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viernes, 12 de noviembre de 2010

LA PRIMA COSA BELLA (Paolo Virzi, 2010)

Nos adentramos en la recta final de Festival, con el segundo, y último, fin de semana, y la expectación por ver quién se lleva los Giraldillos a casa.

Ayer fue un día que sirvió para quitarnos el mal sabor de boca que nos dejaron las últimas proyecciones, tanto por el nivel que tenían, como por la dureza de las temáticas abordadas. Y es que pudimos ver, de la sección EFA, la película a la que le daríamos el premio del público si utilizáramos el criterio del entusiasmo de los aplausos al final de la sesión; aunque si fuera por su calidad, por nuestra parte también se lo llevaría.



La cinta de Paolo Virzi (un viejo conocido, ya estuvo compitiendo en Sevilla con Caterina va in cittá) es una comedia dramática. Nos gusta más emplear esa calificación que el adjetivo de tragicomedia –no sabemos si se puede hacer, pero no nos importa mucho-, al menos para este largometraje que trata de la vida misma, de sus alegrías y tristezas:

Bruno Michelucci es un profesor de instituto que se siente vacío por dentro y que intenta llenar ese hueco de forma artificial, con todo tipo de drogas y sustancias estimulantes, aunque la mayor parte de las veces solo se queda en un intento debido a su torpeza y mala suerte. La visita inesperada de su hermana Valeria, y la noticia que transporta: su madre se está muriendo, provocarán que se replantee su existencia.

El director ayuda al protagonista, en el repaso de su vida, gracias al uso alternativo del flash-back. De hecho el arranque se sitúa en el año 1971, muy parecido al comienzo de la divertida Al Fuego Bomberos (Hori Ma Panenko de Milos Forman, 1967); mientras que la continuación se emparenta con la más reciente El Hijo de la Novia (J.J. Campanella, 2001).
Con esta estructura, podremos vivir junto a Bruno los momentos más importantes de su infancia y adolescencia: los más graciosos, pero también los más traumáticos. En la retrospectiva hay alguien que, para bien y para mal, ha sido el causante de todo: Anna, su madre, que está decidida a casarse a pesar de su enfermedad.

Uno de los muchos atractivos que tiene La Prima Cosa Bella (¡ojo! ha sido seleccionada por Italia para competir por el Oscar) es la descripción de los personajes. Todos ellos se volverán muy cercanos al espectador y, desde luego, el mérito recae en Virzi. Pero también en los actores. En especial de un mito viviente: Stefania Sandrelli. La veterana actriz encarna a Anna en el presente. Y lo hace de una forma tan natural que nos recuerda a alguien de nuestra vida real. Ya la conocíamos, esa es la impresión que da. Pasa lo mismo con el resto del elenco, sobre todo con Bruno y con Valeria, gracias a los seis actores que los interpretan (tres para cada uno, y para cada fase de su vida).

Por tanto, el último filme de Paolo Virzi es una delicia. Entrañable, divertido, amargo en algunas ocasiones. Muy consecuente con la tradicional comedia italiana; de la que se acuerda con una escena, aquella en la que Dino Risi está rodando una película con Marcello Mastroianni y Sophia Loren. Casi nadie.


Ver Ficha de La Prima Cosa Bella.




jueves, 11 de noviembre de 2010

DIE FREMDE (Feo Aladag, 2010)

No hay quinto (día) malo, pero sí sexto, aquí en el Festival de Sevilla. No salieron bien las cosas ayer, al menos para nosotros que elegimos dos películas muy diferentes, pertenecientes al apartado dedicado a las producciones financiadas con EURIMAGES, y a la siempre prometedora sección EFA. Ni una ni otra nos convencieron. La primera, Bibliotheque Pascal (Szabolcs Hadju, 2010), es una cinta húngara que arranca como lo haría Emir Kusturica, pero que pronto se introduce es un extraño universo donde la realidad va desapareciendo a medida que la fantasía ocupa su lugar. Solo un par de escenas, aquellas que describen los sueños de los protagonistas, y un simpático final, aportan algo nuevo, el resto es una mala copia de lo que hizo Federico Fellini en el periodo donde ya se repetía a sí mismo.

Las razones por las que el segundo filme tampoco nos entusiasmó –aunque nos gustó algo más- son muy diferentes:



Die Fremde (aquí conocida por su título en inglés: “When we leave”) es un largometraje alemán, ópera prima de la actriz austríaca Feo Aladag, avalada por un premio en el último festival de Berlín. La trama arranca con un problema de maltrato de género -un tema actual, por desgracia- y sigue con el trauma de la separación y la custodia del hijo. La historia no es nueva, pero quiere ser original cuando el hecho que denuncia la directora se desarrolla en el seno de una estricta familia musulmana:

Umay es una joven madre que se separa de Kemal, después de aguantar palizas y desprecios hacia ella y hacia su hijo. Escapa de Turquía y vuelve a casa de sus padres en Alemania. Allí se enfrenta a toda su familia, que opina, amparados en su religión, que Umay debe regresar con su marido si no serán rechazados por toda la comunidad musulmana. Umay se resiste y los problemas se van acumulando, tanto que la película pasa de ser un dramón a convertirse en una tragedia.

