Este era el inicio que Charles Brackett y Billy Wilder idearon para Sunset Boulevard, y que finalmente no fue aprobado por un público que se reía a carcajadas en una proyección previa. Así que optaron por cambiarlo: El crepúsculo de los Dioses, realmente arranca con Willian Holden flotando en el agua, contando la historia de su corta vida. Holden es Joe Gillis, un guionista en horas bajas, y su voz, más bien su tono, siempre me ha recordado a la utilizada por los veteranos de cualquier actividad cuando, de forma resignada, intentan aconsejarte para que no caigas en sus mismos errores. Esta vez se trata de alguien que ya ha traspasado el umbral entre la vida y la muerte, y se encuentra sorprendentemente relajado.
Gillis, sin vida, relata como llega la policía al lugar de los hechos. Los coches patrulla se aproximan en contrapicado; desde el punto de vista de un muerto. Y es que el cine todo lo puede: algunas veces hemos asistido a personajes agonizando que sirven de guías aventajados de la historia en Carlito’s Way de Brian de Palma (1993); otras los protagonistas yacían en coma, pero eso no les impedía relatar los acontecimientos que dieron con sus huesos en una cama, que más bien era una tumba prematura en El Misterio Von Bulow (Reversal of Fotune de Barbet Schroder, 1990); o incluso hemos presenciado la narración, en primera persona, de finados al estilo de Holden, en Fallen de Gregory Hoblit(1998).
En Sunset Boulevard el Wilder escritor puede al realizador cuando coloca al espectador a la vera del fallecido y le hace preguntarse cómo se ha llegado a esa situación -ya hizo algo parecido en Perdición (Double Indemnity, 1944)-. Suficiente intriga para introducir un excelente melodrama tintado de negro y de apariencia gótica: Joe Gillis, en su decadencia como guionista, perseguido por los acreedores, se tropieza con una mansión de los años veinte. Allí vive Norma Desmond (Gloria Swanson), una estrella del cine mudo, retirada del mundo exterior. Ella y Max (Erich Von Stroheim) -uno de sus maridos, antiguo director de sus películas, convertido en fiel mayordomo- pertenecen a otra época y atraen a Holden que se deja atrapar por el pasado para poder sobrevivir en el presente.
La cinta cobra la categoría de obra maestra al menos por dos razones: por el desarrollo de la historia en el interior de la mansión, donde la decadencia es la protagonista; y por el tratamiento de la narración al mezclarlo con la vida real.
La actividad doméstica confirma que para los personajes cualquier tiempo pasado fue mejor; y que el cine sonoro se ha convertido en su bestia negra particular. “Han hecho una cuerda con las palabras y con ellas han ahorcado el cine”, dice Norma en uno de sus arranques de nostalgia, mientras proyecciones de películas antiguas se alternan con sesiones de números más o menos kistch. La obsesión por reaparecer ante las cámaras da pie a que los celos, la locura y el crimen terminen por aparecer.
La cinta cobra la categoría de obra maestra al menos por dos razones: por el desarrollo de la historia en el interior de la mansión, donde la decadencia es la protagonista; y por el tratamiento de la narración al mezclarlo con la vida real.
La actividad doméstica confirma que para los personajes cualquier tiempo pasado fue mejor; y que el cine sonoro se ha convertido en su bestia negra particular. “Han hecho una cuerda con las palabras y con ellas han ahorcado el cine”, dice Norma en uno de sus arranques de nostalgia, mientras proyecciones de películas antiguas se alternan con sesiones de números más o menos kistch. La obsesión por reaparecer ante las cámaras da pie a que los celos, la locura y el crimen terminen por aparecer.
Billy Wilder utilizó su experiencia europea para dotar de expresionismo a las secuencias: así es como presentaba las habitaciones, abarrotadas, de acuerdo a los tiempos en los que la imagen era lo principal; lo mismo hizo con la actuación de Gloria Swason, exagerada, perteneciente al cine sin sonido. Hay un momento especialmente mágico: Norma acude al estudio, y mientras espera sentada, un micrófono casi le roza la cabeza; la mirada de desprecio y el manotazo que le da al aparato es muy significativo.
Y todo esto ocurría en un entorno real. La misma actriz era en realidad una estrella del cine mudo. Además Von Stroheim había sido su director en la inacabada La Reina Kelly (Queen Kelly, 1928,una de cuyas escenas aparece proyectada en la cinta). Cecile B. De Mille se interpretaba a sí mismo cuando Norma acudía a pedirle trabajo. Se puede decir que el legendario director fue el descubridor de Gloria Swanson. En la cinta hay más referencias directas a Hollywood, y el guión especular se convirtió en un reproche hacia la industria nunca visto hasta ese momento. Tanto es así que Louis B. Mayer al ver la película, en una proyección privada, dijo que había que devolver a Alemania a Billy Wilder; que como se atrevía a morder la mano de quien le da de comer. Wilder oyó lo que decía. Su respuesta es famosa: “Fuck You!”
Ver Ficha de El Crepúsculo de los Dioses
Existen escenas, frases, diálogos y películas, que se han ganado un lugar en la historia del cine por derecho propio.
ResponderEliminarNorma Desmon bajando por una escalera, mientras interpreta el último papel de su vida. " ......Esta es mi vida, siempre lo será..... No hay nada más, sólo nosotros, las cámaras, y toda esa gente maravillosa en la oscuridad.... Sr De Mille, estoy preparada para mi primer plano......"
Existen películas y directores que se han ganado un lugar en la historia del cine por derecho propio, Wilder y esta película, por ejemplo...
Y la facilidad con que hoy en día algunos regalan el título de obra maestra habiendo películas como ésta jeje...
;)
Hay multitud de anecdotas de esta maravilla. Me gustan dos: para el personaje de Gillis, Wilder pensó en Montgomery Clift. El actor rechazó el papel porque había tenido una relación con una mujer mmucho mayor que él. Algo demasiado parecido al argumento de la peli...
ResponderEliminarLa otra curiosidad tiene que ver con la escena en la que Holden y Nancy Olson (la joven guionista) se besan por primera vez. La toma salió bien, pero Wilder dejó que siguieran besándose y no mandó cortar. El malvado director esperó demasiado, fue la mujer de Holden (que estaba en el plató viendo la escena) la que finalmente dijo: "¡Corten!"
Es impresionante como se entrelazan las vidas de los actores en la realidad y en el celuloide. La pareja Swanson y Stroheim haciendo d ellos mismos o de un posible futuro alternativo.
ResponderEliminarObra "maestrísima". Casi tan buena como tu excelente entrada.
Saludos.
Estupendísima "El crepúsculo de los dioses", de la que se puede hablar largo y tendido. El comienzo de la morgue, que descubrí hace poco charlando con un amigo, me pareció estupendo. Lástima que el público no lo entendiera aunque quizá el de la piscina sea más directo. Es una obra maestra y una crítica soberbia. Sólo wilder lo podía hacer.
ResponderEliminarGenial Crepúscula de los Dioses. No la olvido, no. Su historia, su drama y sus enseñanzas.
ResponderEliminarMuy bueno el post, ese contrapicado de muerte y los coches patrulla, esas ricas anéctdotas y el cómo se quería una cosa y se llegó a otra.
Otra vez será Montgomery Clift.
La obra transmite muy bien la sensación de ahogo, ahogo vital.
Me parece de las mejores que he visto, y, además, en DVD tiene una excelente edición por su calidad de imagen. Añadiría una canción que también me parece de lo mejor del pop español: "Lo que quieras oír" de Los Pistones, muy inspirada.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios, hacéis que el post siga vivo.
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