Con la
perspectiva que da la historia del cine, a la hora de abordar una película
determinada, hay veces en las que uno se sorprende cuando descubre
encrucijadas, lugares comunes, encuentros entre los profesionales que
participaron en ellas; inicios de posteriores colaboraciones o verdaderos
puntos de inflexión en las carreras de actores, directores, escritores o
técnicos. La cinta de hoy es uno de tantos ejemplos.
Vayamos primero
a un rápido comentario de la cinta para después adentrarnos en las relaciones
entre aquellos que trabajaron en este filme de la Republic:
Dark
Command podríamos describirlo como un western pseudo-histórico ya que relata los sucesos acaecidos en
Kansas, en la guerra de Secesión, centrados en la figura de Cantrell (Walter
Pidgeon) un cacique que se transforma en el jefe de una banda de delincuentes
que siembran el terror al amparo de la guerra civil. El argumento se basa en
los hechos reales acaecidos en la región cuando unos confederados comandados
por Quantrill (evidente el parecido del nombre) aprovecharon el conflicto
bélico para saquear, robar y matar a civiles de ambos bandos. Las andanzas de
Quantrill fueron cortadas de raíz —igual que su cabeza— cuando el ejército de
la Unión acabó con su banda en una emboscada. En la cinta, sin embargo, la
lucha contra Cantrell se distorsiona convenientemente para que la protagonice
John Wayne y para que haya un triángulo amoroso entre los dos contendientes y
la bella Claire Trevor.
A pesar del poco
adecuado papel de villano para un "bonachón" como Walter Pidgeon, la
película posee el vigor narrativo de las mejores cintas de Walsh, destacando en
especial el final apocalíptico, con el incendio de toda una ciudad, y la
relación entre Cantrell y su madre. Aunque diferente, dicho vínculo se
encuentra muy en la línea de los personajes malvados y atormentados, e incluso
psicópatas de Walsh. Piénsese en el final de Al rojo vivo (White Heat,
1949) con referencias a la madre y con un incendio de proporciones parecidas y
del mismo significado infernal.
Y ahora los
lugares comunes: Dark Command fue la primera producción en la que el aún poco
asentado Raoul Walsh (flamante fichaje de la Warner, pero con un pie en la
Republic para hacer este filme) se encontró con una obra de William R. Burnett.
Ya sabemos que al año siguiente rodaría High Sierra, con todo lo que eso
significaría en su carrera y en la de Humphrey Bogart (algo que ya comentamos
de pasada en un post
anterior). Por otro lado, Mando Siniestro fue el segundo
trabajo del director con John Wayne, una estrella emergente por entonces
después de su éxito en La Diligencia (Stagecoach de John Ford, 1939). Walsh, sin embargo, presumía de
haber sido él el que descubrió al actor cuando en 1930 lo eligió como protagonista
del western épico, La
gran jornada (The Big Trail);
si es cierto que Wayne lideró aquella producción de Walsh no lo es menos que ya
no hiciera gran cosa hasta La Diligencia.
Con respecto a
Wayne, decir que con Mando Siniestro nos remontamos a la
época en la que intentaba dar el salto definitivo en su carrera de actor para
pasar de ser protagonista de westerns
de bajo presupuesto a ser considerado por las majors para largometrajes más serios. Hasta entonces, “el Duque” se
había especializado en producciones destinadas a las sesiones dobles,
antecedentes de los telefilmes que luego triunfarían en la pequeña pantalla, y
tan apartados como ellos del cine de calidad que se hacía en Hollywood. De
hecho, la cinta que nos atañe se emparenta con aquellos seriales por la
presencia en el reparto de una de sus más famosas estrellas: Roy Rogers. Otro
caballista como Wayne que además cantaba y protagonizaba tiras cómicas, novelas
y todo tipo de productos para la chiquillería.
Y, por último,
una referencia a Claire Trevor, para nosotros la mejor compañera de reparto de
John Wayne (junto a Maureen O’Hara). La actriz venía de brillar con él en la
tan citada La Diligencia. Suponemos que su presencia, la de los dos, en la
película de Walsh era un querer aprovechar el tirón de la pareja, no sólo por el
western de Ford sino también por el
de William A. Seiter de ese mismo año: Allegheny Uprising.
Nominada al
Óscar a la mejor dirección artística en blanco y negro (John Victor Mackay) y a
la mejor música (Victor Young), Dark Command es una cinta a
recuperar, si se quiere un filme menor en la extensa carrera de Raoul Walsh,
pero no por ello menos recomendable para visionar hoy en día.
Ver Ficha de Mando Siniestro.