Reconocemos la valentía de la directora y los actores al enfrentarse, ellos también, a los fanáticos religiosos que verán esta cinta como una provocación, cuando solo quiere reivindicar los derechos fundamentales de las mujeres tan pisoteados en nombre de Dios. Sin embargo, esto no es suficiente para que Die Fremde sea una buena película.



El filme falla en el aspecto técnico cuando Feo Aldalag toma decisiones equivocadas a la hora de encuadrar primeros planos y planos medios sin escorzo. Supongo que son errores propios de una primeriza y que serán subsanados en próximas cintas. Tampoco anda fina la realizadora con la trama por culpa de la saturación de elementos dramáticos. Las calamidades de Umay y de su familia son expuestas de una forma tan exagerada, y en tan poco metraje, que llega un momento en que el espectador es empujado a una sonrisa que nunca debería haber llegado.

Profundamente pesimista acerca de las soluciones al conflicto planteado, Feo Aladag se decanta por un final doble: un atisbo de esperanza seguido de un castigo. Creo que no lo merece la protagonista; ni el público. Aunque puede que sea la única forma de sacudir las mentes de los miembros -los fanáticos- de la comunidad musulmana para que despierten y se den cuenta del error que cometen.


Ver Ficha de Die Fremde.

El Trailer (en alemán):


miércoles, 10 de noviembre de 2010

THE POLL DIARIES (Poll de Chris Kraus, 2010)

Quinto día de proyecciones aquí, en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, y hemos tenido la suerte de asistir, en nuestra opinión, a la mejor película de la Sección Oficial, hasta ahora. La cinta fue introducida por su director, Chris Kraus, un cineasta con mucho talento que sólo ha dirigido tres largometrajes, pero al que no le deben ya caber los premios en la estantería de su despacho. Kraus se mostraba entusiasta al contarnos como surgió la idea para emprender este proyecto basado en hechos reales:



Oda Schaefer, pariente del propio realizador (era su tía abuela), llega con los restos de su madre a Poll, una aldea de Estonia donde vive su padre, el doctor Ebbo, con su segunda esposa y sus hijos. Estamos en el verano de 1914 y la guerra parece inevitable. Además, en Poll, hay un destacamento del ejército ruso que ha suministrado a Ebbo los cadáveres de unos anarquistas, para sus estudios de medicina. Uno de los revolucionarios ha conseguido escapar, pero está malherido. Oda lo descubre y decide ayudarle. El acercamiento es cada vez mayor y comienza a simpatizar con la ideología progresista de Schnaps, su anarquista herido. La adolescente se maneja de enfermera como puede, y esconde a Schnaps justo encima del laboratorio de su padre, una antigua carpintería. Los sucesos que allí acontecerán se convierten en el interesante argumento de la película.

El director alemán, plantea el drama después de presentar a la familia ultraconservadora de Oda (sobre todo al padre), y nos dice que, en aquellos tiempos, el que quería ser diferente, el que no comulgaba con las tradiciones de su propia estirpe, o se sometía a la disciplina o tenía que vivir una doble vida. Oda se decantó por lo segundo. Mantuvo en secreto su existencia paralela hasta que pudo descubrirse años más tarde, gracias a las páginas de su diario. Las que utilizó Kraus para escribir el redondo guión.



Pero es que, además, la cinta es casi perfecta técnicamente. Un verdadero ejercicio de estilo. Kraus utiliza con soltura la grúa, el teleobjetivo, y hasta se luce en algunos planos secuencia. La fotografía sorprende con una iluminación pictórica de objetos y personajes. Pero también la edición, donde destacan algunas escenas paralelas, alternando filtros azules y marrones, como si fuera un homenaje a las películas de cine mudo de los años en los que se supone transcurre la historia.

Una trama que distingue lo que sucede en la mansión de la familia y en el laboratorio. Allí, en el aserradero convertido en sala de los horrores, experimenta Ebbo con los cuerpos sin vida -¿seguro que están muertos?- como si de un doctor Frankestein se tratara (“Un hombre que vive de la muerte”). Mientras, en el piso superior, transcurre una historia de amor; una niña se convierte en mujer; y nace una escritora. El bien y el mal separados por un techo desvencijado que amenaza con derrumbarse.

Aunque lo que se hunde primero es el mundo entero cuando estalla la guerra. Eso hará que los acontecimientos también se desaten en Poll... Y que se sucedan los aplausos al final de la proyección.


