En el Pacífico, durante la Segunda Guerra Mundial, el carguero de la Navy “Reluctant” navega en retaguardia en misión de aprovisionamiento. Su comandante, el capitán de corbeta Morton (James Cagney), trata a la dotación con dureza y se apunta todos los tantos del segundo, el alférez de navío Roberts (Henry Fonda), que es el único capaz de pararle los pies, y al que la tripulación considera un héroe. Roberts no hace más que pedir el traslado a una unidad de combate, pero Morton lo rechaza una y otra vez. Otros oficiales del barco son “Doc” (William Powell), un teniente de navío experimentado que además de doctor en medicina es el consejero de a bordo; y el alférez de fragata Pulver (Jack Lemmon), un joven que habla más que actúa, que odia al comandante con la misma intensidad que lo teme, y que siempre está tramando alguna acción contra su superior, pero nunca la lleva a cabo.
Una trama de comedia que en el fondo es un drama. Como en sus mejores películas a John Ford lo que le interesa son las pequeñas hazañas y no las grandes batallas. Su cámara no recoge lo que ocurre en el interior de un acorazado o de un portaaviones, sino lo que sucede en un pequeño buque de carga que se encuentra a miles de millas del frente. Roberts ve pasar a la flota camino de la batalla y sueña con embarcar en uno de esos buques de los que sólo divisa su silueta.
La lucha de Mr. Roberts (ese es el título original del filme) es otra bien distinta. El oponente no es japonés, es su comandante neurótico que utiliza el altavoz de órdenes generales como instrumento de represión, y le da igual que toda la dotación oiga como amonesta a su segundo. El símbolo de la tiranía es la odiosa palmera colocada en el puente, por encima de todos, con un color verde intenso que destaca sobre el gris plancha de la cubierta. En dos ocasiones es arrojada por la borda, cuando Roberts, y después Pulver, se enfrentan al comandante.
La actitud de Morton y la de Pulver es tan desatada que el director dejó que James Cagney y Jack Lemmon improvisaran cuanto quisieran. En realidad fue una concesión a la Navy. Los mandos de la Marina dudaban si apoyar o no una producción que dejaba tan mal al comandante de uno de sus barcos. Para conseguir la colaboración de la Armada, Ford le dio un tono más cómico al comandante, amplió la presencia de Jack Lemmon en el guión e incluyó algunas escenas cercanas al slapstick. A Jack Lemmon tal variación en su personaje le resultó providencial: su trabajo fue tan bueno que le dieron el Óscar al mejor actor secundario.
Lo de Henry Fonda fue más complicado. Ford lo veía como a la mayoría de los héroes de sus películas, es decir como una extensión de sí mismo. Un oficial que ante todo desea participar en la batalla, que se distingue por la postura romántica y digna frente al opresor (Morton), y que asume el rol de protector de la dotación a la que trata como si fuera su familia. Para la tripulación del “Reluctant”, que Roberts consiga su soñado destino es labor de todos, si lo logra es un éxito compartido.
Así pues, Ford tenía claro como se debía comportar Mr. Roberts, el problema fue que Fonda no estaba de acuerdo. El actor se sabía el papel de memoria. Lo había interpretado en el teatro dos años seguidos; de hecho, su actuación fue tan buena que ganó el Tony en 1948. La obra era de Joshua Logan y Thomas Heggen, según la novela de este último, y Fonda quería seguir interpretando al personaje que ideó Heggen de la misma forma que lo hizo en Broadway. Las dos posturas chocaron enseguida y las disputas entre Ford y Fonda fueron diarias. En una reunión que se celebró para limar asperezas, John Ford, de improviso, le arreó un puñetazo a Henry Fonda y acto seguido dimitió.
La Warner contrató a Mervyn Leroy para seguir el rodaje y más tarde a Joshua Logan para terminarlo. Ford se disgustó tanto por abandonar el proyecto que lo tuvieron que ingresar en el hospital de Hawaii aquejado de coma etílico. Más tarde, ya en Hollywood, tuvo que ser operado de vesícula. La crisis de Escala en Hawaii acabó con una amistad de décadas entre Henry Fonda y John Ford: ya no volvieron a trabajar juntos.
Ver ficha de Escala en Hawaii.
El post es un extracto corregido para la ocasión del capítulo dedicado a Escala en Hawaii en mi libro: CINE Y NAVEGACIÓN. Los 7 mares en 70 películas
El descubrimiento de Jack Lemmon para la gran industria y la despedida de William Powel.
ResponderEliminarEs verdad, uno y otro con dos personajes para recordar. Precisamente, uno de los elementos que destacan en la película es la buena definición de los caracteres. Gracias en parte a Frank Nugent, el guionista de los mayores éxitos de Ford; pero también a la dirección de actores por parte del director.
