lunes, 19 de marzo de 2018

2 X 1: "SOBERBIA" y "LOS ASUNTOS PRIVADOS DE BEL AMI" (Albert Lewin)

Soberbia (The Moon and Sixpence, 1942)

“El extraño caso de Albert Lewin”, podría titularse una película sobre el sorprendente director responsable de obras tan singulares ––y magníficas–– como Pandora y el holandés errante o El retrato de Dorian Grey. Desde luego resulta, como poco, curiosa la carrera de este director personal que navegó a contracorriente del sistema.

No siempre fue así, pues Lewin formó parte de la época de esplendor de los grandes estudios cuando en los años treinta fue la mano derecha de Irving Thalberg, a la sazón directivo estrella de la Metro Goldwyn Mayer. En la Metro, Lewin fue guionista y productor de numerosos filmes, pero cuando Thalberg murió de forma prematura, el cineasta quiso probarse como director debutando con Soberbia.

Y lo hizo, esta vez sí, fuera del sistema, en una producción independiente, adaptando una novela de Somerset Maugham y con un actor que pronto sería su fetiche: George Sanders. El habitual registro del actor encajaba como un guante con el protagonista: un hombre cínico, egoísta y sin escrúpulos que abandona su familia para dedicarse a lo que siempre deseó, a la pintura, sin pararse ante nada y ante nadie.


Basado ligeramente en la vida de Paul Gauguin, el filme se centra en volver odioso al personaje principal que acumula otras “virtudes”, como la de ser un misógino que no cree en el amor, y que utiliza a las mujeres en su provecho para, una vez conseguidas sus metas personales, desecharlas como un envase vacío.

La película puede considerarse la primera de una trilogía donde Lewin adapta sendas obras literarias. Novelas con la pintura como elemento sobre el que gira toda o gran parte de la trama, y con personajes atormentados por su propia crueldad. La siguiente, por orden de aparición, es su obra maestra El retrato de Dorian Grey (The Picture of Dorian Gray, 1945), cinta suficientemente conocida. De la tercera vamos a hablar ahora:



Los asuntos privados de Bel Ami  (The Private Affaires of Bel Ami, 1947)

Tras el éxito de la versión de la célebre novela de Oscar Wilde, largometraje producido al amparo de la MGM, Lewin regresó a la vía independiente para dirigir otra adaptación, esta vez de Guy de Maupassant.

En Los asuntos privados de Bel Ami, el realizador vuelve, con George Sanders a la cabeza, a retratar un personaje atrapado por su propia ambición. Un arribista que utiliza a cuanta mujer se pone a su alcance para conseguir medrar en la sociedad. Bel Ami (que así es conocido por sus numerosas amantes) intenta por todos los medios conseguir un título noble y casarse con la hija de un multimillonario. Pero lo hace por etapas: contrayendo matrimonio con una viuda, que le ayudará sin saberlo en sus propósitos, mientras se lía con la madre de su objetivo final: la joven ––y rica–– casadera.

Igual que en Soberbia, Lewin rueda en un blanco y negro expresionista con sólo una secuencia en color, la que dedica a un cuadro que refleja la ambición del personaje como si fuera un espejo (¿les recuerda a Dorian Gray?). En Soberbia son pinturas muy reconocibles del estilo de Gauguin; en Bel Ami es un cuadro que representa la tentación de San Antonio. Entre otros pintores, Salvador Dalí ofreció a la productora de la película su particular visión del tormento del santo (la que a la postre resultó una de sus obras maestras con esos elefantes y otros animales de patas finísimas rondando por la pintura), aunque finalmente fue Max Ernst el autor del lienzo que sale en el filme.  




Las obsesiones de Albert Lewin estaban claras. También los finales de ambas películas son parecidos cuando el amor en el que no cree el protagonista parece redimirle. En Soberbia lo encuentra en una isla del Pacífico; en Bel Ami se esconde en su interior y sólo al final, cuando ya es demasiado tarde, emerge para que el personaje se dé cuenta de que toda su vida ha sido un error.

Pocas fueron las películas que dirigió Lewin (seis); para el gran público, su figura siempre estará ligada a Pandora y a Dorian Gray, no obstante, recomendamos acercarse a estas dos cintas, notables ejemplos de su cine particular, repleto de misticismo, con una aureola de fantasía tan poco común en el cine clásico y, me atrevería a decir, en el cine de todas las épocas. 



6 comentarios:

  1. Uno de los más singulares y enigmáticos directores que ofreció el Hollywood clásico.

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    1. Es cierto, con una filmografía escasa, pero muy interesante.

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  2. Nos aportas además de cultura cinéfila estupendas propuestas para hacerse una sesión doble cualquier fin de semana.

    Gracias Ethan.

    Feliz semana. Un abrazo

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    1. Un miniciclo de películas menos conocidas, pero no por ello peores.
      Gracias a ti, que pases unas buenas vacaciones.
      Abrazos.

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  3. Epa hermano. Felicitaciones por tu libro y te nombraron en la fiesta de cumpleaños de tigrero ¿puedes pasar por allá y revisarla?

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    1. ¡Todo un detalle! Ya pasé por tu blog para felicitarte. Un abrazo.

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