Ver Ficha de The Poll Diaries.



martes, 9 de noviembre de 2010

SON OF BABYLON (Mohamed Al Daradji, 2009)

Seguimos con la Sección Oficial del festival de Sevilla y con su temática más recurrente: es la tercera película que vemos cuya trama se desarrolla bajo el punto de vista de un niño (Ondine y L’Uomo Che Verrá, son las otras dos); lo cual no tiene porqué ser malo. De hecho, la cinta de la que vamos a hablar es bastante atractiva. El iraquí Mohamed Al Daradji nos la presentó con emoción y así la pudimos contemplar ayer. Al final de la exposición el director aprovechó para seguir con su campaña a favor de los desaparecidos y contestó a cuantas preguntas le hizo el público. Buen tipo, Al Daradji; y buena película esta cinta premiada en Sundance.



Son of Babylon se elabora gracias a una estructura de road movie, donde una anciana kurda, enferma, acompañada de su nieto Ahmed, busca a su hijo Ibrahim, desaparecido hace doce años cuando fue arrestado por los secuaces de Sadam: el partido Baas. El tirano, recién derrocado (en el filme sólo han pasado tres semanas de su caída), ha sembrado todo el país de fosas comunes y ha sido el causante de más de un millón de desaparecidos, y de la movilización para encontrarlos.

En su camino hacia la cárcel de Nasiriyah, donde creen que se halla Ibrahim, Ahmed y su abuela conocerán a dos personas situadas, en un principio, en distintos bandos: otro ciudadano nacido en el kurdistán iraquí, que les sube a su camioneta para llegar hasta Bagdad; y Musa, un antiguo soldado que participó en el exterminio kurdo, que les guiará hasta la prisión y las fosas comunes. Siguiendo el rastro de Ibrahim, la pareja protagonista vivirá todo tipo de situaciones, y el espectador pronto se unirá a su dolor.




Y es que el largometraje es duro, muy duro. La cinta ahonda en el sufrimiento del pueblo iraquí, antes y después de la derrota de Sadam. El paisaje desolado está en consonancia con las ciudades destruidas, y la ausencia de gente en el campo sin vegetación contrasta con la aglomeración en los puntos de salida y llegada de los refugiados, o de las personas que salen a buscar a sus familiares desaparecidos. Lo harán en autobuses que ya han pasado ampliamente su último tercio de vida; y se cruzarán en el camino con los controles norteamericanos, mientras divisan a lo lejos el humo de los incendios que señalan la destrucción.

Son of Babylon puede ser la particular Alemania, año cero (Germania, anno zero, Roberto Rossellini, 1948) de Mohamed Al Daradji. La cinta se sitúa en la línea del cine realista que se está haciendo en Oriente Medio, sobre todo en Irán e Irak, donde aún pasarán años para que la temática de la guerra se abandone completamente. Del conflicto, sorprende la tímida crítica a la invasión norteamericana (a pesar de la continua presencia de un helicóptero estadounidense, que parece controlar los movimientos de los personajes). Más clara es la denuncia contra la figura del genocida Sadam Hussein.


Para su fiel documento, Al Daradji rueda en la propia Irak y se vale de actores no profesionales, donde destaca la actuación de la pareja protagonista. La emoción en la interpretación no puede ser más real: la actriz que da vida a la abuela sufrió en sus carnes la desaparición de un familiar. Mientras, el niño que hace de Ahmed parece que lleve actuando toda la vida. Los cambios de registro, desde la desesperación cuando busca a su padre, hasta la alegría cuando se entera que van a pasar cerca de los Jardines Colgantes de Babilonia, y que incluso tendrán la oportunidad de verlos, son de una verdadera estrella.

Sin embargo, el director ve todavía muy lejos el vergel del paraíso soñado por el pueblo iraquí. La tragedia aún está próxima. Una vida normal puede ser posible en un futuro, pero ahora se conforman con encontrar a sus hijos; para poder enterrarlos.


Ver Ficha de Son of Babylon.

Aquí tenéis el trailer oficial (Se me ponen los pelos de punta al volver a ver estas imágenes):


lunes, 8 de noviembre de 2010

LA MUJER CON LA NARIZ ROTA (Zena sa slomljenim nosem de Srdjan Koljevic, 2010)

Hoy hablaremos de nuestra primera visita a la Sección Oficial, la del día de ayer. Y la verdad no estuvo mal. Por dos motivos: porque la película tenía cosas muy interesantes (ahora veremos); y segundo, por la presencia del director en la sala, Srdjan Koljevic. Con sólo dos películas en su haber, el realizador bosnio se mostró bastante simpático y dio algunas (pocas) pistas acerca del largometraje. Además ya sabe lo que es ser premiado por la Academia de Cine Europeo; veremos si consigue llevarse algún galardón de su paso por Sevilla. Desde luego ya tiene el calor del público, que aplaudió al final su filme, aunque no con mucha insistencia, todo hay que decirlo.



