Sólo el fondo
bélico y la trama de posguerra podrían cuadrar, pero las reglas del
Neorrealismo se rompen en pedazos cuando De Sica se permite todo tipo de recursos técnicos, y cuando la pareja estelar es tan conocida como
Sophia Loren y Marcello Mastroianni, ambos intérpretes muy vinculados a De Sica
y al productor, Carlo Ponti.
El argumento es
también conocido: la pareja de jóvenes a los que les une la guerra y a la vez los
separa. Al terminar la contienda, sin tener noticias uno del otro, romperán con
el pasado para comenzar una nueva vida, encontrarán otro amor y tendrán hijos
de sus nuevas parejas. Así, hasta que se vuelvan a encontrar años más tarde. Estructurada en
dos partes, la primera con algunos tintes de comedia y resuelta a base de flasback, explica la relación de la
pareja protagonista desde que se conocen hasta que Marcello es llamado a filas;
y la segunda, más dramática, comienza cuando ambos se encuentran tras años de
separación.
Del filme destaca
la música de Henry Mancini, nominada al Óscar con toda justicia, y la puesta en
escena de De Sica cargada de metáforas. Algunas tan evidentes como la lluvia en
el reencuentro, y el apagón que les obliga a verse en la oscuridad para amarse
como antaño. Cuando vuelve la luz, ambos regresan a la realidad de sus nuevas
vidas, se ven envejecidos y se dan
cuenta de que ya nada volverá a ser igual.
Escenas
bucólicas y despedidas en los andenes son recursos algo manidos, pero que
funcionan bien en el dramón que De Sica nos propone. Un cinta correctamente resuelta
desde la parte técnica con la única pega del uso —aunque no abuso— del zoom
típico de esos años.
La inclusión de la película en nuestra apetitosa sección tiene su porqué en la siguiente escena. Debe ser la tortilla con más huevos de la historia del cine…
Y ahora las tapas:
Las Golondrinas (Calle
Antillano Campos, 26, Sevilla)
Volvemos al
barrio de Triana para encontrarnos con otra de sus tabernas más típicas y mejores
de la ciudad. Inaugurado en 1962, el bar Las Golondrinas toma su nombre del célebre poema de Gustavo Adolfo Bécquer y pronto se convierte es uno de los lugares
obligados para un recorrido de tapas por Triana. Escondido en un estrecho
callejón, sin embargo es conocido por toda Sevilla gracias a sus puntas de solomillo —nadie las hace igual— y sus rábanos con aceite y sal. Dos platos que
te salen solos cuando el camarero te pregunta ¿qué desea tomar?
Entre fotos de
la Semana Santa y azulejos de la Esperanza de Triana, podrás tomarte una
manzanilla helada mientras disfrutas de otras tapas como chipirones, chuletitas de cordero y champiñones; o de aliños
de todo tipo, desde zanahorias, hasta
remolachas. Con una selecta oferta de vinos, no esperes raciones
demasiado elaboradas; no se echan de menos. Productos de la tierra cocinados
como siempre en un bar de siempre, eso es Las Golondrinas; ni más ni menos.
Allí nos vemos.
Allí nos vemos.
Ay, "Los girasoles" tiene uno de esos finales que me hacen derramar lagrimitas...
ResponderEliminarMe apunto el bar (que no lo conozco) para cuando cruce el puente de Triana, que no salgo de la Macarena, jeje.
Un saludo
De Sica sabe como tocar la fibra sensible del espectador, ya sea con alguien que ha perdido una bicicleta o con una pareja que se ha perdido los mejores años de su vida.
EliminarImperdonable que no conozcas "Las Golondrinas" jajaja. Te va a gustar, ya verás. Ojo que tienen un local nuevo, cerca de allí, ponen las mismas tapas, así que también vale.
Saludos.
Una historia de amor preciosa.
ResponderEliminarDe las de antes, bien tejida por el director que además cuenta con esa pareja de actores en los que se nota la complicidad de años trabajando juntos.
EliminarYo creo que esta peli la vi empezada hace muchos años (jo, cómo pasa el tiempo), pero como dicen más arriba...recuerdo todavía ese final. Tengo que revisarla algún día.
ResponderEliminarUn saludo.
Los años han pasado por ella también y ese objetivo al que se le escapa el maldito zoom de vez en cuando es un fastidio; pero aun así se deja ver con agrado, y sí para el final hay que tener a mano un pañuelo.
EliminarSaludos.
A mi también me ha gustado. Coincido contigo que ha envejecido mal. En la sociedad actual puede ser un tanto melodramática. Pero como la mayoría de las películas de De Sica.
ResponderEliminarUn saludo.
Estos melodramas es lo que tienen, no resisten muy bien el paso de los años, pero la cinta contiene secuencias tan buenas como la de la tortilla con los dos actores practicamente jugando entre ellos y muy naturales. Eso es labor también del director, uno de los que mejor supo rodar dramas como si fueran documentales.
EliminarSaludos.
Hace tanto que la ví que apenas recuerdo, pero sí que era triste, al menos al final. Y la música, esa siempre es la que más se recuerda.
ResponderEliminar¡Vaya pareja que hicieron Sofia y Marcelo! italianazos y guapos, parecian matrimonio en la vida real..¡ esa escena ..y vaya tortilla..! jaja
Hace unos dias estuve por allí, por los "sures", por Sevilla de pasada pero ¡mare mía..qué tapas..qué aliños..que caló..y qué bonita tierra tenéis!
Un abrazo, Ethan
Y menos mal que no le echó cebolla jajaja.
ResponderEliminarEspero que te lo pasaras muy bien por aquí, desde luego bares de tapas no se puede decir que no haya. Hay tantos y tan buenos que tenemos sección para rato.
Un abrazo.
En este celebrado melodrama romántico cabe destacar la habilidad narrativa de un Vittorio De Sica (entregado desde el cierre de su etapa neorrealista a la fabricación de comedias y melodramas de corte popular) que supo tocar las teclas adecuadas para que el espectador de la época disfrutara, sufriera y llorara con la odisea romántica de la pareja protagonista. Eso sí, ayudado eficazmente por la envolvente partitura de Henry Mancini y unos espléndidos (como siempre que trabajaron juntos) Marcello Mastroianni y Sophia Loren.
ResponderEliminarUn saludo.
Me imagino a Vittorio de Sica tomando apuntes en su época de actor con Mario Camerini, con aquellos melodramas y comedias de los que debió aprender y mucho para su etapa de director.
EliminarSaludos.