La inclusión de la película en nuestra apetitosa sección tiene su porqué en la siguiente escena. Debe ser la tortilla con más huevos de la historia del cine…
Y ahora las tapas:
Allí nos vemos.
Comentarios de algunas de las cintas recomendadas:
El Dorado (Howard Hawks, 1967) John Wayne, Robert Mitchum, James Caan. (IB3 y CARTV, viernes 27 a las 17:50 y sábado 28 a las 14:45, respectivamente)
El Dorado es un remake de Río Bravo (1959) y un anticipo de Río Lobo (1970), todas de Howard Hawks, uno de los grandes. Con esta trilogía el genial director quiso ofrecer una alternativa a Solo ante el peligro (High Noon de Fred Zinnemann, 1952). Y lo consiguió: el sheriff sólo necesita de sus colaboradores (un borracho, un anciano y un muchacho imberbe) para solucionar sus problemas, dejando al margen al pueblo que para eso lo eligió... leer másHombres Intrépidos (The Long Voyage Home de John Ford, 1940). John Wayne, Thomas Mitchell. (Popular TV, sábado 28 a las 18:00)
John Ford influenciado por el expresionismo, crea una obra maestra. Es en sí pesimista y va claramente en contra de la corriente de la época, de fervor patriótico y propaganda pro-bélica. Es la antítesis de la aventura, es un alegato a la soledad, a la cruda realidad de unos hombres que se gastan la paga de dos años en una noche y que no tienen más remedio que volver a embarcar para subsistir… leer más Arabesco (Arabesque de Stanley Donen, 1966). Gregory Peck, Sophia Loren. (Telemadrid, domingo 29 a las 22:00)
Película entretenida de Donen que quiere emular a la excelente Charada (Charade, 1963), pero que lo consigue sólo a medias. Otra vez la música de Henry Mancini, y los créditos de Maurice Binder, son magníficos, pero la acción no está a la altura. Espejos y grandes angulares –demasiados- estropean una trama que quiso tener un aspecto original. Lo más interesante es ver a la pareja Sophia Loren-Gregory Peck imitando a la mejor Audrie Hepburn-Cary Grant. Los guiños a Hitchcock siguen siendo evidentes.Big Fish (Tim Burton, 2003). Ewan McGregor, Albert Finney, Jessica Lange. (TvCanaria, miércoles 1 a las 21:15)
Reconozco que no soy muy entusiasta de Tim Burton y que me cuesta bastante ver sus películas, sobre todo las últimas. A pesar de esto, Big Fish me resultó interesante gracias a su apartado técnico y a la original forma de contar las historias que tiene el director de Ed Wood.
Burton sigue fiel a su manera de entender el cine y la vida misma, pero esta vez se retrata aún más que en anteriores producciones cuando la película quiere homenajear a aquellas personas que se resisten a crecer. A los eternos jóvenes que siguen viviendo sus historias, cada vez más cercanas a lo imposible.
El realizador acierta con la pareja protagonista al elegir a Ewan McGregor y Albert Finney (el mismo personaje, a diferentes edades). Mientras que la puesta en escena se rodea de una fotografía muy estudiada: una paleta de colores intensa, con algún matiz gótico (no se resiste Burton a incluirlo) para las narraciones fantásticas; y un tono más convencional para la vida real.
Y es que la cinta se desarrolla a caballo entre la realidad y la ficción. Cada flash-back es un relato diferente lo que le da a la cinta, en su primera parte, un carácter episódico muy atractivo. Las referencias a cuentos, películas infantiles tradicionales, como El Mago de Oz, y a sus propias creaciones, son continuas.
La estructura evoluciona a medida que lo verdadero y lo imaginario van mezclándose. La ilusión se introduce progresivamente en la acción cotidiana para llegar a confundirse en la mente del protagonista –y en la de su hijo, a pesar de su oposición-. Pero también en la del espectador que le resulta difícil diferenciarlas, y no tiene más remedio que rendirse al punto de vista irreal del director. La disolución total llega con el excelente final; lo mejor de la película, y del propio Burton en la última década.
Y es que el resultado fue un producto muy interesante gracias, sobre todo, a la original estructura narrativa. Operación Crossbow se divide en tres partes bien diferenciadas: un prólogo realista, donde el director (Michael Anderson, en una de sus mejores cintas) relata, casi como un documental, como los alemanes consiguen fabricar las temibles bombas V1 y V2 -fueron las precursoras de los misiles balísticos actuales, aunque la ignición de las V1 se producía después del lanzamiento con catapulta y no antes como aparece en el filme- y como los ingleses intentan contrarrestar esa amenaza descubriendo el emplazamiento y los arsenales nazis; una segunda parte, totalmente ficticia, cuyo eje es la infiltración dentro de las filas alemanas por parte de tres espías aliados; y una tercera, la más interesante, en la que mezcla el docu-drama del prólogo con la ficción, para conseguir un todo casi perfecto.
Mucha de la culpa del éxito de la película se debe a uno de los guionistas: el siempre efectivo Emeric Pressburger (habitual colaborador de Michael Powell en, por lo menos, tres obras maestras). Pressburger (aquí bajo el seudónimo de Richard Imrie) consigue que el espectador se quede boquiabierto varias veces en la primera mitad de la película. Además, de forma osada, destaca las hazañas de la heroína nazi Hannah Reitsch, la piloto que arriesgó su vida para que el proyecto V1 finalizara con éxito. Anteriormente había hecho algo parecido en la excelente Coronel Blimp (The Life and death of Colonel Blimp de Michael Powell y Emeric Pressburger, 1943), no sin antes sortear, con dificultad, la censura del propio Winston Churchill.
Estos y otros atractivos, que seguramente observará el espectador, son los que propician que Operación Crossbow se encuentre ocupando un lugar preeminente dentro del cine bélico.
Ver Ficha de Operación Crossbow