La cinta se desarrolla en Belgrado, y arranca de forma impactante: una mujer, con una herida en la nariz, coge un taxi en el puente que divide la ciudad, en medio de un atasco, pero cuando el conductor le increpa por mancharle la tapicería, la mujer sale del automóvil y se tira al río. El taxista, y dos mujeres, presencian el suicidio y se dan cuenta de que la joven se ha dejado algo en el coche: un bebé.

Este comienzo, que engancha rápidamente al espectador, da paso a una trama donde los tres personajes (el chófer bosnio y las dos testigos: Anica y Biljana) darán un cambio a sus vidas gracias al suceso que acaban de presenciar. El taxista se hará cargo del niño y pedirá ayuda a Jadranka, la única mujer que conoce, prostituta de profesión. Mientras, Anica, profesora de instituto, y Biljana, farmacéutica, se unen para hacer frente a sus problemas: la reciente muerte de dos seres queridos y las proposiciones de un estudiante y un cura, que desequilibran aún más sus vidas.

La cinta habla de la evolución en la vida de las personas. De las caídas y las recuperaciones. Además lo hace en una ciudad que se ha derrumbado 46 veces –y otras tantas se ha levantado-, Al menos eso afirma el simpático locutor de una emisora de radio que vive sus últimos días en las ondas. La música, pop, antigua, pero emotiva, acompaña a las imágenes emulando aquel “Hombre Lobo” de American Graffiti (George Lucas, 1973).

En La Mujer con la nariz rota, Belgrado no deja de llorar mientras los personajes se cruzan una y otra vez bajo la lluvia. El puente, testigo del suicidio, funciona como alegoría de la existencia. Es el cordón umbilical que une la vieja capital con la nueva Belgrado. El recién nacido también acompaña a la metáfora en el otro sentido: el de la esperanza de vivir. Mantenerlo con vida es la motivación para que el resto de protagonistas sigan respirando.


El director no se resiste a incluir alguna referencia al conflicto de los Balcanes -aún no superado por lo que se ve-; como la naturalidad con que los personajes manejan las armas o comercian con ellas; o la significativa alusión al pasado reciente de Yugoslavia, cuando la única persona que acude a la tumba de Tito, el día de la República, es Jadranka, la puta.

Vemos, por tanto, que la película de Koljevic tiene un interés especial para los espectadores que se sientan atraídos por las tramas cruzadas, mitad drama, mitad comedia. Pero también para aquellos que les guste sacarle partido a la simbología de las imágenes. Estos últimos saldrán más satisfechos de la sala de cine.


Ver Ficha de La Mujer con la nariz rota.

Y el trailer (en serbio, lo siento)


domingo, 7 de noviembre de 2010

DE DIOSES Y HOMBRES (Des Hommes et des Dieux de Xavier Beauvois, 2010)

Segundo y largo día de proyecciones, aquí en el festival de Sevilla, con buenas propuestas, como siempre unas mejores que otras. Aunque terminamos bastante entrada la madrugada mereció la pena aguantar hasta la última proyección para ver L’Uomo Che Verrá, la película de Giorgio Diritti que, sin ser absolutamente redonda, contiene algunas de las imágenes más bellas que se han visto hasta ahora. Otra nota destacada del día es la decisión tomada por la European Film Academy (EFA), en cuanto a los nominados a los premios europeos del año. Ya se está convirtiendo en una tradición que la EFA elija el Festival de Sevilla para anunciar las candidaturas. Sólo decir que Luis Tosar se ha hecho con una nueva posibilidad de premio por Celda 211; y que ayer pudimos ver una de las nombradas para ser mejor película del año: De Dioses y Hombres.



Otra película basada en hechos reales, esta vez del, primero actor y después brillante director, Xavier Beauvois. El realizador francés, con pocos largometrajes en su haber, ya se ha hecho un nombre entre el panorama cinematográfico europeo a base de premios en importantes festivales. Entre ellos el de Cannes conseguido por este filme que narra los trágicos sucesos vividos por un grupo de monjes de un monasterio del Norte de África.

Situados en el frente de guerra, entre terroristas fundamentalistas y el gobierno, los religiosos se encuentran perfectamente integrados con la población rural; con los que comercian, a los que sanan física y espiritualmente e, incluso, ayudan en labores administrativas para comunicarse con el antiguo país colonizador. Sin embargo, las relaciones con las dos facciones en litigio son más que tensas. Mientras el ejército les conmina a que abandonen el país, las acciones de los terroristas amenazan su integridad: acaban de degollar a un grupo de europeos que trabajaban en una fábrica y se les espera pronto entre los muros del monasterio. Tendrán que tomar una decisión; y pronto: abandonar la misión o aguantar.


