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domingo, 22 de enero de 2023

2 X 1: "MÍSTICA Y REBELDE" y "BANJO ON MY KNEE" (John Cromwell)

Mística y rebelde (Spitfire, 1934) 

Con la llegada del sonoro, el director norteamericano John Cromwell, que procedía del teatro y había tenido éxito en Broadway, fue contratado por la Paramount, primero, y luego por la RKO, para dirigir películas. Especializado en adaptaciones para la gran pantalla, una de ellas fue Mística y rebelde, versión de la obra de teatro “Trigger”, dirigida por George Cukor y con la presencia de algunos actores del elenco en la propia película.

Trigger (Katharine Hepburn) es una joven que vive sola en las montañas, alejada de la civilización, y que apenas sobrevive con lo que le da el trabajo de lavandera. Muy guapa, es cortejada por sus vecinos, sin mucho éxito, pero también llama la atención de dos ingenieros que trabajan en la explotación de una mina. Uno de ellos (Robert Young), se enamora de Trigger y es correspondido. El conflicto surge cuando la esposa del ingeniero llega de la ciudad para hacerle una visita…

El filme lo domina la protagonista de la historia interpretada por Katharine Hepburn, que, a pesar de llevar apenas dos años en Hollywood, acababa de ganar su primer Óscar por Gloria de un día (Morning Glory, Lowell Sherman, 1933). En Mística y rebelde la actriz hace un papel de muchacha salvaje muy creíble, que contrasta con los más serenos, Robert Young y Ralph Bellamy, y sus intentos por educarla.

 

Una trama que se incluye en lo que podría ser un género, el de la chica indómita que atrae a los hombres por su físico, pero también por su descaro y por la inocencia casi infantil ante el amor. Otros ejemplos serían el de Gene Tierney en La ruta del tabaco (Tobacco Road, John Ford, 1941) o el de Jennifer Jones en varios largometrajes (Duelo al sol, Corazón salvaje, Pasión bajo la niebla).

Se puede decir que Mística y rebelde es una película pre-code, ya que se estrenó justo antes de que la censura del código Hays se estableciese con fuerza en las producciones de Hollywood. Se nota la laxa actuación del código en una cinta que muestra el adulterio totalmente desenfadado y desdramatizado, contagiado de la inocencia de la protagonista. No fue así en la obra justo anterior de Cromwell, Ana Vickers (1933), que tuvo que cambiar el argumento para poder pasar la censura. Filme que, por cierto, marcó una tendencia y provocó el cambio de actitud hacia una postura moral más estricta.  

 

Banjo on My Knee (1936)

Sin salir de la América profunda, John Cromwell dirige para la Fox, un par de años después, el musical Banjo on My Knee. Para un realizador que tocó prácticamente todos los géneros, con bastante éxito por cierto, se le daban especialmente bien las historias que transcurrían en entornos rurales o en los sitios más recónditos de la geografía norteamericana. Así, en los años treinta, Las aventuras de Tom Sawyer (1930), Mística y rebelde, Jalna (1935) o Village Tale (1935) se movían en esos ambientes.

Con respecto a Banjo on My Knee, la película vuelve al mismo ámbito que Tom Sawyer: al río Mississippi y a las aldeas que se levantan en sus orillas.  Allí viven una serie de personajes sin apenas educación, analfabetos la mayoría. La cinta comienza con la boda entre dos de ellos: Ernie (Joel McCrea) y Pearl (Barbara Stanwyck), bajo la bendición del padre del primero (Walter Brennan). Justo después de la boda, una pelea hace que Ernie tenga que huir al creer que ha asesinado a una persona.

A partir de aquí, las idas y venidas de los personajes buscándose unos a otros es el dinámico argumento de esta tragicomedia que, en realidad, es un musical salpicado de números donde Barbara Stanwyck sorprende cantando y bailando, donde Walter Brennan toca una y otra vez la canción que da nombre al título, como si fuera un hombre orquesta, mientras la canta su amigo Buddy (Buddy Ebsen, actor muy afín a estas historias como aquella que le dio la fama en televisión: Los nuevos ricos), que se lanza con el claqué de una forma original debido a su cuerpo largo y desgarbado.

 

El principal acierto de Banjo on My Knee es la descripción de caracteres: las de los protagonistas, con especial mención al genial Walter Brennan, pero también a otros secundarios: a Buddy, o al juez que no duda en tachar del acta de matrimonio los nombres de los recién casados si se van a casar de nuevo con otra persona, y que duerme la siesta en el embarcadero junto a una botella de whisky, hecho que mantiene en vilo al resto de vecinos que aguardan de un momento a otro el chapuzón. 

