Han pasado casi diez
años desde que se anunciase la adaptación a la gran pantalla de “Chesil Beach”,
la premiada novela de Ian McEwan. Después de numerosos retrasos, de directores
que abandonaron el proyecto antes de que este arrancase, y de productores que
retiraron el dinero por diversos motivos, después de tanto tiempo, por fin
hemos podido ver la esperada cinta. Dirigida por Dominic Cooke ––su primer
largometraje–– y protagonizada por una de las actrices de moda, Saoirse Ronan. La
película no acaba de ser redonda del todo, pero contiene algunos aspectos interesantes
que vamos a analizar.
La trama de En la
playa de Chesil en un principio es bastante simple: una noche de bodas
fallida da al traste con la prometedora relación entre Edward (Billy Howle) y
Florence (Saoirse Ronan). De una premisa tan sencilla, McEwan desarrolla una
historia tan compleja como complejo es el ser humano. Y no solo por el hecho de
la dificultad intrínseca que habita en toda relación de pareja, sino por la
influencia de terceros, del contexto social, de la educación recibida y de la
lucha generacional.
La historia
ambientada al principio de los años sesenta, navega por ese mar de dudas que
distinguió a los jóvenes nacidos durante la Segunda Guerra Mundial. La nula
educación sexual de los protagonistas se une al enrarecido ambiente familiar
causado por la diferencia de clases. Florence, la hija mayor de un acomodado
empresario, aspira a concertista mientras que Edward, de familia obrera, se
somete a trabajar en la fábrica de su suegro. Prejuicios sociales, diferentes
ambiciones ––o la carencia de ellas––, insalvable distancia generacional entre
padres e hijos, incertidumbre relacionada con el contexto de una guerra fría en
pleno auge, son algunos de los elementos apuntados por el novelista Ian McEwan,
a la sazón guionista de la película. El escritor de Expiación (adaptada al
cine en 2007 por Joe Wright, con bastante más brillantez, y también con la presencia
de Saoirse Ronan en el reparto), veterano, pues, en estas lides, contrasta con la
inexperiencia del director, Dominic Cooke, que, no obstante, sale bien parado
en la conducción de una película nada fácil de gestionar.
Parte del éxito
de Cooke descansa en el excelente trabajo de Saoirse Ronan. Actriz que suma una
buena actuación más a su dilatada carrera, con tres nominaciones a los Óscar
cuando apenas cuenta con veinticinco años. Es cierto que no suele apartarse de su
registro más característico, el de joven díscola, pero contenida en su
actuación. El que le vimos cuando encarnaba a la niña que provocaba el drama en
la citada Expiación; el de la adolescente protagonista de, quizás su
mejor interpretación hasta el momento, Lady Bird (Greta Gerwick, 2017); o,
ahora, el de la líder de un cuarteto de cuerda, que, sin embargo, se muestra insegura,
por momentos aterrorizada, frente al sexo.
Buena, por
tanto, la dirección de actores de Dominic Cooke, que, si bien se estrena en la realización,
no es ni mucho menos ajeno al mundo del espectáculo. Director de teatro
consagrado (nada menos que miembro de la Orden del Imperio Británico) se nota
su paso por las tablas en la puesta en escena de En la playa de Chesil. Aunque
la propia trama pide una película intimista, el intento de “airear” la
narración por parte de Cooke no funciona mal: en primer lugar, utiliza el recurso
del flashback para ir desgranando
poco a poco los motivos por los cuales la pareja fracasa en el primer día de su
flamante boda. En segundo lugar, se adapta muy bien al formato panorámico tanto
en las tomas interiores, como en las exteriores. Además, se apoya en la música
de forma más que adecuada: clásica, cuando se trata de describir aspectos de la
vida de Florence, y moderna, cuando la imagen se centra en Edward, en su
transitar por una vida sin aspiraciones. Un personaje, este, que encajaría perfectamente
en cualquier película del Free Cinema;
aquel movimiento cinematográfico británico de los años sesenta que tan memorables
filmes dejó.
Pero, sin duda, lo mejor del largometraje, es la secuencia que transcurre en la playa del título. Una escena simbólica que resume toda la trama. Es la metáfora que refleja las dificultades por las que atraviesa la pareja, y el intento fallido por superar la crisis. La playa desierta, sin arena, solo de piedras, por donde camina Florence con dificultad, y la barca varada en el pedrisco, donde ella se sienta, no auguran nada bueno. Una singladura que no arranca; un problema que se presenta desmedido, sin solución, o al menos sin que Edward se sienta capaz de resolverlo cuando, en uno de los mejores planos de la cinta, se desespera insignificante ante el inmenso piélago azul que es la mar.
Pero, sin duda, lo mejor del largometraje, es la secuencia que transcurre en la playa del título. Una escena simbólica que resume toda la trama. Es la metáfora que refleja las dificultades por las que atraviesa la pareja, y el intento fallido por superar la crisis. La playa desierta, sin arena, solo de piedras, por donde camina Florence con dificultad, y la barca varada en el pedrisco, donde ella se sienta, no auguran nada bueno. Una singladura que no arranca; un problema que se presenta desmedido, sin solución, o al menos sin que Edward se sienta capaz de resolverlo cuando, en uno de los mejores planos de la cinta, se desespera insignificante ante el inmenso piélago azul que es la mar.
No he visto la película, pero es una apuesta nada sencilla trasladar al cine una obra de McEwan, aunque haya sido él mismo quien lo haya hecho.
ResponderEliminarDe hecho, ha estado a punto de no llevarse a la gran pantalla, con más de un proyecto fallido en su haber.
ResponderEliminarAl parecer todo como que se va al traste...Esperaré una más optimista
ResponderEliminarLa verdad es que sí, la culpa del fracaso hay que repartirla entre varios elementos contextuales de la época en la que está ambientada la película.
EliminarMás allá de Lady bird, la vi en otra película. Esa cara la conozco. Ahora voy a tener que investigar... no me acuerdo.
ResponderEliminarPinta interesante el film
Abrazo!
Saoirse Ronan es una de las actrices de moda en Hollywood desde el bombazo de Lady Bird. Tiene una personalidad definida, que es lo que le falta a muchas de sus colegas. Abrazos.
EliminarLeí el libro hace tiempo y me pareció un libro difícil para hacer una película, que, por cierto, no he visto.
ResponderEliminarVeo que es una opinión generalizada lo de la dificultad para llevar la novela a la gran pantalla. Yo no he leído el libro, pero a la película le falta algo para ser redonda, quizás la explicación se encuentre ahí: en la adaptación.
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