Planteado el conflicto general, Beauvois se centra en las múltiples disputas individuales, tantas como monjes hay. La pugna interior de cada uno saldrá a relucir cuando el prior les anuncie un período de reflexión para decidir si irse o quedarse. Por un lado, la labor que hacen allí es importante, tanto que los habitantes del pueblo, todos musulmanes, les presionan para que no les abandonen; pero en el otro extremo de la balanza pesa mucho el miedo, que provocará algo mucho peor: dudas sobre su fe.

Lo que no crea incertidumbre es la intencionalidad de la película. Esencialmente católica -puede ser uno de sus lastres-, tiene un doble objetivo: por un lado aboga por la lucha personal para conseguir la paz interior. Por otro, se une al mensaje de varias películas que hemos podido ver en el certamen para afirmar que la convivencia entre personas de distintas creencias y cultura es posible. Y más si los problemas son comunes, y si estos hablan de necesidades básicas como la alimentación, la sanidad o el comercio.

Beauvois también denuncia con su cinta que sólo el poder, y los intereses asociados a él, son los que provocan el enfrentamiento. Y alguna excusa habrá que dar: en este caso, la religión. Para el director, la violencia no es lo importante, las consecuencias sí. El miedo, las dudas, la inquietud, las refleja muy bien el realizador cuando utiliza los primeros planos de los monjes. Sus rostros, las miradas y las arrugas nos dicen más que cualquier diálogo. Dreyer podría estar ahí, en la mente de Beauvois, y a nadie le extrañaría.

El problema de Des Hommes et des Dieux es la disociación que se produce entre director y espectador en algunas secuencias. Aquellas en las que el director alarga el tiempo en exceso para que la meditación de los personajes sea también la del público. No ocurre igual cuando el silencio interior se acompaña con bellas imágenes, casi bucólicas, de las labores del campo. Y es que la fotografía es uno de los activos de la película, sin duda.

También el trabajo de los actores, en especial de Lambert Wilson (aquel jefe de expedición en El Dorado de Saura) y de Michael Lonsdale. El veterano actor da vida a un “hombre libre”. Un monje enfermo, que cuida de la salud del resto; con una fe de hierro, sin resquicios, y que, por tanto, está preparado para morir. De ahí radica su libertad.


Ver Ficha de De Dioses y Hombres.



sábado, 6 de noviembre de 2010

BESA (Srdjan Karanovic, 2009); ONDINE (Neil Jordan, 2009)

Intenso día el de ayer con proyecciones muy interesantes, pero con tiempo limitado. Nos decantamos por asistir a un filme incluido en la sección EURIMAGES (películas cofinanciadas por el fondo europeo del mismo nombre) y otro perteneciente a la sección EFA (cintas seleccionadas por la Academia de Cine Europea, para sus premios anuales). Una recomendación para los espectadores abrumados por tanta oferta de largometrajes en el Festival de Sevilla, y no tengan claro a que sala acudir: ante la duda siempre la EFA, suelen ser mejores, incluso, que los de la sección oficial. Aunque esto no deja de ser una generalidad, que no se cumplió ayer, ya que la película serbia de EURIMAGES, hasta ahora es la que más nos ha gustado. Veamos por qué:



Besa es un drama, basado en hechos reales, y en la conocida trama donde dos personajes de diferentes capas sociales, raciales o culturales (en este caso, se cumple todo), están obligados a entenderse y a relacionarse a causa de algún hecho que les sobrepasa, como una guerra o una catástrofe.

La historia se desarrolla en Serbia, justo al comienzo de la I Guerra Mundial. Filip es el director de una escuela y acaba de ser destinado a un pequeño pueblo después de haberse casado con Lea, una eslovena con fuerte acento austríaco. Lea, aunque es ciudadana serbia, no deja de ser sospechosa como simpatizante del Imperio Austro-Húngaro, a la sazón enemigo de Serbia. La guerra estalla y a Filip lo trasladan a la capital para prestar servicios en el Ministerio. Lea tendrá que quedarse en el colegio hasta que el conflicto acabe, o hasta que Filip regrese. El marido, preocupado por la situación en la que queda su mujer (una posible “enemiga” en el bando equivocado), le busca protección en Azim, el conserje albanés de religión musulmana. Azim le promete a Filip un “Besa”, tradicional juramento que cumplirá con su vida si hace falta. El alcance de la promesa es el eje de la película que tan bien explicará, con imágenes, el veterano director Srdjan Karanovic.

Y aquí es donde verdaderamente arranca el filme de Karanovic. Con un rodaje sobrio,
intimista; con movimientos de cámara estudiados, nada gratuitos; con una fotografía tenebrista, acorde con la situación; con el teleobjetivo como herramienta para el punto de vista de Lea sobre la guerra que acontece fuera del colegio; y con la mirada de Azim subrayando toda la acción, la cinta se convierte en un bellísimo documento.