De nuevo, como en Mística y rebelde, no parece haber ley en el pueblo, al menos no la normal, pero sí la establecida por los ciudadanos de ese entorno hermético de la América profunda, donde tienen sus propias normas, algunas basadas en supersticiones. Bagaje que llevan con ellos cuando, por necesidad, tienen que acudir a la ciudad, algo tan extraordinario como viajar a otro planeta.




lunes, 21 de enero de 2008

CENIZAS DE AMOR (H.M. Pulham. Esq. de King Vidor, 1941)

¿Quién no ha tenido alguna vez en su vida una crisis existencial? Harry Pulham, con algo más de 40 años, se encuentra en esta situación y King Vidor la describe de forma excelente, dando una vuelta de tornillo -más de una- a la famosa crisis de los cuarenta.

Para Harry Pulham (Robert Young) cada día es una repetición exacta de la jornada anterior. El mérito de Vidor es mostrar las actividades cotidianas de Harry y que el espectador sienta que son rutinarias aunque sea la primera vez que las ve en pantalla. La serie de planos que coloca en el arranque demuestran como dominaba el lenguaje cinematográfico, y es que King Vidor planificaba todo al detalle. Así, en una notable secuencia, Harry, de espaldas a la ama de llaves, extiende su mano como si fuera un autómata para que la sirvienta le coloque los dos cacahuetes de siempre que más tarde él echará a las ardillas del parque, de siempre, camino de su trabajo.



Sólo una invitación a comer de un antiguo compañero de la universidad alterará la rutina y provocará toda la acción posterior. Se trata de celebrar el 25 aniversario del fin de carrera y proponen que Harry sea el encargado de escribir un breve resumen de la vida que ha llevado cada compañero. Como es lógico empieza por la suya. A partir de aquí Vidor nos muestra, gracias al flash back, como la vida del pequeño Harry estaba ya planificada desde el momento de su nacimiento. Ese día, su padre (Charles Coburn) hace ya una reserva para un colegio privado donde ingresará su hijo... ¡Dentro de 12 años! Cuando llega a esa edad el primogénito de los Pulham recibe unos consejos que son para enmarcarlos: "Si alguna vez te ocurre algo desagradable, procura que nadie se entere" le dice un grave Charles Coburn.

Una llamada de su antigua novia, Marvin, interrumpe sus recuerdos y hace que la crisis se desate. Ella le pregunta si es feliz; la misma pregunta que varias personas le formulan a lo largo de la cinta. Él siempre responde por obligación, como si la respuesta fuera obvia, "Claro que sí". Pero el genial director nos transmite la sensación de que Harry se encuentra fuera de su cuerpo, oyéndose a sí mismo, respondiendo afirmativamente, cuando sabe que no es verdad, que siente haber perdido el tiempo con su vida y que siempre ha hecho lo que los demás querían que hiciera. Llegados a este punto, queremos aprovechar la aparición en escena de Marvin para homenajear a la estrella que interpreta el personaje: Hedy Lamarr, tristemente desaparecida un mes de enero de hace ocho años.



Nacida en Viena, de familia judía y casada con un simpatizante Nazi, comenzó su carrera como actriz bajo las ordenes del legendario Max Reinhardt. Sin embargo, lo que le dio a conocer fue su papel en Éxtasis, (Ekstase de Gustav Machaty, 1933) una película Checa donde aparecía completamente desnuda. Tras el escándalo, su marido la encerró en casa y le prohibió actuar. También quiso comprar todas las copias disponibles de la cinta, cosa que evidentemente no consiguió –una de ellas la tenía el propio Benito Mussolini-. Después de una huida espectacular (en la que tuvo que drogar a su asistenta y deslizarse por la ventana) Hedy Lamarr llegó a Estados Unidos y fue contratada por la MGM. Si esto no es suficiente para una vida de “película” hay que añadir las veces que se casó y las que fue detenida por su “afición” a robar en las tiendas; pero lo más sorprendente, para mí, es que tiene en su haber varias patentes, algunas de ellas tan importantes como... ¡un dispositivo para evitar que los torpedos guiados sean interferidos por el enemigo!



Esta increíble –y guapísima mujer- realiza una de sus mejores interpretaciones en el largometraje que estamos comentando. Pero no solo ella, King Vidor también da muestras de su buen hacer. Y es que en Cenizas de Amor hay multitud de detalles de buen director y de guionista. Los podemos ver en cada despedida entre Harry y Marvin: siempre da la impresión de que va a ser la última, siempre hay una mirada desesperada o una puerta medio abierta o un hueco de escalera vacío.

Pero la resolución final es lo que marca la diferencia entre una película buena y una obra maestra que perdurará a través de los tiempos. El encuentro entre Harry y Marvin, después de tantos años, y la constatación de que nada volverá a ser igual que antes (hasta su canción suena horrible en el tocadiscos) es memorable. El falso final feliz deja un poso de amargura en un filme que, por lo ambiguo de la conclusión, merece estar en la cima del séptimo arte, donde hace ya tiempo que se encuentra.


Ver Ficha de Cenizas de Amor.

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