometraje funcionara tan bien: parte del elenco de actores ya habían representado la obra en Broadway; y luego estaba la inestimable ayuda de William Cameron Menzies, al que se le puede atribuir la brillante resolución de ciertas secuencias complicadas, como las del tercer acto, donde son fantasmas los que llevan la acción.

La historia funciona y casi todos los actores están creíbles (muy bien Martha Scott, pero sobre todo los secundarios, con Thomas Mitchell y Guy Kibbee a la cabeza, aunque chirríe algo el protagonista, un jovencísimo –casi irreconocible- William Holden); pero lo que apreciamos más son esos veinte primeros minutos, que de haber tenido continuidad probablemente hoy estaríamos hablando de una obra maestra.



El Cabo del Terror (Cape Fear de J. Lee Thompson, 1962). Gregory Peck, Robert Mitchum. (Canal Sur 2, domingo 21 a las 22:00)

La novela "The executioners", de John D. Macdonald, ha sido llevada a la pantalla en dos ocasiones: la primera de la mano de J. Lee Thompson, de forma impecable y es la que vamos a comentar; la segunda dirigida por Martin Scorsese en 1991, bastante interesante, pero, en mi opinión, inferior al original… leer más.

jueves, 10 de julio de 2008

SILENCIO SE... GRABA (Semana del 11 al 17 de julio del 2008)

Antes de irme de vacaciones os dejo con la última tabla para la semana que viene. Suerte y nos vemos en agosto.

Pinchar en la tabla para verla mejor.



Argel (Algiers de John Cromwell, 1938) Charles Boyer, Hedy Lamarr.

Versión de la excelente Pepe Le Moko de Julián Duvivier (1937), pero a la americana, es decir con estrellas de Hollywood y con un final más convencional. A pesar de ello resulta bastante interesante, sobre todo por la presencia siempre estimulante de Hedy Lamarr que consigue atrapar al espectador con las mismas armas –con su belleza- con las que hipnotiza a un Charles Boyer algo desubicado y desde luego muy lejos del Jean Gabin de la versión original.



La Reina de Nueva York (Nothing Sacred de William A. Wellman, 1937) Carole Lombard, Fredric March.

Una mujer de provincias, Hazel Flagg (Carole Lombard, la reina de la comedia) se hace pasar por una enferma terminal para ver cumplido su sueño de viajar a Nueva York. Un periodista (Fredric March) se aprovecha de la situación para poder ganarse la confianza perdida de su jefe. La trama promete diversión y se coloca entre las comedias de Preston Sturges, el particular mundo de Frank Capra (la cinta tiene mucho que ver con esa maravilla que es Juan Nadie) y la acidez de Billy Wilder (pensemos en El Gran Carnaval), todo muy bien llevado por el cada día más grande William A. Wellman. Otras referencias cómicas que rápidamente vienen a la memoria son las películas de los hermanos Marx, presentes en muchas secuencias del filme como la del arranque, con el falso magnate oriental (era un limpiabotas) y la llegada del periodista a Vermon, la ciudad de los monosílabos. Sin olvidarnos de una secuencia genial, cuando "destierran" a Fredric March del mundo de los vivos (lo mandan a la sección necrológica): en un plano fijo se suceden multitud de pequeños gags, al más puro estilo slapstick, muy propio del cine mudo, donde March intenta escribir las esquelas mientras todo tipo de empleados del periódico, ignorándole, no hacen más que molestarle. Todo esto en apenas cinco minutos. No perderse varias sutilezas de Wellman: los planos con la pareja de enamorados tapando sus rostros con la rama de un árbol o dentro de un cajón en el muelle, ocultándose ante los espectadores como si formaran parte de otra película -no creo que fuera por problemas de la censura sino más bien porque el director quería diferenciar lo cómico de lo romántico y dar preferencia a lo primero-. La inclusión de figurantes o insertos rápidos es otra de las proezas de la cinta (lo que hace necesario verla varias veces para apreciarlos todos). Así, un poema en honor de Hazel sirve como envoltorio de pescado; o dos parejas, un gigolo con una anciana y un viejo millonario con una buscona, lloran desconsolados en un rápido inserto entre los muchos que salen en la secuencia de la cena homenaje a Hazel Flagg. Genial.


La Venganza de Ulzana (Ulzana’s Raid de Robert Aldrich, 1972) Burt Lancaster, Bruce Davidson, Richard Jaeckel.

Segundo western de Aldrich que trata el tema de la libertad de los indios y de su resistencia a vivir en una reserva (el primero fue Apache, 1954). La diferencia fundamental con Apache estriba en que la película está narrada desde el punto de vista de los soldados que los persiguen y no de los indios que huyen. Además se nota el paso de los años entre una y otra: este filme es bastante más duro que el primero, y también más reflexivo. Y no sólo por la madurez del director sino también por la interpretación más sosegada –siempre excelente- de Burt Lancaster, lo que le proporciona un atractivo aire crepuscular al largometraje.


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