Ambos personajes (Lea y Azim) no tendrán más remedio que entenderse. Estarán atados uno a otro -literalmente, ya verán- y responderán uno del otro. Pero lo mejor es lo que aprenderán uno del otro: la cultura, la música, hasta la forma de preparar el té.

Ladrones, violadores, un teniente del ejército serbio y su destacamento, las chismosas del pueblo, todos ellos serán catalizadores de su especial vínculo; y, el acercamiento entre Lea Y Azim será mayor cuanto más cerca se encuentre el frente de guerra.

Besa es una película que nos enseñará que las relaciones humanas, intimas, son transcendentales en la búsqueda de la paz y la convivencia entre las personas de distinta cultura o etnia. Mientras esto se logra entre cuatro paredes, afuera, una guerra cruel consigue el efecto contrario: dividir a los pueblos, establecer fronteras artificiales que sólo conducirán a futuros enfrentamientos. Esto es lo que ha sucedido en los Balcanes. Ellos, sus habitantes, bien lo saben. Y la intención de Karanovic con su película (una cinta serbia coproducida con Eslovenia y Croacia, sus enemigos de no hace mucho tiempo) es clara: contribuir a olvidar el pasado y construir el futuro.


Ver Ficha de Besa.




ONDINE (Neil Jordan, 2009)


Otra cinta con nada nuevo que contarnos en la estructura dramática: un cuento fantástico que se mezcla con la realidad, al menos en la mente de una niña (¿les recuerda a El Laberinto del Fauno o a El Espíritu de la Colmena, entre otras?). Sin embargo, repleto de buenas actuaciones y de profesionalidad en el rodaje a cargo del reputado Neil Jordan (El fin del Romance, En Compañía de Lobos, Juego de Lagrimas, etc.).



A ver, Ondine es un cuento: Circus (Colin Farrell) recoge entre sus redes a una joven medio muerta, Ondine (Alicja Bachelda). En la oscura vida de Circus, pescador alcohólico, la aparición de Ondine supone una luz al final de túnel. Separado de su mujer también con problemas con el alcohol, y con una hija que necesita un riñón y vive gracias a la diálisis, el marinero cree que su suerte ha cambiado gracias a la aparición de… ¿una sirena? Su hija, Annie, así lo cree. Además ha investigado y todo concuerda: Ondine es una Selkie. Una mujer acuática que posee ciertos poderes, pero que ha perdido su piel de foca. Sin ella, no podrá regresar a las profundidades marinas y tendrá que quedarse en tierra firme, a no ser que alguien venga a buscarla.

Una historia irlandesa, en un paisaje celta muy bien retratado por la sabia cámara de Neil Jordan, con una trama que está de moda; decíamos que esto era Ondine. Pero Jordan siempre tiene algo más que contar. Aunque el guión pueda tacharse de excesivamente edulcorado, ya está el director para darle la vuelta al cuento y enfrentar a los personajes a la más cruda realidad. Aquella que compensa lo meloso de la situación que cree vivir Annie. Y es que de los protagonistas no hay ni uno que sea digno: alcohólicos, pederastas, asesinos, traficantes de drogas, prostitutas, chulos, nadie se salva de la quema. Sólo el cura –lo mejor de la película: las “confesiones” de Circus a Stephen Rea, un habitual de Jordan- y Annie suben la media. Es decir, Dios y la fantasía de una niña, ambos con poca credibilidad, al menos en esta sociedad que nos ha tocado vivir.



Pues eso: un correcto largometraje, muy bien interpretado, con excelente música, con múltiples premios este año de la Academia Irlandesa y con la atracción que suponen Colin Farrell y Stephen Rea en el reparto. Todo un reclamo para los espectadores del festival de Sevilla. Y una sorpresa agradable: Alicja Bachelda, actriz y cantante polaca, pero nacida en México, que se asemeja mucho a nuestro ideal de belleza y que ha tenido un hijo con Farrell en la vida real gracias a su encuentro en Ondine. Pero el cuento ha debido terminarse también para ellos: se acaban de separar.


Ver Ficha de Ondine.

Ah, el trailer de Ondine:


viernes, 5 de noviembre de 2010

TAMARA DREWE (Stephen Frears, 2010)

Pistoletazo de salida del festival de Sevilla 2010 con la última película de Stephen Frears. De las que más interés ha despertado por ser la adaptación a la gran pantalla de uno de los cómics del año: "Tamara Drewe". El tebeo de Posy Simmonds, ha causado sensación en el Reino Unido y, gracias a su estilo literario, se le considera más como una novela gráfica que como un cómic.



Frears realiza la comedia que hubiera dirigido Woody Allen si hubiera nacido en las Islas Británicas (y estamos incluyendo las que Allen ya ha realizado en Inglaterra). Lo digo porque la película tiene ese humor realista, cercano al tono judío del director neoyorquino, cargado de diálogos brillantes, con transfondo intelectual y con un poso de amargura. Todo esto, pero con la mirada de un cineasta como Frears, esencialmente británico. Las frases cortantes, las actrices con cara de pájaro y el cinismo característico huelen a pastel de carne o a verduras cocidas más que a perritos calientes.

