El
drama de la inmigración ha sido siempre un tema muy tratado en el cine, en
general, y en el neorrealismo, en particular. El nuevo movimiento creado a
mediados de los años cuarenta ofreció dentro del panorama cinematográfico
diversificaciones tan interesantes como las relativas a la guerra recién
acabada, las referidas a la etapa de la crónica, o las que tenían que ver con
la clase obrera.
Dentro
de este último subgénero destacaron las cintas que se enredaban en melodramas
más o menos realistas con la búsqueda de trabajo como tema central; ya sea a
modo de road movie, estilo Las
uvas de la ira, o con una trama más estática como la de Arroz
amargo (Riso amaro, Giuseppe
De Santis, 1949) o, más tarde, con una de las cumbres del cine italiano: Rocco
y sus hermanos (Rocco e i
suoi fratelli, Luchino Visconti, 1960). Una mezcla de las dos primeras es
la que abordó la cinta que podríamos decir dio a conocer al excelente realizador
transalpino Pietro Germi:
El
camino de la esperanza arranca con
la miseria de un grupo de sicilianos que se ven obligados a emigrar si no
quieren morir de hambre, pero que gastan todos sus ahorros en un viaje que
termina siendo una estafa. El drama, y hasta la tragedia presiden una trama en
la que un triángulo amoroso cobra protagonismo. De nuevo Raf Vallone (como en
la citada Arroz amargo, pero también presente en otros dramas rurales,
entre ellos La
venganza de Bardem) estaba al quite para rescatar a la protagonista
de las garras de un delincuente.
El
notable guion era de un joven escritor llamado Federico Fellini, que después de
una década firmando libretos de altura se atrevería ese mismo año en dar el
salto a la dirección con Luci del varietà (codirigida con
Alberto Lattuada).
En
El
camino de la esperanza Pietro Germi ––y Fellini–– ya nos decían, entre
otras cosas, que el fenómeno de la inmigración, el del tráfico ilegal, el del contrabando
de seres humanos, era un tema candente al principio de los años cincuenta. Es
decir, nada parece haber cambiado en más de medio siglo.
La siguiente película de Pietro
Germi sigue por los derroteros neorrealistas de El camino de la esperanza,
y también cuenta con la participación en el guion de Federico Fellini, si bien,
la trama en un principio parece sensiblemente diferente:
En un estadio de futbol cuatro
ladrones cometen un atraco y son perseguidos por la justicia. Poco a poco, son acorralados
por los policías y el final de cada uno, aunque moralizante, suena pesimista en
un entorno de pobreza extrema y traición. Son cuatro historias diferentes las
de los personajes que por uno u otro motivo se han visto obligados a delinquir.
El arranque de La
ciudad se defiende recuerda mucho al nuevo estilo del cine negro que
triunfa en Estados Unidos. El tono de la cinta de Germi se emparenta con la
coetánea La
jungla de asfalto de John Huston (1950), en cuanto a la estructura
y a las consecuencias trágicas del robo. La presencia de una femme fatale en el policíaco (Gina
Lollobrigida en el comienzo de su carrera) también juega su baza para acercarse
a lo que se hacía al otro lado del charco.
No obstante, Germi se
diferencia del ciclo noir americano
en el énfasis que pone en la situación de miseria de la posguerra, algo que
también es el punto de partida de El camino de la esperanza. Igual que
allí, en La ciudad se defiende la situación es desesperada: el paro, las
penurias por las que pasa la sociedad, son las culpables. La ciudad, más que
defenderse, asiste impasible al drama mientras margina a los personajes sin
trabajo ni esperanza, a los que no les queda otro remedio que emigrar o, peor todavía,
cometer un crimen.
Los actores poco conocidos,
la puesta en escena con predominio de exteriores, y la fotografía en blanco y
negro, se unen a la causa de ofrecer un policíaco neorrealista, algo que luego
será definitivo para consagrar a Pietro Germi. Nos referimos, claro está, a Un
maldito embrollo (Un maledetto imbroglio,
1959), su obra maestra. Un filme con un añadido tono de comedia, de humor negro, que de haber tenido continuidad habría creado
un género dentro del género; algo así como el polar en Francia.
Me encantan estas películas.
ResponderEliminarY a mí. Me da la impresión de que el gran Pietro Germi es un director poco reconocido, al menos en nuestro país.
EliminarCada día más convencidos de lo poco que hemos cambiado en algunos aspectos, no en todos afortunadamente. Quiero creer que tenemos más conciencia y consciencia.
ResponderEliminarGracias, Ethan por rescatar estos filmes que dan testimonio de otra época. Y feliz reencuentro con el curso.
Un abrazo
En lo malo parece que no, que no hemos cambiado. Recién llegado, como dicen nuestros amigos sudamericanos. Ya me apetecía charlar sobre lo que más nos gusta. Un abrazo.
ResponderEliminarQue tremendo blog el tuyo, como se aprende de cine, y cuanto me falta de cine italiano. Fellini es el único del que he visto todos sus filmes, y luego un puñado de los otros directores, pero se que hay tanto buen cine tano por ahí
ResponderEliminarEstas dos no las vi, me las anoto
Abrazo
Fellini, igual que Huston, Wilder y tantos otros comenzó como guionista, pero supongo que harto de ver como destrozaban sus libretos se pasó a la dirección igual que sus colegas.
EliminarAbrazos.
Que tal Ethan!
ResponderEliminarNo he visto la primera pero me la anoto. Como bien dices Un maledetto imbroglio es una autentica obra maestra, o como dicen los italianos "un capolavoro"...
Magnifico el post, saludos!
Para mí lo es. "Un maldito embrollo" quiere ser un homenaje a las cintas negras norteamericanas (igual que "la ciudad se defiende"), pero se reinventa en un nuevo género donde el humor y el realismo se dan la mano. La película lo tiene todo: sorprende el director como inspector de policía y, claro, Claudia Cardinale, que se apodera de la pantalla en los pocos momentos en los que sale. Pero sobre todo, lo que más destaca, es el perefecto dibujo de los personajes, con detalles de cada uno; y la música: el leitmotiv "si no me moro" que acompaña a los momentos más dramáticos (que los hay). Una obra maestra incontestable.
EliminarSaludos
Sí que tengo ganas de ver "La ciudad se defiende" con esa trama que recuerda a la obra maestra de Kubrick. Al protagonista, Renato Baldini, lo vi en una película que seguramente conoces de guerra naval "La gran esperanza" (Submarine Attack) donde Baldini comparte protagonismo con Lois Maxwell, alias Monneypenny.
ResponderEliminarSaludos!
Borgo.
Claro que sí: "La gran esperanza", era el comandante del submarino que se desvivía por dejar en lugar seguro a las victimas de sus hundimientos. Buena película de Duilio Coletti, un director que aún haria otra bélica del mismo estilo: "Bajo diez banderas".
EliminarSaludos