EliminarMe ha gustado mucho este post, porque hablas del otro John Ford, el menos conocido. Sé de muchos que no les gustan las listas, pero a mí tampoco me gusta la de la compra y me la tengo que comer con patatas todos los días. John Ford está en la mía entre los diez mejores directores de la historia del cine. No veas lo que podía ver ese tuerto. Con un solo ojo lo que llegó a ver. ¿Pero qué coño tenían esos tuertos de Hollywood? Ford, Raoul Wals, Nicholas Ray… Ahora hay tantos ojos que no se nace nada. En fin, me has hecho reír con eso de: “En una reunión que se celebró para limar asperezas, John Ford, de improviso, le arreó un puñetazo a Henry Fonda y acto seguido dimitió”. Genial. A veces hay para dar de hostias, amigo Ethan. Me imagino a esos directores, tipo: Sam Peckinpah, Ray, Ford, Sam Fuller, en fin, esos tipos que se levantaban con unas resacas del copón, y claro, no estaban para gilipolleces. Me imagino a un Peckinpah recién levantado con un dolor de cabeza terrible y encontrarse delante de él a Brad Pitt con los brazos en jarra y fresco y con esa sonrisa aniñada dispuesto para la acción. El viejo Sam le hubiera dado de leches hasta convertirlo en un hombre. John Ford tenía muy mala hostia; era un tipo de la pasión de los solos, donde el horizonte era el hogar de los héroes. Tú lo sabes porque llevas el nombre de Ethan y ese glorioso final de Centauros del desierto. La hostia que le da al bueno de Henry Fonda estuvo muy bien. Henry en un actor que me gusta mucho, pero solo en las películas que parecen haberse inspirado en él: Falso culpable, Doce hombres sin piedad, Las uvas de la ira (no tanto porque no tiene pinta de currante), Las tres noches de Eva… luego Sergio Leone lo recupera y le da una vuelta de tuerca que no le queda tan mal haciendo de villano, cuando el viejo Henry fue el esbelto, ágil y agradable actor que realizaba retratos de políticos, generales y presidentes, vamos, para darle una buena hostia. En El estanque dorado lo odié, porque mis padres quisieron hacer algo similar y era para matarlos. Y, ay, el bueno de Jack Lemmon. Para mí el mejor actor de todos los tiempos. Fue el que mejor supo retratar al hombre mediocre, es decir, lo que somos ahora todos. Billy Wilder supo verlo mejor que nadie. ¿Quién tiene menos probabilidad de conseguir un empleo, ganar la carrera, terminar los estudios, casarse con la chica, salvar el mundo y vivir felizmente luego?... cualquier personaje interpretado por Jack Lemmon.
ResponderEliminarUn abrazo.
Verdades como templos, las que dices, amigo Francisco. Yo soy algo más radical que tú: para mi John Ford es el mejor director que haya existido nunca (y me temo que en el futuro tampoco existirá nadie que lo iguale). Alguien (muchos) dirán que Hawks era mejor director; pues bien para Hawks el mejor era Ford...
EliminarLo de la hostia estuvo merecido. Ford quería hacer una película personal como todas las suyas, nada de obras de teatro ni pamplinas; tonterias las justas. Fonda era un pedazo de actor, pero se lo tenía creído y más en esa época en la que las grandes productoras comenzaron a decaer y todo quedó en manos de las agencias y de los actores, que mangoneaban a su antojo. No me extraña que le diera un soponcio al pobre de Ford. Hubo otros que tampoco aguantaron el tirón, como Capra, y simplemente dejaron de realizar películas. Lo de Jack Lemmon es un episodio aparte, y es verdad que se adelantó al free cinema, y a todas las nuevas olas donde los protagonistas eran gente corriente de la calle; él ya lo venía haciendo desde una película llamada Escala en Hawaii.
Abrazos.
Otra que me anoto...
ResponderEliminarabrazo!
No te defraudará. Un abrazo.
EliminarNo he visto la película, pero me encanta saber todos los entresijos que explicas.
ResponderEliminarUn abrazo.
La verdad es que si escarbas un poco, siempre encuentras cantidad de cosas detrás de cada película.
EliminarUn abrazo
"¡Nada de almidón en las camisas!", gruñe Cagney una y otra vez. No sabía que la relación entre Fonda y Ford (un director difícil de tratar) acabara tan mal. Lemmon acabó harto de Ford, constantemente le decía: "Jack, no actúes tanto" Un día Lemmon gritó: "¿Qué quieres que haga, nada?!" "Sí, por favor" respondió Ford.
ResponderEliminarSaludos.
Borgo.
Se enfrentaron dos personalidades muy fuertes. De todas formas la colaboración entre Fonda y Ford ya se había atenuado desde aquel "relevo" entre el actor y John Wayne (en la ficción, pero también en la realidad) en "Fort Apache".
EliminarSaludos.
Interesantisimos los detalles. Menudo era Ford tonterias las justas y eso que Henry era un actor sólido, de una pieza de una sola toma (se decía). Inolvidable tambien el histrionismo de Cagney y sin duda el mejor para mí, mi queridisimo Jack Lemmon que es como de la familia...para llevarmelo a casa, vamos ;) Ya sabes que lo adoro.
ResponderEliminarA la pelicula le sentó bien el giro cómico...esa palmera le quita mucho hierro al asunto...;D
Un abrazo, Ethan
Tenía un carácter imposible de tratar. Hay que tener en cuenta que Henry Fonda lo conocía muy bien (habían trabajado en películas tan importantes como "Las uvas de la ira", "El joven Lincoln", "Corazones indomables", "Pasión de los fuertes", "El fugitivo", "Fort Apache"... sólo nombrarlas da vértigo) quizás demasiado poder de los actores sobre las producciones de aquellos años cincuenta fue lo que acabó con su amistad.
Eliminar¡Abrazos!
Que tal Ethan!
ResponderEliminarHace mucho tiempo que la veo, me pondre con ella. Interesantes todos los datos.
Saludos!
Merece la pena echarle un vistazo; tiene de todo: comedia, drama y sobre todo una puesta en escena made in John Ford, casi nada (Dicen que Mervyn Leroy se limitó a rodar como lo hubiera hecho John Ford).
EliminarSaludos
Parece mentira pero ver la guerra desde lejos también conlleva su dosis de drama...¿recuerdas la guerra del Golfo?
ResponderEliminarPues sí, y más en esta época en la que los medios de comunicación nos relatan en directo los conflictos.
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