Y eso que el director inglés ha sido el típico profesional que ha trabajado a caballo entre su país y Estados Unidos, entre obras personales y otras más comerciales. Tamara Drewe se puede considerar de las primeras, aunque la fiel adaptación al cómic, según lo poco que hemos podido leer del tebeo (adjuntamos una imagen de los dibujos y, más adelante, otra de la misma secuencia en el filme) puede haber distorsionado su propia visión de la trama:

En un pueblecito perdido de Inglaterra vive un matrimonio que regenta una especie de albergue para literatos. Nicholas, el marido, es, a la vez, un novelista de éxito y un adúltero empedernido. Las continuas infidelidades proporcionan material a los escritores que allí viven (la presentación de los personajes puede ser de lo mejor de la cinta). Esta vida “apacible” se rompe cuando llega a la aldea una joven periodista que quiere vender su casa. Tamara Drewe hace su aparición para descontrolar todo lo que ya estaba descontrolado. Con una nariz nueva -y un nuevo novio, el batería de una banda de rock- la despampanante Tamara hará que cambien las cosas para que ya no vuelvan a ser iguales en la granja de escritores.

Frears se arma de frases que remata con un lejano mugido o un quiquiriquí, perros que asustan al ganado, dos niñas insoportables que hacen algo más que ser el coro de la película, y todo tipo de situaciones cómicas para conseguir que el público no deje de sonreír; cosa que logra en el arranque y en la conclusión, pero que se queda en un intento cuando desarrolla el/los conflictos.

Sin embargo, es de agradecer la división que el director hace de los personajes. Hay dos bandos claros: los perdedores/sufridores y los capullos. En el primero, se sitúan Beth, la mujer de Nicholas; Andy, el jardinero enamorado de Tamara (pero de la Tamara con perfil picassiano); y Glen, el escritor fracasado. En el segundo, Nicholas, el especialista en poner los cuernos; Ben, el batería rockero; y Jody, una de las odiosas niñas y fan enfermiza de Ben. Hasta los animales se alían con un bando determinado (vacas y perros, esencialmente). Y en medio de todos ellos, huyendo del maniqueísmo propuesto, Tamara Drewe y su conflicto de narices.


Hablamos de la distorsión provocada por el reflejo del cómic, y nos referimos a cuando Frears se empeña en dividir la pantalla o en incidir en los gestos exagerados de los actores en ciertas escenas clave (en especial las repelentes adolescentes), pero también a la estructura telegráfica en los cambios de secuencias, donde el montaje se convierte en protagonista; y el director se esconde tras él.

Por tanto, irregular largometraje de Stephen Frears, con un primer tercio más que brillante y una resolución a la altura del arranque, pero con un desarrollo estructurado en las cuatro estaciones, por momentos bajo de ritmo. Eso sí, ayudado con una excelente fotografía, limpia, de la campiña inglesa.


Ver Ficha de Tamara Drewe.

Os dejo el trailer, da una idea muy cercana a lo que os podéis encontrar en la película:


jueves, 18 de febrero de 2010

EL SECRETO DE SUS OJOS (Juan José Campanella, 2009)

Películas como El Secreto de sus ojos (y La Cinta Blanca, recientemente reseñada) confirman que en la lucha por el Oscar las cintas de mayor calidad generalmente se encuentran en la categoría de mejor largometraje de habla no inglesa.



Y es que el último filme de Juan José Campanella –importantísimo- descansa en una interesante trama poliédrica que engancha sin decaer, muy bien rodada desde el punto de vista técnico y eficazmente interpretada por Ricardo Darín, un actor que se nos antoja el sucesor ideal de Federico Luppi o Héctor Alterio; con registros tan amplios como los de ellos, pero muy diferente en su forma de entender un personaje.

La historia que narra Campanella transcurre a caballo entre el pasado y el presente. Entre los difíciles años setenta, de feroz dictadura militar en Argentina, y la época actual. Darín encarna a un funcionario del Ministerio de Justicia, ya jubilado, que vuelve la vista atrás para escribir una novela autobiográfica. La decisión del protagonista se convierte en el hilo conductor de la acción. Perfecta excusa que consigue atraer al espectador y no lo suelta hasta el espectacular final. Todo gracias a una trama que pronto se precipita en drama policíaco con tintes puntuales de thriller.

Pero lo que aumenta rápidamente la calidad de la cinta es el envoltorio humano que Campanella ha sabido darle. Siempre desde el punto de vista de Darín, se desarrollan una historia de amor –de desamor- y otra de amistad, ambas verdaderamente emotivas muy bien conducidas por el realizador, hábil en la contención y extremadamente cuidadoso con el tratamiento del guión. Así, las sutilezas de repetir situaciones, tan típicas del guión clásico, aquí cobran una fuerza inusitada cuando las puertas se abren o cierran, según el carácter personal de las entrevistas que se celebran tras ellas; cuando aparecen insertos en flash back, que permanecen en la retina hasta aclararse en el drama; cuando objetos y fotografías se vuelven claves; o cuando las miradas, sobre todo las miradas, se convierten en el origen y en el final de todo.


Pero si la gestión de actores y trama son notables, no lo es menos el manejo de la cámara por parte de Campanella. Mientras las situaciones dramáticas son enfatizadas por primeros planos en escorzo desenfocado, para darle a la emoción el realismo adecuado, las escenas de acción son acompañadas de tomas casi subjetivas, esclavas a un movimiento frenético sorprendente.

En El Secreto de sus ojos, Juan José Campanella disfruta especialmente hablando de la pasión. Y lo hace no sólo en su acepción más sentimental sino en la general: en aquella fuerza irresistible que nos hace volver una y otra vez a atender nuestras aficiones más queridas, a perseguir nuestros sueños inalcanzables, o a dar rienda suelta a nuestros deseos más inconfesables.

viernes, 8 de enero de 2010

COLABORACIÓN: CELDA 211 (Daniel Monzón, 2009)

Estamos de enhorabuena. Tenemos la suerte de contar con un texto de Caperuzzita. La chica de las dos “zetas” quiere contarnos su impresión acerca de una cinta que parece haber revolucionado el panorama cinematográfico español. Os adelanto, para el que no conozca a Caperuza, que la entrada que viene a continuación incluye pedazos sueltos de la vida de la autora, es decir se mantiene fiel al estilo personal que la acompaña cada vez que escribe.

Sin más preámbulos os dejo con el artículo de mi querida amiga:



He de suponer, que ha transcurrido el tiempo sufizziente para tener una perspezztiva personal de esta película. El zzine, como casi todo, como cuando te enfadas con alguien, como cuando hazzes chocolate, nezzesita un tiempo de reposo.

Celda 211 tuvo para mí, una larga y extraña elaborazzión, igual que una pularda rellena de marrón glazzé y frutas escarchadas. Últimamente, ando muy dispersa con asuntos nada terrenales, así es que la primera vez que oí hablar de ella, pensé que era una peli americana llena de efezztos espezziales de algún direzztor novel. Algunos días después, en alguna calle zzéntrica me encontré con aquel cartel, un tipo de mirada oscura con la cabezza rapada y tatuado en el cogote; Luis Tosar. Me gusta Luis Tosar desde que le vi en La flaqueza del bolchevique y me gustan los carteles de las pelis. Mi hermano colezzionaba aquellos pequeños y coloreados que se repartían en los zzines de verano.

Me gusta el poder del mismo modo en el que le detesto y me faszzina el modo en el que se incardina éste entre el individuo y el estado; me gusta que me tiren las ideas a la cara para poder recogerlas, guardarlas en el cajón de mi mesilla junto con minúsculas cosas que carezzen de interés o, senzzillamente, tirarlas a la basura por odiosas.

Que yo recuerde (seguro que existen muchas más) vi algo parezzido en Hard Candy de David Slade (éste sí era un novel), una fábula de Caperuzzita y el lobo, donde el espezztador no sabe muy bien cómo y con quien debe o puede posizzionarse. El direzztor juega con esta idea de un modo más que azzeptable.


En Celda 211 los malos y los buenos se diluyen para que, el que mira haga lo propio. Malamadre (que es lo que más me gustó de la peli) es, a vezzes tierno y comprensivo y a vezzes un cabrón, pero no lo es menos que el direzztor de la cárzzel ni mucho menos indeseable que los presos de ETA o el modo en el que el Estado los protege, ignorando la vida de los inozzentes. Monzón lo hazze muy bien, a un ritmo trepidante desde los primeros minutos de la película y sin descanso, dando la razzón a unos y luego a otros, para terminar pensando que, la razzón, casi nunca está de parte de nadie y de parte de todos; que entre los buenos hay malos, que entre los malos hay buenos y jodidamente malos y que, al final, puede más el que más poder tiene, pero que no puede con quien no quiere aunque a éste, le peguen un tiro en la cabezza.

Es verdazz que la peli tiene algunas cosas menos buenas; la interpretazzión del co-protagonista, que no me gustó mucho, los flash backs (lo habré puesto bien ¿??) con la embarazzada que es un tostón, el negozziador, que no me lo creo ni yo. Pero es que a mí, me aburre hablar de esas cosas…

Lo que más me gustó???, pues el tatuaje, qué iba a ser ¿??

Caperuzzita con un tatuaje en el cogote.

Possdata: Me lo dijo alguien no hazze mucho: “los malos y los buenos, sólo existen en las pelis de Ford”

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